Es lo Cotidiano

Poemas

Mijail Lamas

Tachas 09
Tachas 09

No quisiste quedarte.
No quisiste aprender cómo quedarte.
Quedarte resignado a beber toda la luz que nunca muere.
De tal modo que el recuerdo te soborna,
te hace dudar hasta llevar tus manos a tocar lo que no tienes.
Para tocarlo primero hay que saber decirlo, decirlo muchas veces.
Mucho tiempo has pensado destejer, una tras otra,
las tramas que se te van enredando entre los dedos.
Mucho tiempo quisiste enumerar cada partícula de polvo, cada capa de tristeza,
enumerar también cada puñetazo de la frustración,
cada truco para engañar el mediodía que te cortaba en sombra la figura.
Pero no puedes y te llevas una mano a la cabeza
y descubres que en ese recuento
hay una imagen que tienes de ti mismo y te es extraña
que sólo en sus contornos y a lo lejos, apenas en su sombra,
podrías reconocer.
Hay algo que ahora te detiene.
Has dicho demasiado y te has metido en un problema.
El añejo dolor que te conserva despierto y a la sombra
guarda para ti un sentimiento de revancha.
No puedes avanzar lo que quisieras,
el desierto que pretendes recordar se vuelve más extenso.

***

Lo que antes fue desierto aún persiste
y en unas cuantas líneas crees recuperar todo de nuevo,
recuperar aquel paisaje donde el verano cumplía su destrucción inapelable.
Pero hay algo diferente,
las calles que recuerdas tienen zanjas más hondas,
las paredes de las casas tienen grietas como relámpagos de piedra.
Crees que puedes volver a llenarte de polvo los bolsillos,
crees que puedes patear lejos de aquí remordimiento, rabia y rencor
como si de cosa pequeña se tratara.
Crees que puedes volver y una sensación de sequía en tu garganta te sorprende.
Te sorprende también aquella disposición al cariño que justificaba cada golpe,
aquella sensación de no sentirte solo sin creer que dios te vigilaba.
Y pronuncias en voz baja
una blasfemia que solamente a ti te reconforta.
¿O es qué todo lo que has dicho no deja de ser una conjetura
o una ávida reconstrucción de los hechos
o una manera de legitimar una mentira,
porque eres otra presa del olvido
y herido por el sol en el costado,
se han calcinado todos tus recuerdos?
No hay nada,
te cuesta trabajo creer que no hay nada.
Regresas para buscar en ti algo que permanezca
y compruebas que lo único palpable que posees,
ahora que ya es tarde y tienes sueño,
es el cuerpo de una mujer que no puede dormir
y te espera en otro cuarto.
Dejas la pluma que habías tomado para escribir eso que no alcanzas a fijar,
apagas en silencio cada una de la luces de la casa
y el desasosiego no se extingue por completo.

Quisieras continuar pero ya es tarde.

***

A Mario Lamas, mi padre

Que no te asuste, hijo, el infierno

más de lo que te pueda asustar esta carretera que arde,
este camino que incendia su horizonte,
esta vegetación que nos sepulta,
este sopor que nos asfixia.
La mano ciega que ha errado casi todo,
es la mano de dios que nos protege;
la furia que me nubla el rostro,
es el humo de su cigarro
y toda esta sinrazón y miseria
son provocadas por su aliento alcohólico.
Escúchame hijo,
si hay un infierno entonces,
todos hemos muerto
y estamos condenados a pagar por nuestras culpas
en esta carretera.

***

Aquí siempre es verano

aunque nos digan que las estaciones llegan y el año acaba.
Allá siempre es verano
lleno de voces y plegarias no atendidas.

No pretendía volver o que el verano fuese el paraíso,
ni siquiera ser la piel del sol abatida en los cristales.
Pero he caminado las calles,
he fundido mis suelas en sus banquetas
y cobrado una cuota de sol como la infamia.

No pretendía volver y sin embargo
mis ojos van al encuentro de esos días de enseñanza y de golpiza.
Aún hoy me escondo a fumar,
porque sé que aunque se crezca,
siempre hay alguien que vigila.

No pretendía volver
pero me siento en esa mesa a donde acuden,
en menos de un año, cuatro muertos.
No es increíble que la muerte se haya molestado en recordarnos.

No pretendía volver y sin embargo
una llamada, un noticiero, algún periódico
me traen de vuelta a la masacre
y camino hacia una hora menos en el tiempo.

No pregunté por qué allá siempre es verano,
nacíamos con él en la mirada y sin embargo
un temporal de oscura gracia nos seducía.

No pretendía volver, pero no basta pretenderlo,
el verano emana de mí y todos los caminos se tuercen en su polvo,
toda esa es luz es un puño que se rompe en mi memoria.