sábado. 20.04.2024
El Tiempo

Lo simple, lo sencillo

"Lo que estamos viviendo como civilización global, nos lleva a la reflexión..."
Lo simple, lo sencillo

El futuro no es lo que va pasar, sino lo que vamos a hacer.
Anónimo

Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.
El futuro es posible imaginarlo y no sólo aceptarlo.

Eduardo Galeano

Reducir la vida a lo que vendrá sin mayor intervención que la inmediatez, es vaciar el alma de sentido. Aun los que creen en el destino como un hecho consumando, buscan cambiarlo. “Incluso la gente que afirma que no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino, mira antes de cruzar la calle”, afirmó con británica ironía Stephen Hawking.

La ansiedad se instala como exceso de futuro y la depresión como exceso de pasado en este tiempo de pandemia, como una constante. Ambas sentencias que, por más que sean contundentes y condensen realidades, sólo toman la forma a partir de quienes las están viviendo, que son muchas personas. Estados emocionales alterados que son verdaderas montañas rusas y apuntan a la expresión a veces sin control y sin un manejo adecuado de las emociones, por la manera en que cada persona las vive.

Esta condición de lo humano pone a la vista la necesidad de construir el futuro, de crear certezas por idealistas que sean, siempre desde la realidad que tenemos, que vivimos, para dar dirección a lo que se siente, a lo que se piensa.

Reclama e invita —como hace mucho tiempo no pasaba- a toda la sociedad para actuar con mucha fuerza de la voluntad, esa que requiere usar la inteligencia e invertir una buena dosis de sentimientos, que solamente toman sentido y valor en tanto son rostros concretos, de nombres de personas reales, de familiares, amigos y amigas, y que implican a su vez aceptar los afectos y emociones que sentimos por ellos, y que se quieren expresar con las manos, con los brazos, con el corazón y que por ahora, ante la distancia física, pueden ser simples palabras, como un “me importas”, “quiero saber de ti”, “un saber cómo están”.

La realidad se impone con su rudeza muchas veces innecesaria. Realidades humanas que nos fortalecen, pero que también nos hacen frágiles. Por un lado inyectan energía y valor para continuar, y otras veces nos fragmentan y nos hieren. No hay receta, no hay magia, no hay destino. Lo que hay es la palabra, lo que tenemos es la palabra. Humberto Maturana escribió: “Todo lo dicho siempre es dicho por alguien”, y desde ahí se nos revela el otro,  que nos constituye y nos permite ser y existir.

En estos tiempos queremos entender lo que pasa, comprender a la política, explicarnos lo que está pasando y que se nos hace ininteligible, y no nos alcanza la razón y nos topamos con pared; se nos acaba el mundo. Buscamos responsables y culpables fuera de nosotros. Es un hecho que hay una estructura política, social y económica que genera muchas sobredeterminaciones, pero también existe la libertad y las posibilidades de preguntarnos y respondernos. Ahí está lo que se llama espíritu humano para trasformar la realidad.

“No es cierto que los seres humanos somos seres racionales por excelencia. Somos, como mamíferos, seres emocionales que usamos la razón para justificar u ocultar las emociones en las cuales se dan nuestras acciones” ha dicho Maturana, y hoy ante los efectos y consecuencias del COVID-19 en nuestras vidas, el dolor se instala, el enojo, la desesperación, la falta de paciencia, la saturación de un tiempo de vida que se llena sin saber cómo, tiempo que no alcanza, en dónde las perdidas y la ausencias se resienten en el alma, en donde las historias personales emergen y demandan atención y cariño. No hay certezas eso ha venido a decirnos la pandemia.

Lo que estamos viviendo como civilización global, nos lleva a la reflexión, a una profunda, sobre el desarrollo, sobre el progreso, sobre el diseño del futuro y sobre la permanencia como especie sobre la tierra. Lo que estamos experimentando es una crisis que nos puede dar la oportunidad de rediseñar las sociedades humanas con los valores y principios de un nuevo proyecto social. “El sufrimiento del hombre no se debe a la falta de certidumbres, sino a la de la confianza. Hemos perdido la confianza en el mundo, y como perdimos la confianza queremos control, y como queremos control queremos certidumbres, y como queremos certidumbres no reflexionamos…” ha dicho Humberto Maturana, habrá que reflexionar pronto y actuar también.

Habrá que seguir construyendo las posibilidades de nuevos mundos posibles, desde la esperanza. Iniciar desde lo simple, desde lo sencillo, desde eso que nos hace humanos. Como sociedad hemos avanzado en el tema de la igualdad y de la libertad, hemos construido las categorías de los Derechos Humanos que son los cimientos para construir una urgente utopía social, pero, el tema de la fraternidad y la sororidad, siguen siendo un pendiente. Habrá que empezar por algo, por lo pequeño, por más sencillo, por lo más simple, si es que se quiere salir de todo esto, decir por ejemplo:

Quiero lo simple, lo sencillo, un buenos días, un abrazo, un te quiero, un te
espero, un cuídate, detalles pequeños que llenan el alma.
Un come rico, un suerte en tu clase, un que te vaya bien, un sonríe, un que
estés contenta,  un buenas noches, un descansa,  pequeños deseos que llenan el alma.
Así, cada día, unas palabras, un gracias, un te quiero ver, un te extraño, un
quiero estar contigo, un necesito un abrazo tuyo, un sueño contigo, una   llamada por breve que sea, un te deseo, un te amo, pequeños detalles y
deseos que llenan el alma.