Opinión • Tercer Centenario de León, 1876 [I] • Miguel Ángel García Gómez

Reseña histórico descriptiva de la solemnidad

“…el «alegre sonar» de las campanas, las músicas y la vida leonesa de ese momento, formaron un eslabón importante en nuestra identidad, la leonesidad que hoy nos toca mantener…”

 

Basta que un suceso haya tenido lugar en tal momento en tal fecha para que se distinga de cualquier otro hecho, aunque parezca idéntico. La situación en el espacio y en el tiempo constituye en sí misma una diferencia que es imposible abolir.

Françoise Châtelet

 

Así como en 1976 celebramos el IV Centenario de fundación de León, y contamos con datos que nos permiten mantener el hecho en la memoria histórica, podemos también recrear la crónica de la conmemoración del mismo hecho, correspondiente a las mismas fiestas de centenario en el siglo XIX.

José de la Luz Pacheco Gallardo, persona de la época que actuó en León desde los tiempos del Segundo Imperio, escribió en 1876 lo que llamó: Apuntes para escribir la Reseña Histórico Descriptiva de la solemnidad con que se ha celebrado en León el Tercer Centenario de su fundación. Por el valor de memoria que tiene este documento, en esta y las siguientes colaboraciones se presentará su contenido.

Comenzaremos por intentar llamar la atención sobre la importancia que tiene el rescate de los documentos de la memoria histórica leonesa, que no son solamente los escritos como el que se presenta en esta colaboración, o textos literarios en general, sino también lo son las obras materiales: arquitectura, urbanismo, escultura, pintura, etc., pero también los que ahora llamamos inmateriales: las tradiciones, las fiestas, los sabores, etc. Sería interesante, con motivo de la celebración de los 450 años de fundación de la ciudad, que se pudiera buscar la reedición del documento que aquí se comparte, y de otros que ayuden a mantener la conciencia histórica, como una forma de rescate de la memoria leonesa del siglo XIX,  y del tiempo en el que concretamente se realiza la celebración de 1876. El texto de Pacheco fue publicado una vez que pasaron los festejos, como una reflexión, cuando los leoneses estaban aún “… conmovidos por la vivísima y profunda emoción de que aún nos sentimos dominados en estos momentos en que la calma y el silencio, han sucedido a la más bella de las agitaciones; al rumor armonioso de la música y de las risas, á (sic) los cantos inspirados por el placer más puro.”. Una vez que pasa la celebración, con un aire romántico, propio de la época, Pacheco escribe que como motivación le queda “…el deseo de dejar consignado un acontecimiento en que han sido superadas todas las esperanzas y espléndidamente satisfechos todos los deseos legítimos.”.

La narración de Pacheco comienza anotando el fundamento legal para la celebración: “Por acuerdo de la Honorable Corporación municipal, se resolvió en Septiembre de 1875 (pronto se cumplirán 150 años), celebrar el 20 de Enero de 1876 el tercer centenario de la fundación de León, verificada el 20 de Enero de 1576…”. Igual que en 1976, de la misma forma como ahora está ocurriendo en el ánimo de celebrar los 450 años, toca a las autoridades en turno dar marco formal a la celebración, así como convocar a los leoneses a sumarnos a tan significativo evento, dar forma y seguimiento del programa, etc. En el caso de la celebración del siglo XIX “…el 31 de octubre del mismo año de 1875 y suscrito por el Sr. Coronel D. Octavio Rosado, Jefe Político del Departamento, se publicó el programa general de la festividad, acordado por el H Ayuntamiento, fijándose en él el 16 de enero de 1876, como principio de estos días inolvidables, y el día 24 como término de estas horas de inexplicable delicia.”

En León tenemos cada enero la Feria como un evento que celebra el cumpleaños de la ciudad. Al parecer es difícil contar con registros de la forma como se celebraron el primero y segundo centenarios, aunque persisten crónicas de distintos momentos, pero para la celebración del siglo XIX ya “No se trataba solamente de proporcionar un periodo al dulce olvido de los tediosos instantes de trabajo, retrotrayendo nuestro apacible pueblo a contemplar, entre los crespones del pasado en la cuna en que se meció su infancia, no, y por eso la H. Corporación acordó celebrar cada año, en este aniversario, una “Exposición” de todos los artefactos a que tan laboriosamente se dedican los hijos de León; y en virtud de ese acuerdo que honrará siempre al H ayuntamiento, el Sr. Rosado con la misma fecha (31 de octubre) publicó una invitación a los artesanos para que concurrieran a la realización de una idea que en sí misma entraña la noble aspiración, de proporcionarles un medio digno, de dar a conocer sus obras, en que procurarían más y más el perfeccionamiento y hacer apreciar sus trabajos debidamente. Para este fin se nombró la respectiva comisión.”. Entonces, las fiestas de enero que disfrutamos cada año, han sido desde ese 1876 o tal vez desde antes, el marco de la alegría y el orgullo de ser leonés y de mostrar lo que somos, lo que hacemos y podemos ser.

Tenemos algunas crónicas de la feria a partir de esta del tercer centenario, que hubo de ser interrumpida por diversos eventos como la inundación de 1888 o algunas incidencias históricas diversas, pero resurgiendo siempre como la oportunidad de recordar el origen fundacional, y de mantener la identidad. La organización y los preparativos para estos actos conmemorativos inician siempre con el recordatorio y convocatoria a los leoneses a participar, así como la designación de quienes serán los responsables de las diversas actividades que integran los programas. En aquel 1876, de acuerdo con el documento que se comenta, se busca que la ciudad se prepare para la celebración mediante la siguiente convocatoria emitida el 31 de octubre de 1875 por Octavio Rosado, jefe político de entonces, y por H. Rocha, Secretario del Ayuntamiento:

“LA JEFATURA POLÍTICA DE ESTE DEPARTAMENTO, A LOS HABITANTES DE ESTA CIUDAD HACE SABER, QUE:” 

Para el día 20 de enero próximo entrante la H. Corporación municipal, ha acordado celebrar el tercer centenario de la fundación de esta ciudad; y como la pintura de los edificios contribuye al ornato y lucimiento de estas fiestas, la expresada Corporación ha dictado la disposición siguiente. 

Todos los dueños o encargados de fincas urbanas, mandarán pintar el exterior de ellas, debiendo estar concluida la pintura para el dia 15 de Enero próximo; en el concepto de que los contraventores incurrirán en la multa de uno a diez pesos, a juicio de la autoridad Política.

Y para que llegue a noticia de todos, mando se imprima y publique en los parajes de costumbre”.

 

Al parecer, la convocatoria habría sido bien recibida y los leoneses de entonces se sumaron a la iniciativa de tal forma que la ciudad luciera limpia durante las fiestas. De acuerdo con los registros de población con los que se cuenta, la ciudad tendría en 1870 poco más de 90 mil habitantes, que para el año de celebración sumarían poco más de 95 mil dado que era una de las ciudades del centro de México que más crecían en población, en palabras de Esquivel Obregón, en ese tiempo León era una “ciudad de muchas casas pero pocas de buen aspecto, agrupadas principalmente cerca de la plaza como su centro”. No es nuevo decir que en la ciudad de León de esa época, la mayor parte de sus construcciones domésticas eran de casas de un solo piso, que cuando se transitaba más allá de dos cuadras del centro, se veían casas de construcción modesta, solamente algunas de las que rodeaban al centro y algunas otras más allá, eran de dos pisos y mejor aspecto; con sus características particulares, a partir de la convocatoria emitida para celebrar el Tercer Centenario y en palabras del autor del texto que se reseña, “León, como por encanto, fue sucesivamente embelleciéndose con la pintura de sus edificios; se dejó ver, como una preciosa joven que lava y perfuma su risueña faz, preparándose para recibir á sus hermanos ausentes y a sus amigos, en el hermoso día de su natalicio.”.

La celebración del Tercer Centenario de la fundación de León, en un tiempo del siglo XIX donde el país había vivido momentos convulsos, se dio justo en el momento en el que el Plan de Tuxtepec, firmado un día antes del inicio de las fiestas del Tercer Centenario de León, llevaría por primera vez a Porfirio Díaz a la Presidencia de México. Si el día 15 de enero de aquel año se iniciaba la Revolución que llevaría a la Presidencia del país a quien lo gobernara a partir de ese momento y hasta la primera década del siglo XX, el 16 de enero se iniciaba la fiesta: “a las diez de la mañana León fue deliciosamente conmovida por las músicas que recorrían sus calles; salvas de cohetes y el alegre sonar de las campanas de los templos, todo saludando a nuestro hermoso y significativo pabellón nacional, que en esos momentos fue enarbolado en los edificios públicos.”

Sin duda esta fue una fiesta importante para la formación de la identidad leonesa; la muestra de artesanías y de los productos locales que se presentaron entonces, se convertiría con el tiempo en nuestra Feria de León, Patrimonio Cultural. Pero el “alegre sonar” de las campanas, las músicas y la vida leonesa de ese momento, formaron un eslabón importante en nuestra identidad, la leonesidad que hoy nos toca mantener; los carros alegóricos que se presentaron entonces, cuya descripción será motivo de las siguientes entregas de esta pequeña serie de artículos, y todos los eventos que entonces se realizaron, llevaron a Pacheco Gallardo a concluir en el documento que se reseña:

Tengan presente, como hemos dicho en otro lugar que en esta festividad, no se trata solamente de proporcionar un periodo, el dulce olvido de las tediosos instantes del trabajo, retrotrayendo nuestro apacible pueblo a contemplar entre los crespones del pasado la hermosa y perfumada cuna en que se meció su infancia; sino una oportunidad bellísima para estrechar sus relaciones, impulsar su comercio, hacer brillar sus artefactos, dar a conocer su cultura y de mostrarse en todos los casos, dignos del lugar distinguido que les está señalado entre los pueblos de la República y del amor y cariño con que es pronunciado su nombre por todas partes.

José de la Luz Pacheco Gallardo. León, Enero 31 de 1876