SEMBLANZA EN HOMENAJE
El último anarquista, Raúl Zárate
Irapuato, Gto. En el inicio de los años 90 un grupo de fotógrafos iniciamos un jardín del arte en la plaza de Santiaguito, con la idea de que cada domingo todos los artistas locales tuvieran un escaparate para su producción. Por esas fechas en casi todo el país se pudo observar un fenómeno pocas veces visto, un eclipse total de sol. Los integrantes del Club Fotográfico Irapuato registramos el fenómeno, dando como resultado decenas de imágenes de muy buena calidad, tanto del eclipse como de su entorno, de tal forma que en uno de aquellos domingos de arte todas las obras se relacionaban con ese tema.
El maestro Zárate visitó el lugar y me preguntó si podía exponer. Por supuesto, Raul –le dije-. Será un honor que nos acompañes con tus obras.
Raúl nos preguntó si el tema de las piezas era el eclipse, y le respondí que no, pero sí el de nuestro certamen entonces recién transcurrido, y aprovechábamos para vender nuestras fotos.
Media hora después regresó al lugar, con ocho cuadros de su tema favorito, las plazas y el mercado. La sorpresa fue que todas sus pinturas tenían algo común: los personajes aparecían con lentes de color negro, sobre lo que él comentó: Para que no se eclisen.
Así era Raúl Zárate: un hombre sencillo, sin más pretensiones que vivir la vida en paz.
El fotógrafo Gerardo García llamó a este pintor autodidacta el último anarquista, por su convicción de que la sed de justicia es una utopía.
Sobre su técnica, él mismo y los que saben la han calificado como costumbrista-hiperrealista.
En una de las últimas veces que lo visité para llevarle sus medicinas y algo de comer, tuve la oportunidad de fotografiarlo junto a la poca obra que aún tenía en su poder, y la plática fue en torno a su padecimiento, una ceguera total a causa de la diabetes. Con un humor muy de él comentó: Maestro Vidal, cada quién tiene sus propios demonios, y los míos ya los siento pero no los veo.
Su consejo siempre fue: Nunca copies, pues copias los errores. Mejor fotografía con tus propios errores, pues es más fácil descomponer lo compuesto que componer lo descompuesto.
Buen viaje Maestro. Descansa en paz.