El Evangelio según • Función pública • Víctor Hugo Pérez Nieto

“Es fácil abusar de otros contando con un mínimo de jerarquía si no se tienen bien plantados los pies en el asfalto…”

 

El Evangelio según La Encuesta de Clima y Cultura Organizacional (ECCO), es una herramienta de la Secretaría de la Función Pública (SFP) que se aplica en todas las instituciones del Gobierno Federal y sirve para medir el clima y cultura organizacional de las instituciones, pero que en la práctica no tiene ninguna utilidad. Por ejemplo, en los últimos tres años en el hospital del IMSS de Acámbaro se han tenido  números rojos en dicha encuesta que deberían encender las alarmas, sin que la SFP ni el Órgano Interno de Control tomen cartas en el asunto.

Las denuncias por abuso a derechohabientes, Mobbing e ineptitud se acumulan, sin que el o los denunciados sean llamados a rendir cuentas.

El caso es grave: se acaba de destapar una vergonzosa cloaca de vejaciones en El Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios (ISSEMyM), donde cinco médicos residentes de ortopedia fueron dados de baja tras ser señalados por practicar violencia contra sus compañeros de menor grado, algo que por desgracia sucede en todos los hospitales e instituciones sin que nadie tome cartas en el asunto hasta que la bomba estalla, y cuando esto ocurre sólo se lavan las manos con los de menor jerarquía.

En los videos se aprecian residentes de mayor jerarquía haciendo la típica “novatada” a los de reciente ingreso.

Yo como médico sé que eso no es nuevo, ni ocurre solamente en el ISSEMyM, ni tampoco nos ocurre a los médicos sólo en la etapa del internado o la residencia.

El abuso de poder es un práctica piramidal y generalizada, donde todos dentro de la organización tienen alguna participación. Ese abuso se da en todos los sectores sociales (no nada más entre médicos) debido a la falta de controles correctos. No son las mismas consecuencias para los que abusan de su poder aquí en México que en los Estados Unidos.

Se me viene a la mente el caso de Félix Salgado Macedonio, quién fue protegido a pesar de las múltiples denuncias por acoso sexual que recayeron sobre él durante la precampaña a la gubernatura de Guerrero. A pesar de todo, hoy su hija funge como mandaría del estado y él continúa una especie de maximato, sin rendir cuentas y con la venía presidencial. ¿Me explico entonces por qué el abuso es algo piramidal donde todos tienen o tenemos alguna participación? El no denunciarlo, incluso, es tolerar la práctica, aunque cuando se denuncia, el que lo hace espera recibir una andanada de artillería, con todo el poder del Estado encima. Aun así, no se debe callar ninguna injusticia, a pesar que nuestros modelos pedagógicos que llevamos desde niños privilegian la sumisión. Somos educados para formar parte de una cadena de producción, y el abuso de poder son los engranes con los que gira la banda para llevar los productos del punto A al B sin que se descarrile.

Es fácil abusar de otros contando con un mínimo de jerarquía si no se tienen bien plantados los pies en el asfalto: el clásico caso del que se marea con sólo subirse a la banqueta.

Pareciera que la administración pública malentendió las estrofas de nuestro himno e interpretó: “Un Salgado Macedonio en cada hijo te dio”. O por lo menos en algunas instituciones de salud pareciera ser así.

Por ejemplo, con todo y Función Pública, Órgano Interno de Control y encuesta ECCO, en el IMSS de Acámbaro Guanajuato tenemos nuestro propio Félix Salgado Macedonio, y según me cuentan, está práctica se repite a lo largo y ancho del estado de Guanajuato.