sábado. 20.04.2024
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Galeano y Grass, dos decesos un pensamiento

"Si la materia no se crea ni se destruye, siguen entre nosotros Eduardo Galeano y Günter Grass"

Galeano y Grass, dos decesos un pensamiento

Si la materia no se crea ni se destruye, siguen entre nosotros Eduardo Galeano y Günter Grass. Su producción literaria y periodística puntualizó ideas y pensamientos que tocan el alma. Ya no leeremos más reflexiones de su aguda visión, ya no crearán polémica sus declaraciones; pero podremos extender su pensamiento porque su esencia se ha integrado a nosotros. Solo es necesario dejarse arrastrar por su prosa.

En ambos, son dolorosas las conclusiones de sus escritos. Como dioses, ven en perspectiva a la humanidad y se duelen de su condición, de su actual vivir: nuestro momento es producto de las decisiones de las generaciones precedentes. La historia de los pueblos (Grass la influencia de Alemania en Europa y Galeano, los imperios español, inglés y norteamericano en América Latina) es: la suma de sangrientos sucesos, de ambiciones desgarradoras e implacables, así como la indiferencia al padecimiento de las víctimas.  Galeano asegura que «En el desarrollo hay más náufragos que navegantes»; Grass, «El dinero no crea ideas, sino melancolía». Dos pensamientos, un solo sentido; dos continentes, una lacerante realidad. El mundo es uno, la realidad es global.

Galeano y Grass mueren el mismo día. Dos volcanes en distintos continentes acallados por el irremediable destino de la vida. Sus erupciones influyeron de forma determinante en sus localidades... y en otros lares. El fuerte registro emocional de sus voces y plumas llevó alivio catártico y presión al pensamiento político de sus regiones.

Sus estilos de escribir fueron totalmente distintos. Galeano fue directo, descarnado, incisivo en el estudio y denuncia del complejo latinoamericano, lleno de datos de respaldo; Grass, irónico con sus fábulas negras y prolijo con sus ficciones representativas de la realidad. Dos formas de abordar, pero un mismo fin: denunciar cómo una parte de la humanidad ha construido un mundo donde muchos de los valores solo pertenecen al librero, a rótulos de calendarios, a cursis muros de Facebook o a discursos políticos; alejados de la práctica social. La masa es estadística, no seres humanos con sentimientos y necesidades.

«Uno, me aventuro, es los libros que ha leído, la pintura que ha visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas. Uno es su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos amores…», dice Sergio Pitol. Grass vivió la juventud nazi a la que se incorporó apasionado y lleno de ilusiones. Tenía 17 años. Las lecturas y negarse a olvidar esa parte de la historia –que en la Alemania actualmente no se estudia en las escuelas– le hizo reconocer sus errores y denunciar el manejo que la sociedad hace de las mentes inocentes. Óscar, su personaje en El Tambor de hojalata, termina en un hospital psiquiátrico. «El dolor es la principal causa que me hace trabajar y crear» fue una de sus últimas declaraciones. Recibió agrias críticas por sus confesiones en Pelando la cebolla, por describir esa sociedad manipuladora que le hizo ser un adolescente enlistado en la SS.

A Galeano, primero como periodista y formador de libros, luego como escritor, las lecturas le dieron el cristal mediante el que vio la realidad con mejor foco y se condolió de todas las historias hispanoamericanas. Se lamentó de esas Venas abiertas de América Latina, de esta Memoria de Fuego tan común a tantos países bajo dictaduras  y de Los días y noches de amor y guerra que conviven en la exuberancia del edén sudamericano. Uruguay fue la tierra que lo trajo al mundo, pero tuvo a toda la América desde el río Bravo hasta Tierra de Fuego como patria. Encontró la coincidencia de tantos pueblos no solo en el color de la piel, sino en la explotación de sus recursos en manos de otros… y todo lo que implica ello.

Compromiso social y derechos humanos son los puntos coincidentes. Nadie mejor que ellos para abanderar la frase de Federico Nietzsche: «Solo necesito papel y lápiz para hacer rabiar al mundo». Ambos recibieron las fuertes críticas de personajes poderosos, pero la convicción y, particularmente, su humanidad se impuso. Aquí estarán siempre.

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