Es lo Cotidiano

Entretanto

Alberto Chimal

Entretanto, el Viajero del Tiempo se desplaza a fantásticas velocidades por la corriente de los siglos. (Esto es verdadero siempre.)

Entretanto, el Viajero del Tiempo pone en reversa su máquina. Avanzan río abajo los salmones. Alejo Carpentier desescribe hacia adelante.

Entretanto, el editor dice al Viajero del Tiempo que no exagere en la brevedad de sus relatos pues el mercado prefiere la novela.

Entretanto, el Viajero del Tiempo se detiene en una noche de Edgar Allan Poe a preguntarle si el caballero con el que habla es realmente una momia egipcia.

Entretanto, el Viajero del Tiempo cuenta al Golem de Praga la leyenda de Franz Kafka y Max Brod, vecinos de la ciudad, guardadores de misterios.

Entretanto, el Viajero del Tiempo lleva a Pancho Villa a ver películas de los siglos 21 y 22 sobre Pancho Villa. Al salir lo ve satisfecho.

Entretanto, el Viajero del Tiempo conversa con Jane Austen y reconoce que sí, de siglo en siglo la bondad llega a ser recompensada.

Entretanto, el Viajero del Tiempo oye al paciente que delira en su camisa de fuerza: está contándole su propia historia, viaje por viaje.

Entretanto, el Viajero del Tiempo huye de la explosión, que lo derriba y lo aturde: de pronto ha olvidado si está en Tunguska, Sodoma o qué.

Entretanto, el Viajero del Tiempo escucha música que no sólo no se ha subido ilegalmente a internet sino que no se ha compuesto. Aún.

Entretanto, el Viajero del Tiempo deja el siglo cuya iglesia más antigua venera a un Pequeño Pony (la Capilla Sixtina es púrpura brillante).

Entretanto, el Viajero del Tiempo escucha, de lejos, cómo discuten y pelean los jóvenes escritores de Pompeya. Hablan de pasión, de historia y de fuego.

Entretanto, el Viajero del Tiempo mira un incendio de Roma desde lejos. No se ve a ningún emperador. Pero se oyen los gritos.

Entretanto, el Viajero del Tiempo dice a Nikos Kazantzakis:

—Realmente creo que debería llevar al menos una libreta. No sólo habla mucho. ¡Habla arameo!

Entretanto, en otro lugar de Jerusalén, el Viajero del Tiempo oye que el hombre le contesta:

—¿Última cena de qué? ¿De quién? ¿No le dieron una dirección?

Entretanto, el Viajero del Tiempo visita el siglo donde cada identidad de David Bowie preside una iglesia distinta, en guerra con las otras.

Entretanto, el Viajero del Tiempo se relaja: este no puede ser el asesino en serie del que le hablaron. ¡Si trabaja de payaso en fiestas!

Entretanto, el Viajero del Tiempo escucha el lamento de Homero:

—No sé, no sé, no estoy seguro de nada. ¡Aquel poema en el que me basé es muchísimo mejor…!

Entretanto, el Viajero del Tiempo señala a la anciana Anaïs Nin, digna y perfecta, enteramente vestida.

—Sí tiene un aura —comenta Marilyn.

Entretanto, el Gato del Viajero del Tiempo se deja ver, pardinegro, en otra noche –una desesperada– de Edgar Allan Poe.

            —Miau —saluda, como si tal cosa, entre la lluvia y el viento.

Entretanto, el Viajero del Tiempo piensa en los otros sitios y tiempos que ocupa ahora mismo, mañana, siempre. Qué fatiga y qué vértigo.

***

Alberto Chimal es el autor de la novela La torre y el jardín, finalista en 2013 del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos. Ha publicado también cerca de una veintena de otros libros, principalmente colecciones de cuento. Es profesor y tallerista literario y se ha interesado en la ficción breve, la narrativa de imaginación fantástica y la escritura digital. Las Historias, activo desde 2005, alberga su bitácora personal así como una antología virtual de cuento, un concurso mensual de microficción y otros materiales.