sábado. 20.04.2024
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Hábitat, cultura y arquitectura

Hábitat, cultura y arquitectura

Relaciono automáticamente la primera semana de octubre con una serie de conmemoraciones que evoco con agrado. El Día Mundial del Hábitat, instaurado en 1986, en virtud de la resolución 40/202 adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas; el Día Mundial de la Arquitectura, instaurado en 1996 por decreto establecido por la asamblea de la Unión Internacional de Arquitectos y el Día Nacional del Arquitecto, instaurado en 2004, mediante emisión de declaratoria oficial, del entonces Presidente de la República Mexicana, Vicente Fox Quesada.

Las primeras dos celebraciones, de carácter mundial, se realizan cada primer lunes del mes de octubre; este año se celebran el día 7. Hábitat, concepto universal rector, que nos permite comprender el valor del espacio requerido por el ser humano para su adecuado desarrollo con relación a su entorno, adquiere mayor valor al comprender el reto que representa su debida atención, frente a un crecimiento mundial de la población  y el incremento de condiciones vulnerables para su adecuado desarrollo.

El hábitat cuenta con una vinculación notable con la Arquitectura, disciplina que integra el conocimiento para diseñar y construir el espacio habitable requerido por el ser humano. Esto no implica que sea la única disciplina relacionada con el hábitat. El estudio, comprensión y desarrollo del hábitat se fundamenta en una riqueza interdisciplinaria; sin embargo, se considera en este artículo a la Arquitectura por la empatía en su esencia y celebración. El Día del Arquitecto en México se funda en la idea de otorgar un reconocimiento social sobre los profesionistas que ejercen dicha disciplina, aunque no debemos olvidar que tradicionalmente se realizaba conjuntamente con los trabajadores de la edificación, el día de la Santa Cruz, cada 3 de mayo.

La Unión Internacional de Arquitectos (UIA) ha elegido para efectos de su celebración en este 2013, el lema “Cultura y Arquitectura”, la UIA desea destacar la multitud de interpretaciones e ilustraciones que reflejan la diversidad, riqueza, imaginación y capacidad de invención de los arquitectos a través de sus diseños y obras. La arquitectura y la ciudad construida a lo largo de la historia son una forma de expresión cultural; en ellas se refleja su historia, su idiosincrasia, sus valores, sus creencias, sus anhelos y las formas de ver la vida.

Son curiosas estas celebraciones, después de haber conocido los resultados causados recientemente en México, por la suma de factores como la falta de un desarrollo urbano eficiente, la falta de cultura urbana en la sociedad y la voracidad de la expansión irracional de las ciudades mexicanas, frente a fenómenos naturales.

Las ciudades y su arquitectura reflejarán siempre el nivel de cultura que tenemos para habitar y convivir con nuestro entorno.

Hábitat olvidado, causa de nuestra crisis metropolitana, urbana y rural

El hábitat humano en México, independientemente de la escala que personifica en el territorio (metropolitano, urbano o rural), presenta una diversidad de problemáticas. Al estudiar y conocer las motivaciones que dieron origen a los problemas, su magnitud no deja de incrementar en dimensión y  en complejidad de comprensión, debido a la presencia de una diversidad de causas y efectos que ocasionan un escenario crítico con ausencia de orden, insostenible e irracional.

La crisis del hábitat se gestó por la acumulación de hechos o acciones irresponsables, omisiones, vacíos y abusos, produciendo un crecimiento urbano contemporáneo predominantemente expansivo, irracional y de baja calidad, sin articulación a un modelo de ciudad. Las ciudades mexicanas actualmente no presentan un balance en su orden, lógica de funcionamiento, eficiencia, competitividad, sustentabilidad, calidad y dignidad para la ciudadanía.

Atender el déficit para alcanzar espacios habitables de calidad, requiere una activación de diversos proyectos urbanos sustentables e integrales, responsables en todo momento con su entorno, vinculados a modelos de ciudad. Atender el problema es la única forma de revertir las omisiones y afrontar las problemáticas que abundan en nuestras ciudades; activar una verdadera revolución para mejorar ciudades y comunidades.

La solución suena fácil; tan sólo se requiere deseo y voluntad para mejorar los espacios que habitamos. Sin embargo tenemos un pequeño problema de tipo cultural.

Considerando que el gobierno federal se olvidó del tema urbano como política primaria del desarrollo nacional, y que apenas empieza a establecer las bases de una política urbana en el país por medio de la creación de la SEDATU, es fácil comprender que los problemas que tenemos y observamos en nuestra realidad cada día, no serán considerados, atendidos ni resueltos en su totalidad. Posiblemente se establecerán políticas rectoras, pero no habrá recurso económico que sea suficiente para atender la diversidad de problemas urbanos identificados actualmente.

Pero si la autoridad no cuenta con recursos suficientes para resolver las problemáticas urbanas, eso no representa la ausencia de opciones alternativas para revertir la problemática y mejorar nuestras ciudades. Nuestra oportunidad de mejorar la ciudad no se debe limitar a la capacidad de respuesta del gobierno.

Lo que no es válido como sociedad, es ser simples espectadores y cómplices del olvido a la atención que nuestras ciudades requieren para su mejora. Podemos y debemos ser actores que conduzcan la participación activa y el fomento de acciones alternativas que tengan como finalidad el mejoramiento de nuestras ciudades.

Cultura del hábitat, necesidad apremiante

Considerar la activación de una comunidad participativa en la mejora de su hábitat, siempre será benéfico en todo proyecto urbano integral. La clave para facilitar su participación en tan noble causa se encuentra en la cultura de esa comunidad.

Un grupo ciudadano con cultura de un hábitat digno, sustentable, ordenado y competitivo, tiene mayores probabilidades de alcanzar la mejora de su vivienda, calle, plaza, barrio y ciudad, simplemente por el valor y apropiación del espacio donde vive.

Probablemente la ciudadanía no resolverá todos sus problemas en un día, pero al momento que consideren los retos comunes y se organicen y activen en su atención, estarán forjando una sociedad con cultura del hábitat, en que los ciudadanos son actores potenciales de cambio, con capacidad para transformarlo.

Más allá de la celebración del hábitat como temática de interés universal, de la arquitectura como  disciplina de gran nobleza basada en las ciencias y las artes, o del arquitecto como actor que ejecuta su disciplina con responsabilidad a favor de la sociedad, este artículo es un ejercicio del vínculo entre ellas y su capacidad positiva para aportar, hacia el fomento y consolidación de una cultura responsable del hábitat humano, entre los diversos sectores y actores de nuestra sociedad.

En la sociedad podemos tener una función como artistas, funcionarios públicos, taxistas, abogados, carpinteros, ingenieros, comerciantes, médicos, políticos, obreros, amas de casa, arquitectos, estudiantes, etcétera. Y seguramente tenemos una gran diversidad de pensamientos y opiniones, pero todos tenemos posibilidad de dar un punto de vista sobre la calidad de ciudad que habitamos. Además, compartimos dos cualidades: 1) Todos somos ciudadanos con igualdad de derechos y responsabilidades, y 2) Todos compartimos un espacio y entorno para vivir.

Solamente en nosotros está la solución. Lograr una ciudad digna para vivir y una cultura del hábitat, representan siempre la base de éxito para cualquier modelo de desarrollo.

Arquitectura y hábitat.

La arquitectura y los profesionistas que ejercemos dicha disciplina, tenemos una diversidad de retos y oportunidades para mejorar nuestra forma de diseñar, construir y vincularnos con la ciudad. Como organización gremial hay una diversidad de oportunidades para participar activamente en el fomento de una cultura del hábitat en la sociedad.

Es irresponsable ser ajenos a los problemas del hábitat humano de nuestro propio entorno. Es nuestra obligación ampliar la formación continua sobre el tema. Tenemos la responsabilidad de integrarnos a la consolidación urbana ordenada y sustentable en cada una de nuestras acciones, pues contamos con una responsabilidad ante la sociedad: establecer posturas y hacer valer una opinión responsable en las políticas públicas relacionadas con el modelo, reglas, procesos y proyectos para hacer y mejorar la ciudad.

La arquitectura debe vincularse en proyectos urbanos interdisciplinarios y enriquecer el proyecto, con elementos de valor e interés de todas las disciplinas con las que interviene.

La formación de nuevas generaciones de arquitectos responsables con su entorno es esencial. Las universidades tienen la opción de marcar la diferencia en los nuevos actores; ellos representan la calidad de formación, dominio y conocimiento del estudiante de arquitectura, y su capacidad de intervenir y mejorar adecuadamente con los aspectos presentes y diversos del hábitat humano, bajo parámetros de calidad y responsabilidad con su entorno.

Revolución por la transformación y mejora del hábitat

Espero que a partir del día 8 de octubre, al terminar las celebraciones aquí comentadas, la cultura del hábitat no se pierda en el olvido.

Comentar el tema con diversos actores y sectores, me permite reconocer y confirmar la necesidad de crear oportunidades alternativas de participación, auxiliares en la transformación de ciudades.

Sólo como sociedad comprometida podremos dejar de crecer de forma caótica; por ello valoro la necesidad de impulsar una cultura ciudadana responsable, que se transforma en una necesidad vital para lograr mejores ciudades.