viernes. 19.04.2024
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MEMORIAS DEL SUBDESARROLLO

Memorias del subdesarrollo (1968) de Tomás Gutiérrez Alea

Isaac Raúl Zepeda Romo

Memorias del subdesarrollo (1968) de Tomás Gutiérrez Alea

Tengo la punta de la lengua irritada de tanto hurgarme una caries que me acabo de descubrir en una muela.
Sergio

Película basada en la novela homónima de Edmundo Desnoes, creo que, para esto, ya deberíamos ir dejando de lado el vicio de preguntarnos, qué es mejor, si la película o la novela. Me parece muy oportuno para eliminar esta mala costumbre en el caso de estas dos obras. Buena cada una por su lado, en su arte (por eso no se comparan). Lo que contribuye a que el valor de las dos pueda ser casi paralelo es que la novela es escrita en 1965 y en menos de 4 años ya está en pantalla. Otra aspecto es que la realidad que presentan no le es lejana al escritor ni al director.

Vamos a ver: La Cuba post-revolucionaria y en medio de una batalla que no le incumbe. La gente que puede (los burgueses) yéndose. Los aeropuertos y los pasaportes trabajando. Y Sergio Carmona (Sergio Corrieri), un burgués heredado, que se queda, en cuba, en su amplio y vacío departamento, se queda solo. Así de terminantes son las primeras palabras con las que comienza la novela: “Todos los que me querían y estuvieron jodiendo hasta el último minuto se han ido ya.”

Gutiérrez Alea, en cambio, aprovechando el sonido y lo visual, nos presenta un baile, el festín en que da y, en medio de éste, al más puro estilo del asesinato de Colosio, se oye un tiro y un mulato ha caído, pero esto no detiene la fiesta, ni los músicos dejan de tocar. Creo que esta escena resume muy bien la visión que Sergio tiene del lugar donde está (no puedo decir: del lugar donde vive, habita).

La película está hecha como un collage donde en la pintura íntima de Sergio se han puesto algunos recortes que le dan un tono más oscuro y personal, recortes de periódicos, revistas y también de las partes consideradas “obscenas” de las películas de entonces, lo que hace que se logre afectar al sentir del espectador de dos formas: la social y la individual. Y ese collage está en un museo con silencio o notas graves como música de fondo. El silencio es un buen elemento aquí, ya que si no fuera por las palabras del personaje principal sería una vida muy callada, él es el que hace más ruido. Tal vez nosotros también hacemos mucho ruido y no vemos que la vida está callada.

Sergio: está aparte, el lugar en que se ha quedado, en el que tal vez él mismo se ha puesto, es un lugar escindido. Lo que nos dice viene desde su dislocada posición, porque no sólo está en cuba, está en su departamento, y está con él mismo, está escribiendo un diario. Se le nota aburrido y bostezando. ¿Y qué le queda en ese aburrimiento? Los objetos y pensar.

Sí, porque empieza a tener un contacto con su realidad inmediata y tangible, se entretiene con las cosas que le han dejado: algunas prendas de Laura, su ex esposa (Yolanda Farr), una grabadora, dos pajaritos en su jaula, uno de los cuales muere. Sergio lo agarra y lo tira a la calle, desde lo alto de su departamento. Además, se encuentra con Elena, una mujer y decide pasarse un tiempo con ella, aunque después no la soporte, se entretiene. Casi al final se le ve con la mirada perdida jugando con un encendedor.

Pero este contacto con los objetos es meramente físico, porque mientras piensa algo tiene que hacer con el cuerpo, nada más para eso, no se está quieto. Y piensa y ve para afuera, para dentro para todas partes, como cuando uno está atrapado y no sabe qué hacer, siempre con un tono dado por sus pretensiones de intelectual. Aunque está atrapado no se alarma. El quería eso. Esa forma de ver las cosas le da a Sergio una especie de misantropía local, por el hombre más cercano: el de la calle y el del espejo, donde a veces se reconoce.

A más de uno he recomendado esta película, sé que para algunos es muy tentador querer reconocerse en Sergio. Sé que algunos lo hacemos y lo dejamos de hacer. Y es que no se puede menos con tal invitación a la intimidad de tan atractivo personaje. Habría que ver en qué desarrollo estamos pues.

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