martes. 17.06.2025
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Teatro del Bicentenario celebra con la Filarmónica de la CDMX el FIC en León

Dedican el concierto a la memoria de Jesús Gallardo

Teatro del Bicentenario celebra con la Filarmónica de la CDMX el FIC en León

León, Guanajuato. La noche del 13 de octubre fue singular. En una tarde gris, unas cuantas gotas de lluvia hacían forzar la marcha a la cita en el Teatro del Bicentenario de León, para una velada donde obras de Strauss y Shostakóvich celebrarían el 40 aniversario de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, en el marco del XLVI del Festival Cervantino.

En punto de las diecinueve horas se anunció la tercera llamada, y una voz en off pidió un minuto de aplausos para el pintor Jesús Gallardo, quien falleció el viernes 12 de octubre, además de comunicar la dedicatoria del concierto su memoria.

Al término de los 60 segundos, la luz disminuyó y al escenario entraron la soprano Gabriela Herrera y el director Scott Yoo. El recinto silenció para dar inicio a las Cuatro últimas canciones, Richard Strauss.

La obra está inspirada en cuatro poemas que evocan al final de la vida: Primavera, Septiembre, Hora de dormir y En el crepúsculo, los tres primeros pertenecientes al escritor Herman Hesse, y el último de Joseph von Eichendorff.

Curiosamente, Strauss descubrió el poema de Eichendorff y lo musicalizó meses antes que los de Hesse. En ellos Strauss vio el reflejo de sus últimos días, y lo plasmo en cuatro canciones para soprano y orquesta.

La OFCM interpretó durante veintitrés minutos de manera sublime el testamento nostálgico del compositor alemán, llenando la sala de una melancolía paradójica. El autor nunca pudo escuchar las composiciones en concierto, y menos imaginó que las cuatro canciones se conjuntarían en lo que ahora conocemos como las Cuatro últimas canciones, así como el maestro Jesús Gallardo jamás imaginó que la ciudad que lo vio nacer, lo despediría con una de las páginas más sublimes de la historia de la música. 

El intermedio se dio a la puesta del sol, y el cielo se entreabrió para arrojar destellos rosas que combinaban con el color que iluminó al Teatro del Bicentenario para fomentar la toma de conciencia sobre la detección y prevención del cáncer de mama. 

La segunda llamada movilizó al público a sus butacas: Shostakóvich estaba por comenzar.

La Sinfonía no. 11, subtitulada El año 1905, de Dmitri Shostakóvich, es un réquiem para recordar los hechos del Domingo Sangriento de 1905, ocurridos en San Petersburgo, Rusia.

Esuna pieza musical que honra la revuelta popular de 1905, donde la policía del zar Nicolás II disparó indiscriminadamente contra trabajadores que se reunieron de manera pacífica a las puertas del Palacio de Invierno, para exigir un salario más alto y mejores condiciones laborales. La obra posee un estilo hiperrealista que semeja el relato de los sucesos, escrita en cuatro movimientos sin pausas, que evocan pasajes narrativos explícitos. 

El primer movimiento: Adagio (La plaza del Palacio) narra una mañana cualquiera en que los ruidos de la ciudad se disuelven con algunas notas militares, con una calma que precede a la tempestad. 

El segundo movimiento: Allegro (El 9 de enero), una turba se crea y se acerca al palacio donde al final del movimiento la furia temerosa se descarga sobre la multitud.

El tercer movimiento: Adagio (In memoriam), es una marcha fúnebre en honor a los caídos. La base musical del movimiento es un cantico revolucionario donde las cuerdas marcan el ritmo lleno de clamor.

El cuarto movimiento: Allegro non troppo (Alarma), es un movimiento lleno de repeticiones de acordes de marcha. Aquí la base musical está construida sobre la Varshavyanka, un tema revolucionario. Una armonía llena de energía donde la esperanza del pueblo toma un respiro y recobra fuerza. 

Durante casi una hora, cada nota que disparaba la OFCM evocaba imágenes de revuelta y de represión, con una fidelidad que el recinto se convirtió en un campo de batalla, donde los presentes fuimos fieles testigos de ese domingo sangriento. La obra culminó en un impetuoso clímax, que lanzó a los asistentes de sus asientos para ovacionar a los más de 70 músicos en escena que celebraron, con una interpretación excelsa de éxtasis sonoro, la fiesta cervantina en León.