martes. 24.06.2025
El Tiempo

Hamelín y sus ratones

“Seguramente el causante de esta desgracia fue su alcalde, quien a modo de cualquier político que se digne de serlo per saecula saeculorum, cobró el rescate pero nunca se lo entregó al flautista…”

Hamelín y sus ratones

En 1284 la ciudad de Hamelín estaba devastada por los ratones, hasta que cierto día de junio, apareció un desconocido que ofreció sus servicios a los habitantes del pueblo. A cambio de una recompensa, él libraría la villa de roedores, lo que los aldeanos aceptaron. Entonces el desconocido, quien era flautista, comenzó a tocar su instrumento y todas las ratas salieron de sus escondrijos para caminar hacia donde la melodía sonaba. Una vez que las alimañas estuvieron reunidas en torno al flautista, éste empezó a marchar y ellas le siguieron al sonido de la composición. El músico se dirigió hacia el río Weser y las ratas, que iban tras él, acabaron ahogadas.

Cumplida su misión, el flautista reclamó su estipendio, pero los pobladores se negaron a pagarle. El cazador de ratas regresó el 26 de junio, día de San Juan. Mientras los habitantes del pueblo estaban en misa, volvió a tocar su chirimía. Esta vez fueron ciento treinta niños y niñas los que le siguieron al compás de la melodía y se los llevó a una cueva donde los retuvo hasta que los aldeanos pagaron el rescate, según el cuento de los hermanos Grimm, aunque la versión original del suceso, plasmada en un vitral de la ciudad alemana, cuenta que jamás volvieron a ver a los infantes, pues los niños fueron tirados y ahogados en el río Weser por aquel músico. Seguramente el causante de esta desgracia fue su alcalde, quien a modo de cualquier político que se digne de serlo per saecula saeculorum, cobró el rescate pero nunca se lo entregó al flautista por sus servicios como controlador de plagas y enfermedades (no olvidemos que la pulga de la rata era el vector trasmisor de la peste). Muy probablemente los ciento treinta niños que murieron también fueron víctimas de la peste, la rickettsia o el tifus, lo cual tiene relación directa con los roedores del relato, y de forma alegórica se atribuyó su deceso a una flauta mágica.

Y hablando de alegorías, nosotros también tenemos nuestro Hamelín lleno de ratas y ratones que sesionan en San Lázaro y que este fin de año, por concepto de aguinaldo, bono navideño y subvenciones extraordinarias, se embolsarán la envidiable suma de $450,000.00 pesos cada uno (El Economista). Los legisladores reciben al mes 148 mil 375 pesos por no hacer nada. Si tomamos en cuenta que el salario mensual de un médico subespecialista como el oncólogo o el neurocirujano que estudió 8 años adicionales después de salir de la licenciatura y comenzó a trabajar a los 35, es de $25,000.00 ya libres de impuestos, sumando todas las prestaciones, veremos bastante onerosa la dieta de un político. Además, para los diputados una suma igual (148 mil 375 pesos) será su aguinaldo, más los 150 mil pesos de “bono de fin de año”, que elevará a 450 mil pesos los recursos que recibirá cada diputado en este mes de diciembre. Si a esto le sumamos el riesgo que corre un médico por las emanaciones radioactivas de los fluoroscopios, y a ser demandado, agredido o exhibido en la prensa, es un insulto su estipendio, comparado con el de un legislador que lo único que hace es irse a dormir a su curul. De los senadores y ministros de la Suprema Corte de Justicia no quiero ni hablar, porque las cantidades de que hablo son mucho mayores.

Pero eso sí, ya votaron a favor del mayor gasolinazo que se vaya a ver en los últimos años, y que se dará en el 2017 al liberarse el precio de los combustibles sin quitarle el 40% del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) que cobra el gobierno al consumidor final, y con lo que remedia el gasto que dejó de percibirse por la Reforma Energética, mediante la cual renunciamos a una economía “petrolizada” pagada por todos, a cambio de una “gasolinizada” cargada principalmente a la clase media, aunque igualmente afecta a todos los sectores (los productos y servicios que se reciben vía terrestre o marítima son traídos a través de barcos, camiones y trenes movidos por motores de combustión interna, de ahí la escalada de precios).

Y hablando de golpes bajos a la clase media, en la Ciudad de México se vivió un ataque en contra de la propiedad privada, como demostración de que también de la izquierda salen correas para ahorcarnos: el proyecto de Constitución de la Capital, contemplaba específicamente en los incisos 7 y 9 de su artículo 21, la confiscación de la propiedad privada disfrazada de “recuperación de plusvalías”, para “crear mecanismos para combatir los procesos de acaparamiento, sub utilización y especulación de los terrenos”, lo que quiere decir en lenguaje llano que si hizo por patrimonio más de una casa y la renta, porque las afores le robaron su pensión y –aunque nadie en el gobierno hizo nada para defenderlo- usted tomó sus previsiones para tener de qué vivir en la vejez, ahora también el gobierno de la Ciudad de México lo quería robar para saludar con sombrero ajeno y con la peor sonrisa del populismo. Aunque usted no lo crea. Esto hubiese tenido graves repercusiones, ya que desactivaría la inversión en vivienda que es el motor económico, y a muchos los dejaría sin su patrimonio en caso de que entrara en vigor este asalto en despoblado.

Eso sí, aunque nuestros hijos se vayan a la cama sin cenar, siempre habrá un Javier Duarte, un César Duarte o un Roberto Borge rondando en nuestras pesadillas, con las panzas bien cebadas como ratas de alcantarilla.

La única solución que veo a nuestros males es arriesgarnos a llamarle al Flautista de Hamelín, para ver si nos pueden librar de esta peste, pero ahora sí pagarle de manera directa, y no a través de un servidor público, por el bien de nuestra niñez.