Escenarios • El Campeche de la Esperanza • Paola Arenas
Sésgate del camino y ve hacia donde
la luz quiere asomar, y brotará de nuevo tu rosal.
Juan de la Cabada
En esta ocasión, vamos de gira a Campeche. He escuchado el fuerte rumor de que es una ciudad con un matriarcado técnico, pues una mujer es la líder del área desde hace años. Esperanza… Esperanza.
La esperanza acá se escribe con mayúscula. Esperanza es el nombre de la mujer que está al frente de los teatros de la ciudad, la jefa de foro que nos hace ver que es posible, que hay mujeres luchando desde hace años por entrar en este mundo tras bambalinas.
Esperanza es una señora que nos recibe con buen ánimo, que ha visto los videos de las obras que traemos, y que sabe de qué va la gira. Esperanza observa, todo el tiempo. Se ve quedesde su mirada, las soluciones salen a borbotones.
En un momento a solas en la cabina me cuenta su historia:cómo la invitaron en la prepa a hacer teatro con unos compañeros y el teatro la enamoró desde la parte técnica. Me cuenta lo duro que ha sido, cómo se debió convertir en unaogra para ganarse el respeto que se le negó por su género. Me veo en ella, escucho su historia que repliqué tantas veces, pero la veo ahora, sentada ahí, conservando la esperanza en su mirada, que me hace volver a soñar que todo es posible.
Teatro Juan de la Cabada
El Juan de la Cabada es el primer teatro que visitamos para presentar “Las mujeres de Emiliano”, de Conchi León. Llegamos con un calor y humedad que nos hace ver nuestra suerte. Es un teatro italiano, para trescientas personas, convertido en escuela para una nueva generación de técnicos comandada por Esperanza: gente joven con mucho espíritu para aprender y seguir en este oficio.
Justamente ese es uno de los espíritus de la CNT (Compañía Nacional de Teatro), compartir el conocimiento de todas sus áreas. En esta ocasión antes de los montajes el director técnico de la compañía, Kay Pérez y la coordinadora Melisa Varïsh, dieron un taller sobre escenotecnia a todo el equipo técnico de Campeche, para cumplir con este propósito de seguir compartiendo el conocimiento que históricamente se ha transmitido de boca en boca.
Este tipo de teatros se mantiene por la gente que trabaja en ellos. Las necesidades de mantenimiento y equipamiento son evidentes, desde una escalera para enfocar, mantenimiento al cableado en general, etc. Sin embargo, la magia del teatro sucede; siempre sucede.
Este teatro lleva el nombre del autor campechano, gran narrador y activista, Juan de la Cabada (Campeche 1899–CdMx 1986), miembro del Partido Comunista Mexicano, que constantemente basó su literatura en los pueblos originarios, sobre todo de la cosmología maya, hablando del mar, de las selvas, los tigres, coyotes y lagartos, campesinos, esclavos y pescadores. Por todo esto se le intentó identificar como arte del realismo mágico; sin embargo, de la Cabada viaja entre estilos y corrientes sin encasillarse en ninguno.
El nombre de Juan aparece junto a otros como Luis Buñuel, Julio Bracho, Rius, Elena Garro o José Revueltas, como guionista de cine en películas como Las señoritas Vivanco, Calzonzin Inspector o Las fuerzas vivas.
Si no conocías a este autor y quieres escuchar a Juan de la Cabada con fragmentos de su obra y semblanza en el programa “Referencias” transmitido en 1989, puedes hacerlo en esta liga publicada por el IMER.
Teatro Francisco Paula del Toro
Es uno de esos teatros en herradura en los que el solo poner un pie ahí te transporta a otra época, te hace pensar en toda la gente que ha pasado por esas butacas y por ese escenario. Inaugurado en 1824, precisamente por Francisco Paula del Toro, un cartaginés cuñado de López de Santa Anna, y gobernador de Yucatán, quien quería convertir ésta en una ciudad cosmopolita.
El arquitecto de este recinto, que me recuerda tanto a mi querido teatro Juárez, es el francés Teodoro Journot, quien diseñó y dirigió el proyecto a cambio de una módica cantidad y de recuperar su libertad (porque se encontraba detenido por causas desconocidas). Fue inaugurado en septiembre de 1934 con Orestes o Agamenón vengado y La jeringa. Ha pasado por varias remodelaciones, entre 1913 y 1915 la más importante de ellas, con la que fue convertido principalmente en sala de cine. En 1965 pasa a formar parte del patrimonio de la Universidad Autónoma de Campeche y retoma su vocación escénica en 1990, reinaugurado por el 450 aniversario de la fundación de la ciudad.
Tiene un aforo de 600 personas. Cuenta con varas contrapesadas, con una altura de 12 metros de piso a parrilla, un proscenio de 9.76 metros, una distancia de 12 metros del telón de boca a ciclorama, y un escenario con un importante declive, un teatro clásico, como todos estos foros centenarios que hay por nuestro país.
En el Francisco Paula del Toro presentamos “Latir” y “¡Violencia!”, dos montajes muy distintos. Uno trata el tema de la vida de los adultos mayores y otro la depresión de una joven contemporánea. El equipo técnico tuvo una gran actitud, lo que nos ayudó a presentar estas obras en dos días consecutivos. Afortunadamente tuvimos casa llena en todas las funciones, se quedó afuera público en cada función. Al final, poder compartir lo que hacemos, lograr que cada persona que se sienta en esa butaca olvide por un rato su cotidianidad, es lo que nos motiva para seguir con esta carrera.