Médicos asesinados

“Justicia a los médicos caídos, mejora de las condiciones laborales, rechazo al chavismo en el sector salud con la llegada de brigadas extranjeras, y respeto a los logros sindicales y contratos colectivos […] es lo único que exigimos…”

Médicos asesinados

El pasado domingo 21 de julio me desperté con una terrible noticia: había sido tiroteado en León, al parecer, al resistirse a un asalto, mi compañero, ex jefe y amigo, el Dr. Carlos Granados, a quien conocí de manera muy cercana, ya que ambos fuimos confidentes el uno del otro en un tiempo difícil.

Fungió durante muchos años como parte del equipo de supervisión delegacional de Guanajuato, hasta que llegó la época de terrorismo y bullying laboral que instauró un imberbe advenedizo que intentó tomar por asalto todo el IMSS, rescindiendo los contratos a quienes se oponían a su forma de trabajo o protestaban por la situación laboral, y del cual, por fortuna, sólo queda en los anales de la historia reciente un mito de pasillo hospitalario.

El Dr Carlos Granados fue el primero en saber que presentaría mi renuncia a la dirección del Hospital General del IMSS de Acámbaro, y las razones por las cuales lo hacía. Él era el encargado de los hospitales de segundo nivel del equipo de supervisión y el último sobreviviente esa etapa de terror instaurada por aquel siniestro personaje al que juntos le dimos el apodo de “Rasputín”, ya que actuaba siempre tras bambalinas, pero sabíamos que era la mano que mecía la cuna. «También yo estoy por irme, aunque no renuncio al puesto de confianza, regreso a mi anterior cargo de coordinador clínico desde donde te mantendré informado, a ti que tienes el poder de la escritura y la atención de la opinión pública. Lo que han hecho tú y otros directores es lo correcto porque nadie puede pasar por encima de su dignidad, lo cual aplaudo y apoyo», me dijo la última vez que conversamos en persona. Y así se hizo.

Fue gracias a sus confesiones y las filtraciones de otros ex compañeros de confianza, como se logró un cambio sustancial en la delegación del IMSS Guanajuato, estando un servidor como cabeza visible con su pluma, ya desde la trinchera de los trabajadores sindicalizados, pero en defensa de toda la familia IMSS.

Por desgracia, a los 58 años de edad su luz dejó de brillar a manos de unos arteros y cobardes criminales, quienes lo ultimaron por la espalda frente a su familia, luego de retirar una fuerte suma de dinero en una plaza comercial de León. Además de coordinador clínico de la clínica T 58 era ginecólogo, esposo y padre de dos pequeños, de los que siempre platicaba con orgullo.

Se deben seguir todas las líneas de investigación en este crimen: desde los cajeros y personal de la sucursal bancaria donde realizó el retiro, hasta el destino final que tendría este dinero, porque la comunidad médica exige respuestas y seguridad ante la ola de sangre que se está cerniendo sobre el gremio con su llovizna escarlata.

La bata blanca es nuestro uniforme, la serpiente alrededor del báculo de Esculapio nuestro escudo, y les guste o no, tenemos una jerarquía bien delimitada en la medicina, representada por estudiantes, internos, pasantes, residentes y adscritos, al estilo militar, sólo en espera de que nos colmen el plato para tomar las calles y paralizar al país.

Justicia a los médicos caídos, mejora de las condiciones laborales, rechazo al chavismo en el sector salud con la llegada de brigadas extranjeras, y respeto a los logros sindicales y contratos colectivos de trabajo de los hospitales e institutos que durante décadas han brindado salud al pueblo de México, es lo único que exigimos