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SEMBLANZA PREHISPÁNICA

De Mo-o-ti a Guanajuato: de tierra de indios a ciudad criolla

En la celebración de los 281 años de Guanajuato Capital

Pastita, viejo barrio de indios mexicanos otomíes
Pastita, viejo barrio de indios mexicanos otomíes
De Mo-o-ti a Guanajuato: de tierra de indios a ciudad criolla

Los chichimecas le llamaron Mo-o-ti (lugar de metales); luego lo tomaron los mexicas y le llamaron Paxtitlán (lugar de pastizales); los purépechas le cambiaron a Quanashuato y los españoles le ajustaron a Guanajuato. De tierra nómada a pueblo minero, de pueblo minero a española ciudad señorial. La cañada es orgullo hispano, pero bajo sus tierras y sobre sus cerros están sus venas de pueblos originarios. 

La celebración de los 281 años de Guanajuato como ciudad no puede entenderse sin sus antecedentes prehispánicos, inesperados para un lugar que en teoría sería inhóspito. Es el Mo-o-ti-Cuanaxhuato de mi Guanajuato.

Sangres guerreras

La investigadora Verónica Zamora Ayala explica en su texto, “Asentamientos prehispánicos en el estado de Guanajuato”, publicado en la revista Acta Universitaria” de la Universidad de Guanajuato, que esta tierra fue primero territorio Chupícuaro, civilización que decayó en el año 350, luego vino la etapa tolteca-chichimeca para compartir lucha por ella con los purépechas, quienes a partir de 1350 se apropiaron del territorio de lo que hoy es la entidad.

El área sobre la cual incidió Chupícuaro abarcó básicamente la Mesoamérica Septentrional y tuvo manifestaciones en sitios en lo que hoy es el estado de Guanajuato: El Cóporo, El Cubo, Carabino, Cañada de la Virgen, San Miguel el Viejo, Morales, La Gloria, Los Locos, Peralta, Los Garos, El Cobre, Plazuelas, La Virgen, Chupícuaro, San Bartolo y Tierra Blanca. Estos espacios serían retomados por las naciones indias que llegaron posteriormente.

A partir del siglo XII, añade la investigadora, la zona centro oriental de Guanajuato fue ocupada circunstancialmente por grupos chichimecas, que en su dinámica de nómadas extendían sus recorridos hasta esta zona: 

Los pames, grupos agrícolas de vida aldeana, con un vínculo más estrecho con los pueblos de agricultores mesoamericanos antes del siglo XII, momento del segundo desplome de la Mesoamérica septentrional. Habitaban en cuevas y abrigos rocosos, así como campamentos estacionales en espacios abiertos. Sus dominios principales eran Xichú y la Sierra Gorda.

Los jonaces, que eran nómadas del noreste de Guanajuato y de la Sierra Gorda Queretana y no habían asimilado los rasgos mesoamericanos.

Los guamares, con sus confederados copuces, guashabanes y sanzas. Su zona principal de influencia se extendía hacia el norte hasta San Felipe y Portezuelo, casi hasta Querétaro hacia el este, a veces más allá del Río Lerma en el sur, hacia el oeste al menos hasta Ayo el Chico y Lagos, y hacia el noroeste hasta Aguascalientes; habitaron en Ocampo, San Felipe, Dolores Hidalgo, San Miguel Allende, Silao, Irapuato, Huanímaro, Abasolo, Pénjamo, Cuerámaro, Romita, León, en las sierras del Cubo, Pájaro, Fraile, Comanja, San Luis de la Paz, San Diego de la Unión, Guanajuato y La Luz. Eran nómadas y vivían de la caza y la recolección.

Los guachichiles y sus unidos fueron los chichimecas con el mayor territorio ocupado. Comienzan en la parte de Michoacán, del Río Grande y salen a Ayo el Chico y Valle de Señora (hoy León), y Sierra de las Minas de Comanja y Villa de los Lagos, y toman las sierras del Xale y Bernal y Tunal Grande, por el límite de los guamares y Bocas de Maticoya, Salinas, Peñol Blanco, Mazapil, las Macolias, llegan hasta los confines de Pánuco. Circunstancialmente se acercaban a Mo-o-ti.

Los hñähñú (otomíes), los de mayor influencia mesoamericana, con una economía mixta de caza recolección con agricultura. Los otomíes llegaron a ocupar antiguos recintos ceremoniales. Construyeron plataformas con cimientos de piedra laja colocada en canto. Estos asentamientos se localizan en lugares cercanos a barrancas y aún en abrigos de la sierra.

Así, del siglo XII al siglo XIV chichimecas y purépechas se disputaron el territorio de lo que hoy es el municipio de Guanajuato, pero en 1446, como parte de las huestes de Moctezuma, los otomíes alcanzaron a esta tierra y se establecieron en Paxtitlán (“Lugar de Paja”). Hoy se conoce como Pastita y está al pie del Cerro del Meco, apócope de Chichimeco.

Los purépechas tomarían finalmente la cañada para llamarla Cuanaxhuato (lugar montuoso de Ranas), mismo que cedió su lugar a los españoles tras la caía del imperio llamado “tarasco”, pero los vestigios y referentes indígenas persistieron a pesar de la colonización.

El nombre de la cañada, indica la arquitecta investigadora, tiene versiones varias: que en el lugar se formaban muchas lagunas que en época de lluvias que se llenaban de ranas, a las que los indígenas rendían culto; también se cree que la causa son unas rocas que asemejan la figura del batracio y que existen en el Cerro del Meco. Otra versión indica que el nominativo de Mo – o – ti (Mogote) en lengua de los mexicas se traduce como Uanazuaton, lugar donde se excava y lava oro y plata, como origen del nominativo. 

Para los gachupines conquistadores es, simplemente, Guanajuato.

El Guanajuato Prehispánico en el municipio

El Cerro del Sombrero, ubicado junto a la presa de La Purísima es el lugar más conocido como referente del Guanajuato prehispánico, por ser lugar donde se han encontrado vasijas y objetos hay petroglifos que ilustran la presencia presuntamente chichimecas.  

Alfredo Pérez Ponce, también investigador de la Universidad de Guanajuato, señala que indicios del Guanajuato indígena se encuentran en los cerros que rodean la ciudad. Eran zona de cacería de guachichiles y pames. 

Además de Pastita, un referente es el cerro del Meco, zona chichimeca por excelencia. En la zona de Calderones, el Cedro y la Bufa es común ver rocas colocadas una sobre otra. No es obra de la naturaleza: es parte de un ritual prehispánico. Abundan cuevas donde existen pinturas rupestres y tallas en piedras, a manera de oráculos o posiblemente de tumbas.

El estudioso afirma que en el municipio hay referentes de ese pasado indígena de Guanajuato: en la Sauceda hay basamentos piramidales; en Campuzano existen estructuras de casas. Si bien los chichimecas se movían por temporadas, dejaron pistas de su paso por esta tierra.

En la nomenclatura de espacios del Guanajuato actual está esa mezcla de culturas: un ejemplo de ello, es el cerro de Chichíndaro, al norte de la ciudad, al suroriente de la presa de Mata: fue un espacio sagrado para los chichimecas, pero su nombre corresponde a la fonética purépecha.

Espacios de origen prehispánico dicen “¡presente!”: el cerro del Puripitate, en las inmediaciones de Santa Ana; Púquero, que antes se llamó Púcaro y más atrás fue Puquio, y que significa “Salto del Tigre”); Tamatzuca (“Pequeño llano sobre el cerro”) y Tepetetlapan, hoy Tamazuca y Tepetapa.

Hoy son Galereñas y Tunos los ropajes mestizos y criollos, respectivamente, que dan identidad a la ciudad ante los ojos del turismo. Habrá que hacerle honor a chichimecas, mexicas otomíes y purépechas. Que Tire Pame (dios chichimeca), Curi-Caberi (dios purépecha) y Ehécatl (dios mexica) bendigan a esta ciudad que cumple años.

Petroglifos en el cerro del Sombrero
Petroglifos en el cerro del Sombrero