Es lo Cotidiano

Las ciudades eternas

Sara Andrade

Tachas 10
Tachas 10
Las ciudades eternas

Tuve un sueño en una vida pasada.

La ciudad estaba cubierta de arena y no existía ningún sonido porque no existía ninguna boca. No existía ningún eco porque no existía ningún zapato en la duela. No existía ningún viento porque no había nada que barrer.

Yo existía.

Los edificios negros se levantaban ominosos, altos y sólidos. Impenetrables. Inconcebibles.

Silencio. Silencio pesado, casi tangible. Polvo que reseca los labios, colores que ya no existen, imágenes que no pueden ser vistas por nadie. Porque la eternidad a nadie le pertenece.

En cada puerta de cada edificio hay un número y una letra, en un idioma que puede ser entendido pero no pronunciado.

Este es el reino de los sueños, de los desiertos, de las cosas pasadas que olvidamos. Ahí sólo pueden existir, en un mundo elástico y transparente, vasto y misterioso. Dónde no caben las palabras ni la memoria ni nada que pueda apresarlo.

En las ciudades eternas existe todo lo que no hice, lo que no dije, lo que no destruí, lo que no ame, todo lo que no fui.

Y es que su inexistencia les confiere perpetuidad.