martes. 24.06.2025
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Gramática y redacción

Gramática y redacción

Muchas personas confunden ambos conceptos. Aunque se trata del mismo fenómeno –el lenguaje escrito–, son diferentes, pues su perspectiva es distinta. No es lo mismo comer que alimentarse, aunque se trate de la misma acción. Igualmente, el primero es el nombre de la ciencia, mientras que el otro es una técnica o un arte, depende de su concepción. Confundirlos puede propiciar esperar de una lo que no corresponde a la otra.

El Diccionario de la Real Academia Española, DRAE, define a la Gramática como la «Ciencia que estudia los elementos de una lengua y sus combinaciones». En tanto ‘redacción’ es la acción o efecto de poner por escrito algo sucedido, acordado o pensado con anterioridad (he combinado lo que el DRAE enuncia de los vocablos ‘redacción’ y ‘redactar’). La primera, entonces, define los elementos del lenguaje y las relaciones entre estos para formar unidades con sentido (las palabras y los enunciados). En tanto, la redacción es un proceso creativo; no es la simple suma de significados y adecuadas relaciones en un enunciado: expone contenidos vinculados a emociones, reflexiones y razones. La ciencia descubre las leyes de su objeto; la técnica aplica creativamente las propiedades de sus elementos. En el enunciado «Guanajuato es una tierra recia y delicada; inquieta y serena; grandiosa y sencilla», la gramática observa a sustantivos y adjetivos organizados por campos semánticos en antónimos dentro de una oración simple (sujeto y predicado); la redacción ha manifestado imaginativamente que es territorio lleno de contrastes. La Gramática pretende un punto de vista objetivo; la redacción busca la subjetividad, pues está más relacionada con la esencia del hombre.

Cierto es que la redacción se vale de la gramática para comprender con mayor eficiencia y precisión la combinación de elementos. Pero es fría. La redacción aprovecha los postulados, pone los resultados al servicio de la sociedad. Con ello, soluciona necesidades prácticas.

Históricamente, muchas personas –como los escritores o los periodistas– se han valido más de la intuición para obtener resultados prácticos que de la Gramatica. Por tanto, debía hacerse más énfasis en la composición de textos, más que en aprenderse los nombres de los elementos gramaticales. Es más efectivo un atleta natural que el estudiante que comprende las reacciones químicas de su cuerpo cuando corre. Lo que supera es el entrenamiento y la pasión, no la erudición por sí misma.

Ya desde su primera edición, Martín Alonso Pedraz –miembro de la Real Academia Española– sostenía en su obra la Ciencia del lenguaje y el arte del estilo (Aguilar, 1955): «El fracaso de la Gramática como instrumento práctico del idioma». Don Martín define como gramaticalismo a la obsesión académica de que los alumnos reciten clasificaciones porque «…una vez aprobada la asignatura del español, vuelven la espalda al libro de texto como quien se despoja de una carga onerosa e improductiva».

En este marco, conviene más para el desarrollo de la sociedad ensayar con mayor acuciosidad la búsqueda de la armonía textual que lo impecable de la técnica. Finalmente, escribir está más vinculado a la dinámica social que a la sapiencia académica.