Las luces se desmayan. Entran a escena seis figuras masculinas. Uno de ellos da la nota de entonación, con un pequeño silbato. Son A Filleta, el coro corso que se presentó a las seis de la tarde en el Teatro Bicentenario el día 16 de marzo. Comienzan con una canción de cuna tradicional de Georgia: Nana por título. Por alguna razón me recuerda a la versión de Drume Negrita que hicieran Ry Cooder y Manuel Galván: demasiada técnica hace que algunas piezas populares pierdan fuerza para mostrar las maravillosas artes de los intérpretes. Me desilusionan un poco. Al terminar la pieza, Jean Claude Acquaviva hace un pequeño relato sobre la historia de A Filleta; hay que reconocer que el tipo es un narrador nato. Me sentí por un momento en el bar de algún puerto, oyendo el cuento de algún marino.

Vuelven al ataque, a veces en cuarteto, en quinteto y trío. Después de aquella primera pieza atacada con demasiada pretensión, las siguientes son otra cosa. Aparte de tener un público entregado y cálido. Hacen juegos extraordinarios: sobre estructuras de música contemporánea de escuela integran melodías tradicionales corsas, georgianas, tibetanas, griegas y bereberes. El ambiente huele a mar, a especies, a té de menta y destilados fuertes. Las armonías logradas son inquietantes. Al finalizar cada pieza el público aplaude. Ya se han llevado la tarde.

El performance no puede ser más simple. Hombres reunidos alrededor de un micrófono, que bien podría ser una ventana o un fuego. Se abrazan mientras cantan. En una ocasión hay un equívoco al entonar, sin embargo la camaradería es mucho mayor y se resuelve en segundos con risas: un grupo de amigos en plena fiesta. Nosotros, los espectadores, somos apenas convidados. No de mala manera, al contrario. Para descansar un poco la voz, Jean Claude Acquaviva hace intervenciones de poemas o historias, de él u otros. La selección se agradece: hay un fragmento de
Pessoa.

Los integrantes de esta agrupación corsa son: Jean Claude Acquaviva, François Acquaviva, François Aragni, Paul Giansily, Jean Sicurani y Maxime Vuillamer. Ahora me entero que Filleta es un tipo de helecho de Córcega y es el símbolo de la unidad y la amistad del lugar. Nada que ver con el brócoli de acá.

Dejen buscar algo para este sabor a mediterráneo que traigo en la boca, pues visto lo visto, no quedé tranquilo y eso se agradece.