Lealtad a ciegas

“…es propia del reino de las bestias, por su carencia de raciocinio…”

La lealtad “a ciegas” es propia del reino de las bestias, por su carencia de raciocinio. Un perro o un caballo pueden ser leales a ciegas porque son de naturaleza servil.

La lealtad se define como la devoción de cualquier persona con un Estado, gobernante, comunidad, persona o causa, incluido el nacionalismo del nazismo o del fascismo.

Hay lealtades que son definidas erróneamente como “ilimitadas” en sus alcances, y fracasan cuando chocan de frente con los límites de la moralidad.

Un proyecto que exige lealtad a ciegas raya en el estanlinismo, donde el que no coincidía al pie de la letra con las ideas del líder supremo, era enviado a los campos de trabajos forzados de Siberia. Así, 20 millones de personas, incluidos ingenieros, músicos y poetas, murieron en los gulags por no ser suficientemente abyectos. Entonces los comunistas debían ser leales a ciegas, aunque la lealtad fuera hacia personas o causas que no eran dignas de ella.

La lista es larga y no incluye nada más al comunismo: maoísmo, estanlinismo, troskismo, fascismo, nazismo. Todos ellos exigieron lealtad a ciegas y obligaron a sus seguidores a cometer crímenes atroces.

Hoy día, tal vez sea Corea del Norte el mejor ejemplo de un pueblo sometido al servilismo. Kim Jong-un tiene sus propias versiones de Gulags para los ciudadanos que no muestren la fidelidad suficiente hacia su persona.

Afortunadamente, López Obrador  aclaró que no quiere lealtad a su persona, sino al proceso de transformación. Pero el esquema de fondo en la petición de Lealtad a ciegas, luego de las renuncias de personajes claves en el gabinete como Germán Martínez, Carlos Urzúa y recientemente Jaime Cárdenas, no cambia, porque él se asume como la única transformación plausible para el país y para la encarnación de la nueva historia de México. Sin importar los hechos que hayan propiciado estas renuncias y que seguramente, más que una lealtad a ciegas, corresponden a una lealtad a sus propias convicciones de no traspasar los límites de la ética.