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DRAMATURGIA

Lo que la vía calló ese primero de enero [III/III]

Tony Ortiz

Lo que la vía calló ese primero de enero [III/III]

Mientras ella habla pasea por el andén. De vez en vez se queda viendo cómo se consume su cigarrillo.

MUJER: Usted sólo me ha visto aquí los últimos cuatro años. En realidad llevo ocho años tomando este tren cada primero de enero. Ocho años en los que no me he atrevido a irme de verdad. ¿Sabe lo que es eso?

HOMBRE: ¿A dónde quiere irse?

MUJER: Lejos, donde la vida pueda ser más digna. Sólo que yo no me atrevo a buscar el paraíso como usted.

HOMBRE: ¿Entonces sí vive en la ciudad?

MUJER: Pues lo que se dice vivir… (niega con la cabeza)… sabe, para todos mi marido es el mejor hombre del universo. Grandes negocios, dinero por todos lados, fiestas con la crema y nata. Todas me dicen que soy muy afortunada de tener un marido como él. Pero no pueden estar más equivocadas.

HOMBRE: ¿Y sus hijos?

MUJER: (Sonríe amarga) Ese es el detalle. Mi marido no es el mejor hombre del universo por la única razón de que no es padre. En todo este tiempo jamás me he embarazado, ¿sabe?, y él me lo ha echado en cara desde entonces. Dice que no soy una mujer completa porque no puedo darle un hijo. Pero yo estoy segura de que es él el que no puede procrear, por eso no me deja, porque sabe que si su siguiente mujer resulta tan poca mujer como yo, todos voltearían a verlo a él y sospecharían la verdad. Se desquita conmigo, claro está. En pocas palabras estoy pagando un crimen que no cometí. Pero sabe, no estoy triste por no haber tenido un hijo, con el padre que les habría tocado prefiero que no hayan nacido nunca. No sé por qué le estoy contando todo esto.

HOMBRE: ¿Y por qué sigue con él, señora? Si no es feliz no tiene por qué hacerlo.

MUJER: ¿No lo entiende? Por eso escapo. Cada 31 de diciembre mi esposo le da el día a todos los empleados, incluyendo a los que me siguen día y noche, y él bebe, bebe hasta que no puede más. Esa noche el desquita su impotencia en algo que no soy yo. Es el único día en que soy libre. Y cuando el verdugo se distrae al menos por un momento, es tonto el prisionero que no aprovecha para escapar. Al quedarse él dormido tomo mi maleta vacía porque no quiero llevarme nada, pero la necesito para recordarme que estoy yéndome, y entonces recorro las calles de la ciudad caminando. Lento. Sin el peso de sus hombres detrás de mí, sin la correa de su criada a mi costado. Y canto, canto libre en mi trayecto a esta estación. La madrugada del primero de enero se convierte en la noche más feliz del año.

HOMBRE: ¿Y por qué regresa? No me malentienda me alegra que lo haga sino de otro modo no estaríamos teniendo esta charla. Pero, usted sería libre desde hace 8 años en que escapó por primera vez.

MUJER: Mientras espero al tren disfruto la soledad. Me gusta imaginar que su vapor me envolverá y me elevaré y seré libre. Cuando llega corro a abordarlo y soy la única pasajera que sube. Y entonces pienso en lo que estoy haciendo y me aterroriza. Pienso en que no tengo un lugar al cual llegar. Pienso en que no tengo familia. Pienso en qué pasaría si este año fuera a ser diferente. Porque a pesar de la adversidad, señor, uno sigue teniendo esperanza. Y el inicio de un nuevo año muchas veces da esperanzas de más. Y al llegar a la estación principal bajo y vuelvo a casa, pero nada cambia, entonces vuelvo a tomar el tren al año siguiente, y la historia se repite una y otra vez. (Silencio.) Esta es la parte donde huye debido a mi patética historia

HOMBRE: Lamento que su historia sea triste.

MUJER: No se fije. Es tan triste como la de usted.

HOMBRE: ¿Coincidencia?

(Silencio)

HOMBRE: ¿Gusta otro cigarro?

MUJER: ¿Usted quiere matarme?

HOMBRE: ¿Acaso no está ya muriendo en vida?

MUJER: ¿Se quedará?

La mujer sonríe. Toma otro cigarrillo y lo enciende. Se sienta en la orilla del andén y sus pies cuelgan en dirección a las vías. Él se sienta a su lado y comparten el cigarrillo.

MUJER: Si alguien me viera a su lado compartiendo el cigarro seguramente pensarían que soy una verdadera puta. (Pausa) debo confesarle algo…

HOMBRE: Dígame.

MUJER: Es una tontería.

HOMBRE: Dígalo.

MUJER: Hace cuatro años, después de tomar ese tren las cosas empezaron a ser diferente.

HOMBRE: ¿Su marido cambió?

MUJER: No sea tonto.

HOMBRE: ¿Entonces por qué?

(Silencio largo)

MUJER: Porque estaba usted.

El hombre sonríe.

MUJER: Al principio fue incómodo. Pero al volver el segundo año y ver que esperaba también algo cambio en mí. Y al tercero… y ahora. Ya no me bajaba en la estación principal por pensar en que mi marido cambiaría, lo hacía porque sabía que valía la pena esperar un año para verlo a usted por lo menos unos momentos.

HOMBRE: Me atrevo a deducir, señora, que entonces usted también se ha enamorado de mí. Y eso me hace inmensamente feliz.

MUJER: ¿De verdad cree eso?

HOMBRE: Estoy seguro.

MUJER: Podríamos decir que nos hemos enamorado. Pero debo reconocer que en secreto pensaré que simplemente encontramos algo por lo cual seguirnos aferrando a esta vida.

HOMBRE: ¿Podríamos llamarlo amor?

MUJER: Si a usted le parece.

HOMBRE: Me parece.

La mujer voltea a ver el reloj.

MUJER: Oh, Dios mío. Llegará pronto.

HOMBRE: ¿Qué piensa hacer ahora?

MUJER: Tomar el tren, evidentemente, y bajarme en la estación principal.

HOMBRE: ¿Después de habernos declarado nuestro amor?

MUJER: Recuerde que estoy casada. Debo volver, como siempre.

HOMBRE: Discúlpeme, pero estoy confundido.

MUJER: ¿Por qué?

HOMBRE: Porque volverá a casa.

MUJER: Es la única manera de volverlo a ver a usted. No se preocupe, estaré aquí el próximo año.

El hombre comienza a reír a carcajadas.

MUJER: Estoy empezando a pensar que se está burlando de mí.

HOMBRE: No es así.

MUJER: Pero…

HOMBRE: Se lo aseguro. Pero bueno, ahora que sabemos que nos amamos permítame presentarme, mi nombre es Er…

MUJER: No lo diga.

HOMBRE: ¿Pero por qué?

MUJER: Hasta ahora no han descubierto mi admiración por usted sólo porque no sé su nombre, si lo supiera tenga por seguro que mis labios me traicionarían y mi secreto quedaría al descubierto.

HOMBRE: Sus ojos le llevan la contraria y sus labios la traicionan. ¿Hay algo en su cuerpo que no vaya contra usted?

MUJER: Al parecer, sólo esto… (Le lleva la mano al corazón)

HOMBRE: Entonces va a volver…

MUJER: ¿Se le ocurre algo más?

HOMBRE: (El hombre vuelve a reír) Sabe lo que se me ocurre.

MUJER: ¿Qué?

HOMBRE: Que antes de irse deberíamos bailar.

MUJER: ¿Bailar? ¿Para qué?

HOMBRE: Estamos enamorados. Y la gente cuando se ama baila.

MUJER: Está usted loco.

HOMBRE: No se puede perder la oportunidad de un primer baile al inicio del año. Dicen que lo que hacemos en estas primeras horas es lo que haremos  los siguientes meses.

MUJER: ¿Y usted cree prudente que yo me pase todo el año bailando?

HOMBRE: Es mejor que pasarlo sentados, ¿No cree?

MUJER: Aunque le dijera que sí, no hay música para concederle ese baile.

HOMBRE: ¿Cómo no? Se oye en el aire

MUJER: Está usted loco.

HOMBRE: ¿Le cuesta tanto imaginarla? Escuche de nuevo.

MUJER: Esto no va a funcionar.

HOMBRE: No pierde nada con intentarlo.

MUJER: Muy bien

HOMBRE: ¿Lo escucha?

MUJER: no

HOMBRE: En verdad inténtelo.

Silencio largo. La mujer, viendo al infinito, comienza a sonreír. Se escucha el tango Por una cabeza de Carlos Gardel.

HOMBRE: Sí lo escucha.

MUJER: Al parecer sí. Es…

HOMBRE: Un tango.

MUJER: ¿Cómo lo sabe?

HOMBRE: Imaginación.

MUJER: Su imaginación debe ser muy fuerte como para que yo pueda escuchar lo mismo.

HOMBRE: Me pregunto si será tan fuerte como para que usted baile conmigo.

Comienzan a bailar apasionados. El intercambio de miradas se sucede una y otra vez. Los nervios suben por las manos de ambos y brotan en el sudor de sus frentes.

HOMBRE: (Sin dejar de bailar) Sabe de qué habla esta canción.

MUJER: ¿De una carrera de caballos?

HOMBRE: No

MUJER: ¿No?

HOMBRE: Bueno, sí. Pero en el fondo sabe de qué habla.

Ella niega con la cabeza.

HOMBRE: De apostarlo todo por una mujer.

MUJER: ¿De apuestas?

HOMBRE: De apostarlo todo por amor. ¿Le parece mejor?

Ella sonríe sin decir palabra. Bailan un poco más y al terminar sus labios terminan a poca distancia. Él la besa y ella corresponde. Se separan. Ella le sonríe y luego se sobresalta separándose de él.

MUJER: Oh, no.

HOMBRE: ¿Tan mal estuve?

MUJER: No, no , no. No puede ser.

HOMBRE: ¡Déjeme probar de nuevo, esta vez la besaré mejor!

MUJER: No se trata de eso. (Señala afuera del escenario)

HOMBRE: ¿Quién es ella?

MUJER: Es la criada de mi marido. Su incondicional. Ahora no podré volver.

HOMBRE: ¿De verdad estaba pensando en volver?

MUJER: Si vuelvo me matará. Esa mujer no se puede guardar nada. Seguro me vio salir y esta vez me siguió. O quizás me ha seguido los últimos 3 años. Dios mío.

HOMBRE: ¿Qué sucede?

MUJER: Ahora sí tendré que irme y jamás regresar.

HOMBRE: ¿Qué no era eso lo que quería?

MUJER: Sí, pero. Pensé que esta vez sería como antes. Que tomaría el tren y me bajaría cuando llegara a la estación principal.

HOMBRE: ¿Por qué querría bajarse? ¿No fue siempre la intención irse y dejarlo?

MUJER: Pero entonces no lo vería más a usted.

(Silencio)

HOMBRE: ¿Cómo dice?

MUJER: Lo que oyó, lo había dicho antes y no pienso repetirlo.

HOMBRE: ¿Se mortifica porque cree que no volverá a verme? (Ríe)

MUJER: Es triste que usted se ría de mis angustias.

HOMBRE: Es que cómo no reírme. (Mira el reloj) El tren está por llegar.

MUJER: Es lo que veo. Fue un placer conocerlo, señor.

HOMBRE: Er…

MUJER: No lo diga.

HOMBRE: De acuerdo.

MUJER: ¿Qué voy a hacer ahora?

HOMBRE: Irse y ser feliz. El tren está llegando.

Empieza a escucharse el sonido del tren en la lejanía.

MUJER: ¿Puedo confesarle algo?

HOMBRE: Dígame.

MUJER: Me encantaría que el vapor del tren nos envolviera y en él perdernos. Que estos cuatro años hubieran valido la pena.

HOMBRE: ¿Y qué se lo impide?

El sonido del tren comienza a escucharse cada vez más cerca.

MUJER: Me iré y jamás le volveré a ver.

HOMBRE: Ese no es problema. Me iré con usted.

MUJER: Está usted loco. No puede irse conmigo.

HOMBRE: ¿Cómo no?

MUJER: Ni siquiera trae equipaje consigo.

HOMBRE: En eso se equivoca.

El hombre sale de escena y vuelve enseguida con una maleta pequeña. El sonido del tren se escucha cada vez más cerca.

MUJER: ¿Pero cómo…?

HOMBRE: Se lo dije, esta vez era todo o nada.

MUJER: ¿Y su madre?

HOMBRE: Ya me he despedido de ella.

MUJER: Pero apenas nos conocemos.

HOMBRE: 4 años de un tórrido romance nos respaldan.

MUJER: ¿Y si descubrimos que en realidad no nos amamos? ¿Que como le dije seamos sólo uno el pretexto del otro?

HOMBRE: No lo sabremos hasta que nos hayamos ido. Arriésguese. Es mejor morir en el intento que no haberlo intentado nunca.

MUJER: No, no puedo permitir que usted deje toda su vida aquí por mí. Es una tontería.

HOMBRE: Si usted toma sola ese tren se habría ido mi todo. Eso sí sería una tontería.

MUJER: ¿Le han dicho que a veces suena usted muy romántico?

HOMBRE: Sí, usted. ¿Entonces, me permitiría acompañarla?

MUJER: Si es lo que usted desea no soy quién para impedírselo.

HOMBRE: ¿Lo desea usted?

MUJER: Con toda mi alma. (Sonríe)

HOMBRE: ¿Por qué se ríe?

MUJER: Por nada

HOMBRE: Dígamelo

MUJER: Emulando su romanticismo le pediría que me besara por última vez en este andén antes de irnos, pero si nos ven murmurarán.

HOMBRE: ¿Qué más da? Además nadie visita esta vieja estación en año nuevo.

El hombre se acerca a la mujer.

HOMBRE: Y no se preocupe. Las vías del tren son viejas amigas, ellas no dirán nada.

Se besan. Al separarse ella va por su maleta y vuelve junto a él al borde del andén.

MUJER: Está llegando.

HOMBRE: 6 en punto, el reloj no se equivoca.

MUJER: Eso veo. Ya está aquí.

La luz de los faros del tren comienza a iluminarlos.

HOMBRE: Antes de irnos quisiera decirle algo.

MUJER: ¿Sí?

HOMBRE: (Extiende su mano) Ernesto Orduña, un placer conocerla.

MUJER: (Le da la mano) Amelia Alvarado, el placer es mío (Sonríe) Ha usted roto su promesa.

HOMBRE: A veces debemos hacer lo que nunca nos hemos atrevido a hacer. (Sonríe.)

Ambos toman sus maletas con una mano y se cogen con la otra. Se sonríen. Voltean a ver el tren y los faros los iluminan por completo. El tren llega a la estación y el vapor los envuelve mientras suben para no volver jamás.

 

Final de

Lo que la vía calló ese primero de enero

 

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Tony Ortiz
nació en Las Choapas, Veracruz el 13 de diciembre de 1990. Es licenciado en teatro por la Universidad Veracruzana y pasante de la maestría en producción artística y mercadotecnia cultural en el Instituto Realia. Tiene un diplomado en historia del arte mexicano y una certificación en técnicas de consecución de fondos del programa de capacitación cultural del CONACULTA. Forma parte de la primera generación del consultorio de dramaturgia 2015 del CaSa Oaxaca dirigido por Ximena Escalante con Maestros como Maribel Carrasco, Luis Mario Moncada y David Hevia. Cursa una certificación en producción técnica en el Liceo Milán Lucerna. Ha tomado clases con maestros como Martin Zapata, Alejandro Ricaño, Carlos Converso y Pepe Valdés. Desde 2009 dirige la compañía teatral independiente Epitafio producciones presentando más de 10 montajes la mayoría de su autoría entre las que destacan El amor nos ha fallado (2016), Pasaportes (2014) y Hace ya tanto tiempo (2013), esta última autoría de Vicente Leñero. Dirige CASA13 espacio cultural. Ha dirigido espectáculos para el I encuentro de maquillaje corporal (2014) de la fundación Muxii Ximbaal y para la cartelera cultural de los Juegos Centroamericanos y del Caribe Veracruz 2014. Dirigió el espectáculo nocturno Noches de Museo en coproducción con la subdirección de Turismo y el Museo de Antropología de Xalapa. Con Pasaportes obtuvo reconocimientos a mejor dirección, mejor texto original y mejor artista nuevo en el 8vo Rally de teatro independiente del Centro Cultural El Foco 2016 y fue seleccionada como puesta en escena participante del III festival latinoamericano de teatro 2016 del Corredor Latinoamericano de Teatro.

Lo que la vía calló ese primero de enero fue originalmente publicada en el número 123 de la Revista Tramoya de la Universidad Veracruzana en 2015. Se han montado dos versiones del texto, la primera bajo el título de Los amantes en la vía de la compañía Epitafio producciones en el año 2015, teniendo ya más de 50 representaciones en las que incluyen participaciones en la Caravana Cultural de la A a la Z y en la campaña de prevención de violencia contra las mujeres por el Instituto Veracruzano de las mujeres. Recientemente se estrenó la segunda versión del texto por la compañía Un perro azul, artes escénicas en la Ciudad de México (2016).

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