jueves. 18.04.2024
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GUÍA DE LECTURA

Mar de leva, de Octavio Escobar

Jaime Panqueva

cc
Mar de leva, de Octavio Escobar
Mar de leva, de Octavio Escobar

Por los pasillos de la FIL Guadalajara encontré hace un mes al escritor colombiano Octavio Escobar y lamenté no haber podido comentar con él su más reciente novela, Mar de leva. Aproveché las vacaciones para sumergirme en este homenaje a Conrad, tan comentado desde las solapas del ejemplar hasta en las entrevistas posteriores a su publicación.

Así como Conrad creó Sulaco y Costaguana para criticar el colonialismo y recrear en la ficción las fricciones entre Colombia y Panamá de principios del siglo XX, Escobar la retoma para hablar de la levedad de nuestros tiempos. Porque mucho más allá del trabajo cartográfico y ucrónico para actualizar Sulaco al siglo veintiuno, Escobar desarrolla una historia de transición a la madurez de un muchacho quinceañero en la sociedad contemporánea caracterizada, como lo define el filósofo coreano Byung-Chul Han, por la agonía del Eros.

Javier, protagonista de la novela, debe asumir junto con el despertar de su sexualidad, azuzada por la pornografía, un noviazgo enmarcado por el sexting, y los retos “polinizadores” con sus compañeros de escuela, la pérdida de su padre secuestrado desde hace cuatro años y la convivencia con Mariana, su madre, que desea seguir adelante con su vida. Para celebrar su cumpleaños, esta última decide aceptar la invitación de Elena, una antigua y aristocrática compañera de estudios, para visitar el puerto, donde se recrean las situaciones actuales de muchos países del Caribe, entre las disparidades económicas, la crisis de la seguridad, la evolución del narcotráfico, la corrupción, etc.

Escobar hace filigrana con la levedad de sus personajes hasta el punto central del relato. Mientras Javier no sale de su celular entre despachurrar zombies con tripitidoras e intercambiar fotos de sus poluciones en lugares públicos, Elena convence a Mariana de regalarle a su hijo un espectáculo erótico en vivo en una de sus propiedades. Aquí citaría a Han: “El amor se positiva hoy como sexualidad, que está sometida, a su vez, al dictado del rendimiento. El sexo es rendimiento. Y la sensualidad es un capital que hay que aumentar. El cuerpo, con su valor de exposición, equivale a una mercancía.”

La experiencia, sin embargo, a pesar de la precisión de sus elipsis, es una muestra de esa hipervisibilidad, descrita por Han, que destruye los umbrales y castiga la imaginación. Y que contrasta con la forma precipitada en que se devela el descubrimiento final de Javier respecto a la vida sexual de su madre, umbral para Javier hacia el mundo adulto.

Vale la pena leer Mar de leva, por su exactitud quirúrgica, por el espejo de nuestro mundo narcisista donde el amor, la madurez y la sexualidad despliegan nuevos derroteros.

 

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