La muerte de Iván Ilich

“En «La muerte de Iván Ilich» de León Tolstoi, el personaje principal era hijo de un funcionario el cual, a pesar de mostrar su completa incapacidad para ejercer unas funciones realmente útiles, no podía ser despedido, y por eso ocupaba cargos ficticios con sueldos nada ficticios con los que vivió hasta la vejez más avanzada…”

Lo que este aprendiz de brujo dijo en una columna previa, “todo empleado asciende hasta alcanzar su nivel de incompetencia, solamente en la política no se da este principio”, quedó comprobado con la ratificación de Alfredo Castillo en la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE) por el presidente Peña Nieto, lo que deja al desnudo el cinismo con el que se conduce la clase política que también comparé con el “loby gay” del Vaticano, donde no hay castigos, sólo cambios de adscripción.

En “La muerte de Iván Ilich” de León Tolstoi, el personaje principal era hijo de un funcionario el cual, a pesar de mostrar su completa incapacidad para ejercer unas funciones realmente útiles, no podía ser despedido, y por eso ocupaba cargos ficticios con sueldos nada ficticios con los que vivió hasta la vejez más avanzada, como miembro innecesario de diversas e innecesarias instituciones. Aquí en México, esto se observa en las comisiones honorarias con sueldos muy onerosos. A guisa de ejemplo, el inventado cargo de “comisionado para la paz en Michoacán”, artificio creado por el presidente Peña para pagarle el favor del caso Paulette a Alfredo Castillo. Como nos muestra “La muerte de Iván Ilich”, estas actitudes ya ocurrían desde la época de los zares y aun mucho antes, pero fueron plenamente documentadas por los escritores del realismo social de finales del siglo XIX, quienes describieron con profundidad la aristocracia, la pobreza y la indolencia de los gobernantes de aquella época. Europa ha evolucionado desde entonces hasta nuestros días, pero lo que se lee en las obras que abarcan desde “El Capote” de Nicolái Gógol hasta “La Madre” de Máximo Gorki, pasando por “Campesinos” de Antón Chejov y que indudablemente dieron las bases ideológicas a la Revolución Bolchevique, es lo mismo que se vive hasta la fecha en casi toda América Latina: brecha social infranqueable, cinismo, corrupción; la indiferencia de la oligarquía ante la creciente pobreza, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte.

Vivimos una época decimonónica si nos comparamos con las modernas repúblicas del Primer Mundo, en algo que he llamado “democracias distópicas”, ya que suenan a democracias, se ven como democracias, se vota como en las democracias, pero no son democracias, puesto que atendiendo la raíz etimológica de la palabra, el poder no reside en el pueblo, sino en los gobernantes que se sirven de él para sus negocios particulares. Esto no es privativo de México; se da desde Tijuana hasta la Patagonia. La diferencia tal vez radica en que sólo en México no son castigadas estas conductas.

El descaro ha llegado a tal grado, que desoyendo el cada vez mayor descontento popular y la desaprobación a la gestión del presidente Peña, éste anunció una nueva reforma laboral, como si con las reformas que se han hecho hasta ahora no le bastara para darse cuenta que el camino tomado no ha sido el correcto. La delincuencia organizada está desatada a su máxima potencia, las instituciones rebasadas, las desapariciones forzadas serían la envidia de cualquier dictadura ochentera, el peso ha depreciado su valor en alrededor del 50% con respecto al precio que lo recibió este gobierno, la canasta básica y los combustibles por los cielos (El 1 de septiembre subirán más las gasolinas para reforzar la falta de compromiso que tienen los políticos con nosotros), y por si fuera poco, el FMI bajó nuestra expectativa de crecimiento al 2% e informó que la economía se contrajo 0.2% en el último trimestre, lo que hará poco probable el pago de la deuda, y seguramente generará otro recorte del presupuesto a nivel federal.

Pero no todo es pobreza en el país. Ahora que veo los departamentos que adquirió la familia Peña Rivera en una exclusiva isla de Florida, yo les puedo recomendar un destino aún mejor: tres islas paradisiacas donde pueden construir un lujoso complejo habitacional alejado de la civilización y bañado por las tibias aguas del Pacífico Mexicano, no muy distante del destino turístico de Manzanillo, en un área natural protegida declarada reserva de la biósfera. Pueden escoger cualquiera de las tres islas de arenas doradas para levantar su morada sin ser molestados. ¡Qué envidia! Sus nombres: María Madre, María Magdalena y María Cleofas, mejor conocidas como la Colonia Penal Federal Islas Marías. Los gastos correrían, ahora si, por cuenta del pueblo de México.