No deja de tener un tono agridulce el partido entre los perdedores de las semifinales, sobre todo cuando la expectativa era llegar a la final en el caso de quienes eran favoritos y se quedaron en la orilla. En esta oportunidad, ninguno de los dos lo eran: tanto croatas y sobre todo marroquíes, realizaron un gran Mundial y llegaron más lejos de lo presupuestado en un inicio; de hecho, no se había visto que una selección africana llegara a estas instancias. Además, en temas mundanos y como una motivación extra, se ofrecieron 27 y 25 millones de dólares al ganador y perdedor, respectivamente.

Soltura y dinamismo

Croacia salió con una lucidora mezcla de seriedad y soltura para enfrentar el compromiso por el tercer lugar: se apoderó de la pelota, copó los espacios y muy pronto la pelota se paseó angustiosamente por el arco de Marruecos tras un mal toque del arquero que tomó un efecto imprevisto; así, generó la necesaria sensación de peligro para abrir la defensa rival a pelota parada y una precisa jugada de pintarrón, con dos cabezazos medidos en el área para batir al arquero Bono, con buen lance pero insuficiente para alcanzar ese balón enviado por el enmascarado Gvardiol que se coló pegado al poste. Tres minutos después, también con el esférico detenido, los norafricanos lograron el empate con remate de cabeza dentro del área chica con remate de Dari. Diez minutos de muy agradables sensaciones que continuaron durante todo el primer medio, expresadas en un par de llegadas por bando hasta que en la recta final, Oršić recibió un servicio por el lado izquierdo y de primera intención mandó la pelota al palo contrario, lo saludó y se introdujo en portería para regalarnos de esa forma uno de los goles del Mundial.

Batalla y dureza

Con la ventaja, los Vatreni salieron a la segunda parte a manejar los hilos con mayor cautela, sin renunciar del todo a lanzar ataques, sobre todo al inicio del tiempo corrido, mientras que los Leones del Atlas ponían en juego su espíritu combativo para buscar el empate. El partido se fue ensuciando poco a poco, en parte por la desesperación de algunos jugadores y en otra por la falta de marcación del árbitro, al que se le fueron faltas de uno y otro lado en zona muy comprometida. Una clara para los africanos que tapó muy bien el portero Livakovic a falta de un cuarto de hora y mucha batalla en los minutos finales, incluyendo un disparo que salió desviado por parte de los de cuadros y un cabezazo al final de los de rojo que pasó apenas por arriba y que significó la última jugada para ambos equipos. Mientras Croacia vuelve a cumplir con un gran torneo y así lo festejó poniendo al frente al gran Luka Modric, uno de los grandes jugadores del siglo XXI, Marruecos, a pesar de que algunos jugadores se fueron innecesariamente contra el árbitro tras el silbatazo, culminó una de las presentaciones más gratamente sorprendentes de la historia de los Mundiales.