jueves. 25.04.2024
El Tiempo

Esto de pensar • Arturo Mora

"En esto de pensar se va la vida, pero vale la pena intentar no dejar pasar de largo lo que se vive"
Esto de pensar • Arturo Mora

Destrúyete para conocerte, constrúyete para sorprenderte, lo importante no es ser, sino transformarse.
Franz Kafka

Lo que no se siente no se recuerda, porque sin emoción no hay memoria.
Siri Hustvedt

No hay cicatriz, por brutal que parezca, que no encierre belleza. Una historia puntual se cuenta en ella, algún dolor. Pero también su fin. Las cicatrices, pues, son las costuras de la memoria, un remate imperfecto que nos sana dañándonos. La forma que el tiempo encuentra de que nunca olvidemos las heridas.
Piedad Bonnett

Mañana en la batalla piensa en mí.
Javier Marías 

En esto de pensar se va la vida, pero vale la pena intentar no dejar pasar de largo lo que se vive. Reflexionar es volverse en uno mismo y encontrar algo que, puesto en las miradas y palabras de otros, permite dar posibilidad al pensamiento, a las emociones y los afectos para que nos lleven a la identificación de lo que sentimos profundamente, y  nos permite irnos conociendo,  como si fuéramos un río que lleva el agua de las montañas y los valles hasta el océano, río que nunca es el mismo, que modifica su cauce y la forma de sus orillas, pero que es un río en sí, para sí para y para los demás. 

Sin duda la osadía de pensar por uno mismo lleva consigo su factura, su esfuerzo y su cansancio. La libertad de pensamiento es mal vista todavía, aunque se pregone el individualismo como la nueva religión de mercado.

Se puede pensar, pero solo en aquello permitido. Se puede soñar, pero solo en aquello que los escaparates y anuncios promueven. Se puede creer que se es auténtico siempre y cuando se compren lo mismo otros cientos de miles iguales a ti. Se puede tener iniciativa, ser emprendedor, en tanto te autoexplotes bajo las reglas del mercado en la sociedad del rendimiento. Se puede ser creativo en tanto no se infrinjan los códigos e innovaciones que ya tienen sus derechos reservados, sus patentes y sus dueños. 

Esto de pensar es a contracorriente. Es hacer filosofía de la vida cotidiana. Revisar a fondo los mandatos morales de una sociedad con sustento ideológico en la desigualdad, en la fórmula mágica de otorgar atributos y prebendas por decretos a unas minorías y validar derechos inventados desde el poder, las más de las veces con la confabulación de ideas, creencias y mitos por demás dogmáticos y  ortodoxos que buscan perpetuar unas únicas explicaciones del mundo y de la existencia de las personas en el mundo, con base en metafísicas e idolatrías que rebajan al ser humano a ser un mudo espectador dominado, a quien se inculca que sus únicos valores deben ser la resignación, obediencia, sumisión y la condición de creyente sin preguntas y sin dudas.

La vida es otra cosa. La vida humana no es un solo existir inocuo o banal; no es sólo transcurrir. La vida está en otra parte escribió Milan Kundera, quien con su personaje que sobrevive a la Segunda Guerra, logra a través de la poesía dar sentido a lo ominoso, cruel y terrible que envuelve a la tragedia de la guerra y que, sin duda, es en la poesía donde se encuentra una manera de vivir y expresar la vida, como forma de nombrar lo que se siente y lo que se piensa -sutil, creativa y sofisticada-, y que es, en suma, un modo de hacer filosofía, esa que nace desde lo que se siente, desde lo que se piensa y desde la búsqueda y hallazgo de las palabras y significados que buscan nombrar lo inefable, lo inescrutable, lo inconsciente y aun lo indescriptible, y a la vez, de poner en el mundo real y simbólico, el de las verdades del alma, del corazón transitando por senderos, caminos y lugares en que las múltiples posibilidades del lenguaje permiten tejer respuestas y formular preguntas sobre todo aquello que nos hace humanos.

Comparto tres poemas de Wislawa Szymborska, premio Nobel de Literatura en 1996, nacida en Polonia, pero con una poesía universal y que muestra esto de pensar.

La realidad

La realidad no se desvanece
como se desvanecen los sueños.
Ni ruidos ni timbres
la dispersan,
ni gritos ni estruendos
la interrumpen.

Las escenas en los sueños
son equívocas y ambiguas,
lo que se puede explicar
de muy distintas maneras.
Lo real representa lo real,
por eso es mayor su misterio.
 
Para los sueños hay llaves.
La realidad se abre sola
y no se deja cerrar.
Por el resquicio se asoman
certificados y estrellas,
se derraman mariposas
y almas de viejas planchas,
gorros sin sus cabezas
y los cráneos de las nubes.
De esto surge un acertijo
que no tiene solución.

Sin nosotros no habría sueños.
Aquel sin quien no habría realidad
no es conocido,
y el producto de su insomnio
se contagia a todo el que despierta.

No deliran los sueños,
delira la realidad
aunque sea por la insistencia
con que se aferra
al curso de los acontecimientos.

En los sueños aún vive
nuestro difunto reciente,
goza de buena salud,
se ve incluso más joven.
La realidad tiende ante nosotros
su cuerpo sin vida.
No retrocede ni un paso.

Los sueños son tan ligeros
que la memoria se los quita de encima fácilmente.
La realidad no tiene que temerle al olvido.
Es un hueso duro de roer.
Nos trae de cabeza,
nos pesa en el alma,
se nos enreda en los pies.

No hay escapatoria,
la realidad nos acompaña en cada huida.
Y no hay una estación
de nuestro itinerario
en la que no nos espere.



Las tres palabras más extrañas
 
Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado.
Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.
Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.



Nada dos veces

Nada sucede dos veces
ni va a suceder, por eso
sin experiencia nacemos,
sin rutina moriremos.
En esta escuela del mundo
ni siendo malos alumnos
repetiremos un año,
un invierno, un verano.
No es el mismo ningún día,
no hay dos noches parecidas,
igual mirada en los ojos,
dos besos que se repitan.
Ayer mientras que tu nombre
en voz alta pronunciaban
sentí como si una rosa
cayera por la ventana.
Ahora que estamos juntos,
vuelvo la cara hacia el muro.
¿Rosa? ¿Cómo es la rosa?
¿Como una flor o una piedra?
Dime por qué, mala hora,
con miedo inútil te mezclas.
Eres y por eso pasas.
Pasas, por eso eres bella.
Medio abrazados, sonrientes,
buscaremos la cordura,
aun siendo tan diferentes
cual dos gotas de agua pura.