martes. 16.04.2024
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Opinión • Duda y curiosidad • Arturo Mora

La duda y la curiosidad deben ser parte de una nueva mirada en la sociedad mexicana

Opinión • Duda y curiosidad • Arturo Mora


 

El mayor enemigo del conocimiento no es la ignorancia, sino la ilusión del conocimiento. Para sobrevivir como especie, a la larga debemos viajar hacia las estrellas. La ciencia no es sólo una disciplina de la razón; también lo es del romance y la pasión.
Stephen Hawking

Hoy todo se pone en duda, y eso no es algo menor, porque en un mundo donde la comunicación entre las personas se ha ampliado como nunca en la historia de la humanidad, a través del uso de internet y de las llamadas redes sociales, es necesario “filtrar” “evaluar” y “discernir” sobre la información que se pone a circular ahí, ya que en muchos casos se trata de ideas que tienen poco fundamento, que son opiniones particulares, y que muchas veces tienen fines poco claros o intereses bien definidos. 

Por otra parte, en la llamada sociedad de la información, la recopilación de datos de todo tipo nos llevan a tener referencias numéricas, porcentajes y frecuencias de casi todo; hemos creado sistemas de información con índices e indicadores de casi todo. Hay proyectos de información en tiempo real como https://www.worldometers.info/es/, o puestos de forma gráfica como en https://worldmapper.org/. En ambos ejemplos podemos ver una radiografía a escala global de lo que pasa en el mundo, y de ahí podemos desatar nuestra curiosidad e iniciar una serie de procesos para establecer preguntas sobre la realidad, desarrollar relaciones entre los datos, hacer inferencias y sacar algunas conclusiones sobre muchos temas y problemas que nos afectan como sociedad.

En esta sociedad del conocimiento, el uso y el análisis de la información que debería ser útil para la mejor toma de decisiones en beneficio de la sociedad, se queda solamente como “referencias” o son sólo “datos” que pierden su valor ante las visiones de quienes gobiernan, de quienes disponen sobre los recursos naturales y de quienes controlan la economía en un mundo global. En cualquier caso, el papel de la ciencia, de la tecnología y de todos los recursos de pensamiento social, psicológico y filosófico, quedan relegados ante los intereses del poder. Lo que está pasando con el covid-19 vuelve a poner en evidencia todo esto.

Tenemos el conocimiento necesario para enfrentar, y sabemos cómo revertir situaciones de contaminación ambiental, de deforestación. Sabemos qué hacer para el cuidado del medio ambiente, de preservación de la flora y la fauna, incluido el control de la pandemia. Sin embargo, poco se hace. Hemos creado una serie de artilugios legales, de verdaderos laberintos jurídicos y de justificaciones “sociales” por el bien del país, para arrasar con el planeta y justificar lo injustificable. También tenemos la inteligencia para desarrollar estrategias y crear políticas públicas para atender situaciones humanas como el hambre, la pobreza, la exclusión social, entre otras que ponen en vulnerabilidad a millones de personas, y en las que la dignidad queda olvidada.

En el tema del desarrollo y llegada de la vacuna contra el covid-19 vuelve a poner a la ciencia y la tecnología como la oportunidad de reivindicar las capacidades humanas y la inteligencia de la especie humana. Sin embargo, los retos de la producción masiva —se necesitan miles de millones de vacunas- va más allá del esfuerzo de una decena de laboratorios farmacéuticos y sus alianzas con universidades e institutos de investigación. Esos esfuerzos se ven opacados ante las decisiones políticas de los gobiernos —nacionales y locales- con las diversas formas en las que se busca sacar ventaja política, léase electoral, respecto a la distribución y aplicación de la vacuna. Algo pasa cuando la vida y la salud se convierten en botín político. El tema de los tanques de oxígeno medicinal y su llenado, en unos cuantos días ya son “servicios políticos” en alcaldías del país.

A todo esto se suma de alguna manera la omisión e ignorancia de quienes asumen responsabilidades en la administración pública. Los temas de la violencia y el delito pueden ser atendidos y revertidos si se ponen en acción estrategias, planes y programas que han tenido éxito en otras partes del mundo, y que si bien se deben adaptar a las particularidades de nuestro contexto, han demostrado su eficiencia y su eficacia, si se parte de la prevención del delito y se hacen programas con transparencia y rendición de cuentas, donde se aborde de forma integral y se tomen acciones para fortalecer la cohesión social, la vida comunitaria y la gobernanza.

También se sabe que se requiere desarrollar estrategias de educación integral y de promoción efectiva de la cultura, el deporte y la recreación, rubros que son sacrificados para hacer puentes, carreteras y otras obras que reportan utilidades para unas cuantas empresas y personas. Se sabe que debemos contar con instituciones sólidas, honestas y comprometidas con sus tareas y responsabilidades. Sin embargo, la duda crece ante la evidencia de su funcionamiento, a la par de que las instituciones son cooptadas por el poder de los partidos políticos en turno, lo  que nos lleva  a considerar  la urgente necesidad de contar con instituciones del estado capaces de velar por la democracia representativa, con una estructura eficaz y honesta en la administración e impartición de justicia y clara independencia de los otros poderes, incluidos los fácticos —que, dicho sea de paso, son los que ahora tienen el control de buena parte del territorio en el país, por ejemplo, en el caso de Guanajuato.

La duda crece ante la oferta política, ante los malos resultados de los gobiernos y los intereses particulares de los partidos políticos. Pero la curiosidad debe crecer también en nosotros para preguntar, investigar y desarrollar un pensamiento crítico, e impulsar un proyecto de nación que empiece por ir exigiendo resultados, transparencia y rendición de cuentas. Sobre todo, a demandar gobiernos que atiendan el reclamo de justicia y seguridad pública, a los que se suma ahora la demanda por la salud pública y la necesaria actuación con responsabilidad, inteligencia y sentido común, ante la propagación de los contagios por covid-19 y la prioridad de ofrecer los mejores servicios de atención a los enfermos, así como las medidas de cuidado y reconocimiento al personal de salud que atiende a los enfermos.

Los retos que está dejando la pandemia para son desafiantes y críticos. Implicará dar valor a la educación en general y a la necesidad de desarrollar verdaderos programas de reforzamiento, compensación y aprendizaje acelerado, así como del uso de todas las tecnologías educativas, en todos los niveles, para detener la catástrofe educativa que se viene. Pero también se requerirá creatividad para el desarrollo de nuevos esquemas para la inversión y el desarrollo de empresas, para generar empleo y resarcir en el corto y mediano plazo los salarios y la capacidad de ahorro.

Se requerirá un real cambio de paradigma en el campo de la salud, para incorporar lo relacionado con una nutrición adecuada y pertinente para la población, a la vez que desarrollar un sistema de atención integral a la salud emocional y mental. Los saldos del covid-19 no son sólo de enfermos y muertos. Las secuelas que va dejando son como las dejadas por las guerras, y van más allá del conteo de muertos y heridos.

La duda y la curiosidad deben ser parte de una nueva mirada en la sociedad mexicana, hacia el pensamiento crítico y la formación de una ciudadanía nueva, mejor informada. Con una vocación democrática y un compromiso por la justicia social, con un aprecio y valor por la persona, será posible construir y desarrollar una nueva nación, esa que nos merecemos tanto, desde hace tanto tiempo.