Repartir el pastel • David Herrerías

“…cerca del 60% de los trabajadores en León no reciben lo suficiente para comprar dos canastas básicas…”
Repartir el pastel • David Herrerías

El pasado 3 de noviembre, el grupo No+Pobreza y la Alianza para la Prosperidad, organizaron un Foro para reflexionar sobre el asunto del salario suficiente en León. El tema no es nuevo: hace ya varios meses los leoneses fueron sacudidos por la noticia de que los datos de CONEVAL ponían al municipio de León, como la entidad municipal con mayor número de pobres en términos absolutos. Hay datos concretos y duros que demuestran que la pobreza en León tiene que ver, entre otras cosas, con la pérdida del poder adquisitivo de los salarios. Según cifras que se presentaron en este Foro, cerca del 60% de los trabajadores en León no reciben lo suficiente para comprar dos canastas básicas. Ha quedado claro que la idea de hacer crecer el pastel para acabar con la pobreza no basta. Es necesario pensar que debemos partir el pastel de forma diferente. Debemos cuidar más que las rebanadas sean menos disparejas. 

Los datos están ahí, y la cuestión es qué hacer para salir de esta situación. El problema es complejo, y las posibles estrategias tendrán que sortear algunos escollos aún antes de ser pergeñadas. Viri Ríos, economista y divulgadora, escribió recientemente en Milenio un artículo que resume en parte lo que dijo en el Foro: no es normal que una ciudad y un estado que han crecido por encima de la media nacional durante muchos años, no hayan podido reflejar eso en la mejora de las condiciones de vida de la mayor parte de su población. Sabemos que Twitter no es un espacio en el que se dé el debate inteligente, pero siempre son interesantes la reacciones que siguen a ciertas publicaciones, y en el caso del artículo en cuestión, se generaron abundantes comentarios que dan una idea de los problemas con los que nos podemos enfrentar.

Hay, por ejemplo, reacciones airadas, más ofendidas por el hecho de que León sea exhibido como una ciudad con tantos pobres, y que además sea una foránea la que nos lo venga a decir y a publicar a nivel nacional. Hay una parte de la población que no está dispuesta a creer en un León que presenta caras tan contrastantes. Otras reacciones, las que me parecen más preocupantes, son las que politizan el tema: descalifican de entrada el artículo porque ven intenciones políticas en la autora. Como todo lo que sucede en estos últimos años, no hay forma de escapar a la reducción simplista de las ideas en dos campos sin matices: chairos o fifís. Un riesgo al plantear estrategias para modificar esta situación de inequidad es que sea utilizado como un arma política a favor o en contra de cualquier bandera. También aparecen en las reacciones twitteras algunos tópicos comunes que sabemos que hay que combatir: “los pobres son pobres porque no quieren trabajar”, o “no son suficientemente productivos”, o que “hay que hacer crecer el pastel para que la parte que ya les toca les alcance para más”.

Es claro que debemos insistir, con abundancia de datos, queen León más de la mitad de las personas tiene un empleo formal (labora al menos 8 horas diarias, más el tiempo que pierde en el transporte), y que a cambio de su trabajo no obtiene lo mínimo para vivir dignamente. No puede ahorrar, difícilmente puede sustentar el esparcimiento variado, suyo y de sus hijos, es vulnerable en temas de salud y de pensión,etc. Reconocer esto debe ser el punto de partida. 

Después, habrá que buscar con apertura alternativas viables, graduales, adaptadas a las diferentes realidades laborales, pero al mismo tiempo claras y firmes para lograr cambios en el corto, mediano y largo plazo. Hay cambios posibles trabajando sobre la reducción de la brecha salarial al interior de las mismas empresas, sin afectar los costos finales de los productos. Se puede insistir en la productividad, pero vinculada también con las mejoras en el ingreso.

Es necesario vender bien la idea de que mejorar los ingresos de las y los trabajadores no es solo un acto de mínima justicia, sino de conveniencia propia. Aumentar los ingresos de los puestos más bajos es fortalecer el consumo local (mientras más abajo se está en el escalafón, el consumo es más cercano), y fortalecer el consumo interno tiene un efecto en las empresas formales y en toda la economía local. Aumenta, incluso, la recaudación de impuestos y las posibilidades de una vivienda digna. 

Así como los alcohólicos tiene que partir del reconocimiento: “Soy Fulano, y soy alcohólico”, para iniciar su recuperación, podemos decir como sociedad: “Soy León, y soy un municipio con una inaceptable pobreza”. Y con un auténtico deseo de cambio, iniciar nuestra recuperación social.