Es lo Cotidiano

El caballo robado

Anónimo

El caballo robado

En ca del huen reye
se perdió un cabayo;
desían que el conde
lo había robado.

Ya ataban al conde
al pie de la torre,
cadena al pescuezo,
su cuerpo en prisiones.

Miróle la reina
desde el corredore;
el conde con veruensa
tapó sus prisiones.

–No las tapís, conde,
no las tapís, none,
que para los hombres
se dio las prisiones,
para las mujeres
los fuertes dolores,
para las alasbas
las ricas labores,
para los mancebos
los huenos doblones.

Arsara sus ojos
ande el sol se pone,
miró al carpintero
que la horca hase;
–“Maestro, maestro,
así Dios vos huarde,
hacedla muy alta
y angosto el coyare,
por que pierda el conde
su hermosa fase,
y no coman los perros
de atán linda carne.”

***
El poema El caballo robado fue escrito posiblemente en los años 1700 en Orán, ciudad de Argelia que fue ocupada por los españoles por siglos. Es un ejemplo de poesía sefardí, declamada (y luego escrita) en ladino, el idioma de los judíos españoles, de mayoría mallorquí, emigrados y afincados allí. De ahí que se respete la grafía de esa variación del español, con algunas palabras que contrastan claramente con los usos actuales. El poema es anónimo y posiblemente se cantaba como una fábula o un cuento de advertencia, aunque posiblemente también pudo ser para entretener a un público o a los niños (por lo que Tachas recomienda su lectura en voz alta, que al final la poesía así tendría que ser.) El caballo robado fue recopilado primeramente por Manuel Álvar, como parte de una muestra de la poesía tradicional de los judíos españoles.

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