Día del médico

…a pesar de sus fracasos, de sus divorcios, de sus infartos, de sus úlceras gástricas, de sus adicciones para ganarle horas al sueño (principalmente a la cafeína y el cigarrillo, que minan su salud), de ser muy popular en el hospital y un desconocido en casa, pocos médicos cambiarían de profesión si la vida les diera una segunda oportunidad…

Día del médico

Quien piense que el maltrato al gremio de la salud es una moda reciente en México, debo decirles que no es así. Una de las páginas más infames de la historia nacional se dio en contra de los trabajadores de la salud, y es tristemente recordada como “La matanza de Tacubaya”

Remontándome un poco en la historia, la mañana del 11 de abril de 1859, en el marco de la Guerra de Reforma, el general conservador Leonardo Márquez derrotó en batalla a su contraparte liberal Santos Degollado, de cuyas filas tomó muchos prisioneros oficiales y de tropa. El presidente Miguel Miramón ordenó a su lugarteniente pasar por las armas a todos los oficiales presos, pero el general Leonardo Márquez, quien siempre sintió celos y antipatía por Miramón, acató la orden a un grado de desobediencia, y de manera subrepticia, extralimitando su poder a niveles de crueldad, ejecutó a todo el que se encontró en el campo de batalla, incluidos varios médicos que prestaban sus servicio como voluntarios, lo cual lo hizo consagrarse en la historia como “El Tigre de Tacubaya”.

Luego de la aplastante derrota liberal, debido a que ninguno de los ejércitos contaba con suficiente personal de sanidad, varios jóvenes estudiantes de medicina y sus maestros se arriesgaron para asistir a los heridos. Médicos y pasantes de la capital cruzaron las líneas enemigas para establecer lo que se llamaba un “hospital de sangre” en el campo de batalla, que en realidad era un servicio de emergencias para los heridos en combate de ambos bandos, según las enseñanzas europeas que dejaron la campañas napoleónicas y la Guerra de Crimea. Sin embargo, a pesar de ser neutrales y desempeñar una labor humanitaria, Leonardo Márquez ordenó fusilarlos por la espalda como traidores en el jardín de la Casa del Arzobispado. En total fueron cincuenta y tres víctimas entre oficiales liberales, médicos, pasantes de medicina y algunos curiosos. Los cadáveres fueron apilados en carretas y arrojados a una barranca. La cruel matanza marcó el punto de inflexión con la población mexicana entre los conservadores, que antes de este suceso contaban con el apoyo popular, y los liberales, quienes eran vistos como apóstatas por la religiosa sociedad de aquella época. A los ejecutados en cumplimiento de su deber se les conoció como “Los Mártires de Tacubaya”.

Pero por desgracia vemos que esta tendencia a desquitarse contra el galeno de todo, continúa sin perder su esencia desde los aciagos días de la Guerra de Reforma. Hoy el médico sigue siendo el punto más débil del hilo en el sector salud, donde él es el responsable de los recortes a la sanidad y las políticas erróneas producto de una mala planeación. Por lo regular, cuando el usuario del sistema se acerca a quejarse de las precarias condiciones en las instituciones, omite recordar que dio su voto para elegir a sus representantes embaucado por una despensa, por una pantalla plana o porque el candidato era muy guapo, y al final el responsable de un mal servicio es el doctor que tiene enfrente, quien ya vio treinta consultas, pasó visita hospitalaria e hizo nota de diez pacientes internados y acudió a las interconsultas de urgencias él solo en un turno, siendo también una víctima más del sistema por los sufragios emitidos en las urnas sin conciencia. ¿En todo caso, quién debía reclamarle a quién? Pero la mente humana es muy pervertible, sobre todo la que no ve más allá de su propia necesidad.

El médico pasa horas dentro de un hospital desde su formación y ve como “normal”, como parte de una fatalidad, algo que es completamente antinatural: no dormir, comer a deshoras cuando se puede, el desarraigo familiar, la mala paga, constante estrés tanto por la salud de sus pacientes, a sabiendas que con la muerte se negocian plazos, pero no se le vence nunca, como por el riesgo de ser demandado y perder en un juicio todo el patrimonio. Y sin embargo, a pesar de sus fracasos, de sus divorcios, de sus infartos, de sus úlceras gástricas, de sus adicciones para ganarle horas al sueño (principalmente a la cafeína y el cigarrillo, que minan su salud), de ser muy popular en el hospital y un desconocido en casa, pocos médicos cambiarían de profesión si la vida les diera una segunda oportunidad, tal vez a causa de esa fatalidad a la que ya están predestinados, pues sin darse cuenta, ellos no eligieron la carrera; la medicina los eligió a ellos. La muestra es que quienes fuimos hijos de médicos, juramos de niños que a nuestras familias jamás les haríamos lo mismo, y terminamos haciéndolo.

Y aunque en el resto del mundo se festeja el 3 de diciembre el Día Internacional de Médico, en la República Mexicana se les homenajea el 23 de octubre para hacer coincidir la fecha con la creación del Establecimiento de Ciencias Médicas creado en el siglo XIX (de donde eran maestros y alumnos los mártires de Tacubaya), que fue el precursor de la actual facultad de medicina de la UNAM.

Desde ésta, mi trinchera, extiendo una gran felicitación y agradecimiento a todos los galenos del mundo.