Opinión • Salidas • Arturo Mora Alva

“…hay más pobres, tanto en la categoría de pobreza moderada como en la de pobreza extrema, en el país y en Guanajuato.”

Opinión • Salidas • Arturo Mora Alva

Ahora no es el momento de pensar en lo que no tienes. Piensa en lo que puedes hacer con lo que hay.

Ernest Hemingway
 

Ya no voy a aceptar las cosas que no puedo cambiar; voy a cambiar las cosas que no puedo aceptar.

Ángela Davis

El tema del desarrollo social y económico vuelve a ser punto de atención ante el Informe de la situación de la medición de la pobreza por parte del Coneval en los resultados 2018-2020. Lo real que se muestra es que hay más pobres, tanto en la categoría de pobreza moderada como en la de pobreza extrema, en el país y en Guanajuato. Y si bien hay una disminución en el porcentaje en el caso de la vulnerabilidad por carencias sociales, que pasó de 26.4% en 2018 a 23.7% en 2020, en general la disminución de los ingresos económicos está inicialmente asociada al efecto de la pandemia.

La población con ingreso inferior a la línea de pobreza extrema por ingresos paso 14.0% en 2018 a 17.2% en 2020 y la población con ingreso inferior a la línea de pobreza por ingreso paso del 49.9% en 2018 a 52.8% en 2020 y la vulnerabilidad por ingresos, se incrementó en 0.9%. Entre todo, los pronósticos eran más catastróficos, pero no deja de ser un punto de partida para revisar qué ha pasado en el país y que ha pasado en los diversos estados, tanto en los que la pobreza creció, como en los que se tuvieron ligeras mejorarías en el bienestar de la población.

A nivel nacional, las “Carencias Sociales”, bajo el modelo de categorías que el Coneval utiliza para medir la pobreza en este periodo que se evaluó, tuvieron los siguientes resultados: El “rezago educativo” pasó de 19.0% en 2018 a 19.2% en 2020. Sin embargo, todavía no registra el efecto completo de la pandemia en el campo educativo, tanto en la calidad educativa, como el saldo en materia de abandono escolar en todos los niveles del sistema educativo nacional. El “Acceso a los servicios de salud” experimentó el incremento más alto: paso de del 16.2% en 2018 al 28:2% en 2020, esto con relación a la inversión y a la estrategia asociada a la atención de pacientes con Covid-19, aunque todavía falta mucho para contar con un sistema universal de atención en la salud, pese a los cambios constitucionales, y la reforma del sector, junto con la creación del Insabi.

En el caso de la “Calidad y espacios de vivienda”, éste pasó de 11.0% en 2018 a 9.3% en 2020, sin duda como efecto de la reducción de ingresos, y en la que en muchos casos las familias tuvieron que abandonar su vivienda por motivos económicos. El “Acceso a los servicios básicos en la vivienda” pasó del 19.6% en 2018 al 17.9% en 2020, en el caso del “Acceso a la alimentación nutritiva y de calidad tuvo un mínimo cambio: pasó de del 22.2% en 2018 al 22.5% en 2020.

Es claro que la pobreza es un asunto de orden estructural y es resultado múltiples estrategias económicas y de diversas políticas públicas, llevadas a cabo por los diversos gobiernos y pese a la alternación política a partir del 2000. Tanto las acciones para combatir la pobreza como las estrategias para impulsar el desarrollo económico no han podido resolver de fondo el problema, y no es posible pensar en la pobreza como un tema que se resuelve en un par de años. Tan es así, que la pobreza y la desigualdad que la acompaña, tienen una escala en el tiempo asociada al modelo de desarrollo económico impulsado en México desde los años 50, particularmente a partir del sexenio de Carlos Salinas, con las políticas seguidas desde el llamado Consenso de Washington para implementar el neoliberalismo en América Latina y la visión que desde este enfoque se tiene del desarrollo social y para el combate de la pobreza, a través del uso de programas sociales y de estrategias de transferencias monetarias focalizadas, que han sido usadas como moneda de cambio por votos en muchos casos, y que se implementaron desde 1988 hasta la fecha, con los matices e intereses de cada gobierno en turno.

En cualquier caso, el tema de pobreza no es un asunto de un solo sexenio de gobierno, o como una factura exclusiva del actual gobierno federal. Es el resultado estructural e ideológico propio del capitalismo y de la economía de mercado. 

“La pobreza no la crea la gente pobre. Esta es producto del sistema que hemos creado y del gobierno que hemos elegido”, ha expresado en muchas ocasiones Muhamhad Yunus, el economista bangladeshí, Premio Nobel, que cree “que debemos aspirar a un mundo de tres ceros: una economía de pobreza cero, desempleo cero y cero emisiones netas de carbono”. Solo así, dice Yunus, lograremos "un sistema emergente que pueda salvar la humanidad y el planeta". Palabras que toman un especial significado en el contexto de la actual pandemia, situación de escala global, que afectó la economía del mundo y que vino a desnudar al mercado como el único y despiadado regulador de la economía, y a mostrar al capitalismo con todos sus efectos devastadores en relación con la explotación irracional de los recursos naturales y de las personas.

La pandemia está obligando a pensar en nuevas salidas a la crisis profunda en que está el mundo y, por tanto, todas las naciones. Se requiere pensar de forma diferente y empezar a resolver problemas de todos los gobiernos lo que pasa por contar con recursos suficientes para crear las condiciones de vida con dignidad para todas las personas e ir resolviendo dilemas, controversias y verdaderos desafíos de orden global como el cambio climático, la venta ilegal de armas, el tráfico de armas, drogas y personas. A la vez de apostar a cambiar el  modelo económico y transformar las estructuras en las que se basa la obtención de ganancias que en el fondo parten de un supuesto ideológico asociado con la propiedad privada y al usufruto de la misma por una élite de empresas y personas, en que la acumulación de la riqueza ha llegado a niveles nunca vistos y la distribución de la misma es la tarea por lograr, junto con un nuevo y urgente modelo de desarrollo económico, sustentable, humano y sostenible en el tiempo. Se requiere refundar la organización de toda la sociedad, que se dé prioridad al trabajo con dignidad y justicia y al bienestar social, si es que queremos algunas salidas como civilización, ya que el tiempo se agota y las salidas necesitan construirse con todos y todas, aun con más velocidad que las vacunas desarrolladas para atacar al SARS-Cov-2.