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ESTA CANCIÓN PODRÍA SER TU VIDA [NOVELA POR ENTREGAS, VIII]

First I look at the purse, (The Contours, 1965)

José Luis Justes Amador

Bolso Louis Viutton
Tachas 352
First I look at the purse, (The Contours, 1965)

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No se llamaba Edith Marie, pero alguna extraña transferencia de la que mi psicólogo nunca me ha dicho nada, ha hecho que en mi memoria se llame así. Sólo pronuncia esa palabra “transferencia” como una de esas explicaciones en una mala serie que arregla algo de la trama sin explicarla y sin explicación.

Sí coincide en el primer nombre, pero ha quedado unido al segundo con alguien al que no conocería hasta años después. Si mi terapeuta no puede explicarlo, yo ni siquiera voy a intentarlo.

Nos conocimos en una fiesta. Aunque sería más justo decir que la obligaron a que me conociera. La fiesta estaba llena de jóvenes trajeados con camisas blancas y corbatas negras delgadísimas antes de que estuvieran de moda, aunque alguno había optado por las camisas paisley de colores chillones. Ellas, la mayoría, llevaban pelo a lo garçon y  minifalda. Blanco y negro y diseños de op-art. Era el primer all nighter de nuestra ciudad. No sé exactamente que hacía yo ahí, pero allí estaba.

La mayor parte del tiempo mi atención estaba puesto en el pinchadiscos, que se dedicaba a poner oscuros temas de northern soul y clásicos del pop más brillante de los años sesenta. Al día siguiente tenía mi primer examen de la universidad y, ya que no había vivido mi rebelión adolescente y me sentía obligado a hacerlo, me uní a lo primero que por accidente me ofrecieron: una subcultura marginada. Si la casualidad me hubiera ofrecido un  grupo de fanáticos de Slayer o coleccionistas de mariposas, le hubiera entrado de todos modos.

Se reunían en la mesa más alejada de la facultad de filosofía y letras (a la que yo había llegado por accidente porque la de ciencias estaba cerrada). Parecía que nunca iban a clase, pero en contra de lo que decía la leyenda, no hablaban de política sino que se sentaban a jugar ajedrez, intercambiar discos extraños y datos más extraños sobre ellos. Elegí sentarme con ellos como podía haberlo hecho con los revolucionarios. O con los poetas. O con los deportistas.

Rosa y Javier hacían una pareja perfecta. Guapos, inteligentes y ricos. Estilosos. Yo quería ser como él y tener una novia como ella. Lo más cerca que podía estar de mi deseo era juntarme con ellos. Él terminaría como diseñador gráfico en jefe de una de las publicaciones más modernas del país, y ella de jefa de escaparatismo de Zara. Edith, a la que no había visto nunca hasta la fiesta, era la hermana “difícil”, así la llamaban todos, de Rosa.

—Te das cuenta de la genialidad de esta canción —fue lo primero que me dijo. —Sunglasses after dark. El tipo lo cantaba en los años cincuenta. Llevar gafas de sol de noche. Soy la hermana de Rose —lo dijo así, “rous”, no Rosa.

Comenzaron a sonar los Contours. Continuó.

—¿Bailamos?

Terminamos en su casa. Su madre, enfermera, siempre tenía el turno de noche. Cuando comenzó a desnudarse yo pensé en perder la virginidad de la manera más espectacular posible. Mi torpeza pospuso la genialidad y la pérdida para otro día. Bebimos vino barato de tetra pack y nos besamos y platicamos y en algún momento de la noche vomitó y se quedó dormida. Rebusqué en su colección de discos pequeños. Puse uno. La canción que habíamos bailado. Me fije, no se había cubierto o quizá en su movimiento se había destapado, en su sexo depilado muchos antes de que estuviera de moda.

Años después, muchos años después, aprendí que en realidad la letra no hablaba del estilo del bolso sino del dinero que había, o no, adentro. Yo había nacido pobre y moriría pobre. E imbécil.

 



***
José Luis Justes Amador (España, 1969) es filólogo con un posgrado en Cambridge sobre poesía inglesa contemporánea. Sus publicaciones más recientes son "99" (2019, UAA) y "El poeta, enamorado, escucha 'The Velvet Underground and Nico'" (2018, IMAC).

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