jueves. 19.09.2024
El Tiempo
Es lo Cotidiano

Germán

Daniel Medina Flores

 

Levantó la vista. No recordaba haber visto tanta gente reunida desde tiempo atrás. Debían ser miles y miles de personas reunidas para escuchar a los oradores que hablarían a favor de José. En todo el país ocurría lo mismo, en cualquier lugar en que se parara el candidato había millares dispuestos a escuchar sus palabras. Pensó “Si no tuviéramos el arrastre popular y el apoyo que vemos en cada ciudad, como dicen los periódicos, entonces ¿Por qué nos atacan?”.

La tarima donde hablaban los oradores se encontraba cerca, Germán la podía ver desde el lugar en el que estaba parado pero llegar implicaba atravesar un mar de personas, todas aglutinadas para escuchar las palabras de cada uno de los oradores que promovían la campaña presidencial de José. Vinieron a su mente aquellas palabras de José cuando lo escuchó hablar en la Universidad Autónoma. “La educación tiene que llegar a todas las partes del país” decía, “Hay que continuar con la revolución, pero no una revolución que se base solamente en las armas, ¿Cómo seguir una revolución si el pueblo no sabe las causas por las que pelea? No se trata nada más de ir a la guerra y asesinar a los que no comulgan con nuestras ideas, de llegar y destruir ciudades enteras porque el enemigo está ahí. El pueblo debe saber por qué luchamos por la educación, por acabar con los excesos que el antiguo orden tenía. Ya no ver cómo la riqueza está mal proporcionada, ese mundo en el que vemos que los de la alta sociedad caminan por la calle disfrutando las delicias del capital, que caminan por la calle luciendo joyas excéntricas, oliendo a ese perfume parisino que está de moda, relumbrando con esas vestimentas finas traídas de otras partes del mundo. Todo ese orden cuya máxima es despreciar a la persona que camina por la misma acera con ropa humilde y obligarlo a agachar la cabeza cuando se atreve a pasar al lado del burgués, que obliga a dirigir una mirada llena de desprecio olvidado por completo que en esta sociedad también las personas de piel cobriza son miembros de la sociedad. Y cuando ese pobre hombre recibe los insultos, la humillación y todo el rencor ¿Qué hace? Solamente agacha la cabeza sin intención de defenderse, creyendo que todo lo que le dicen es verdad, pensando que nunca tendrá el valor para enfrentar al burgués, y si tiene el coraje éste no llega muy lejos pues piensa que es el único con esa mentalidad.”.

Germán seguía caminando, veía entre la gente a muchos con la descripción que José había dado en esa conferencia, todos y cada uno de ellos revivían el discurso que José dio aquella tarde. “¿Por qué esa persona hace eso? ¿Por qué se siente inferior? Porque no tiene el conocimiento, porque no sabe que desde su nacimiento es igual a la otra persona que se pavonea con esas vestimentas de lujo. Lo único que ha escuchado, desde su niñez, es que tenía que trabajar, trabajar y trabajar para que la fábrica o hacienda obtuviera ganancias, sin ganancias no había dinero y sin dinero no le pagarían y se quedaría sin empleo. Es un obrero o un campesino y no dejará de serlo, él debe vivir para darle el capital a otros, y con las migajas que obtenga a cambio alimentar a una familia numerosa ya que, como le dice el sacerdote, dios le da los hijos que quiera y debe mantenerlos a todos, debe ser un buen cristiano y soportar todos los sufrimientos, pues en la otra vida recibirá la paga por los sacrificios que hizo en este mundo. Así es la realidad del país, la iglesia los adoctrina y la burguesía los utiliza. No llegará más lejos porque no tiene educación, porque en su comunidad no hay escuelas, no hay librerías y si las hay no las utiliza por la sencilla razón que no tiene dinero para mandar a su familia a un centro de educación, apenas tiene para darles de comer, y de leer, eso mejor ni lo decimos, llega tan cansado a casa después de horas de trabajo que lo único que quiere es comer y descansar para mañana levantarse muy temprano y volver a realizar los mismo que todos los días. No hay conocimiento porque está en poder de las familias ricas a las que no les interesa educar al pueblo. No les importa pues saben bien que al momento de revelarles un poco de conocimiento a obreros o campesinos, tarde o temprano tendrán una revuelta en su contra que acabará con todos sus privilegios. Por eso debemos educar a la gente, por eso debe conocer no sólo su historia, sino también sus derechos, deben ser seres humanos capaces de analizar su presente y ser objetivos, críticos y reflexivos. Sólo así podremos lograr una nación justa y recortar esas brechas entre pobres y ricos.”. Germán se detuvo y comenzó a pensar, habían pasado ya varios años desde esa plática y el discurso seguía siendo muy actual, el país había cambiado poco y seguía estancado en ese mundo que José había descrito perfectamente.

Pocos meses antes el caudillo había sido asesinado y su sucesor se convirtió en el nuevo jefe de la revolución que ahora entraba, como lo había dicho en su último informe “en una etapa de institucionalización”. No era más que una revolución interrumpida, terminada para ellos, pues había logrado su objetivo, tomar el poder y ese no lo soltarían fácilmente. “La verdadera revolución la perdimos, y ahora está siendo alterada por ellos, no ganó la revolución del pueblo, ganó la de los dueños del capital que primero mataron a los verdaderos líderes y luego se traicionaron entre ellos” dijo Germán para sí mismo.

“Germán, Germán, por acá compañero, desde aquí escucharemos los primeros discursos”, giró su cabeza para ver quién le hablaba, tenía la sospecha de que era Adolfo y en efecto así era, se acercó a él, lo saludó y los dos escucharon las intervenciones que hacían otros partidarios de José. Adolfo traía un periódico y en los lapsos entre orador y orador se ponía a leerlo “Mira lo que dicen estos malditos”, comentó mientras leía el diario, “se atreven a decir que José va en contra del proyecto revolucionario, lo acusan de comunista, de seguir órdenes directas de Stalin y Moscú. ¡Estúpidos! Utilizan todos los medios para hacer guerra sucia a José, así se mueve el jefe y su partido, así quieren perpetuarse en el poder”

Vino a su mente todo lo ocurrido anteriormente, la intimidación de los partidarios de Pascual, las amenazas directas a José y los atentados. Muchas veces llegaban a los mítines a favor de José y golpeaban a la gente, destruían toda la propaganda que encontraban y con la ayuda de la policía arrestaban a los líderes que estuvieran presentes. En las calles y periódicos no se cansaban de gritar mentiras “Cuidado con los comunistas”, “Si gana José el país se va a ir para abajo”, “José y sus seguidores quieren convertir al país en un satélite de la URSS, querrán que Stalin nos gobierne desde Moscú”, “No voten por los comunistas, van a convertir al país en una dictadura de nuevo”. Mentiras. Llamaban a José contrarrevolucionario, pero ellos había detenido la entrega de tierras a los campesinos, le decían reaccionario, pero ese grupo llegó al poder ordenando el asesinato de los jefes en el norte y sur y todo porque su lucha era a favor del pueblo y no de la clase acomodada a la que ellos pertenecen.

Ellos decían ser revolucionarios, pero ni siquiera su partido, al que llamaban revolucionario, era democrático, pues el jefe era quien decidía quien iba de candidato, y el elegido no era más que un títere, el jefe era quien realmente mandaba. “Pascual lo sabe” dijo Germán a Adolfo “Sabe que el Jefe es quien realmente manda y llevará la banda presidencial, su poder es tan grande que nadie puede hacerle frente, su partido nació corrompido y sus errores son bien conocidos por el pueblo, el resultado está en cada mitin, con miles de personas apoyándonos. Somos sus enemigos, enemigos de cuidado. Tienen miedo de nuestra victoria, que es segura, saben que sus privilegios corren peligro debe ser eso o si no ¿por qué nos atacarían?”. Germán respiró profundamente y después observó a la gente una por una, se detenía a ver sus ojos, los veía a todos más altos que al principio, todas y cada uno estaba ahí escuchando las palabras de los oradores, estaban convencidos de poder acabar con el Jefe y su partido. “Si no fuéramos un peligro para el partido, entonces ¿Por qué nos acosarían?, ¿Por qué nos harían guerra sucia? ¿Por qué nos intimidarían?”.

“¡Viva Pascual!” Se escuchó cerca del lugar donde estaba Germán, “¡Fuera los comunistas!” y entonces comenzaron los problemas, había llegado un contingente de reventadores para acabar con el mitin a favor de José. “¡Viva Pascual!”, “¡Fuera los comunistas!”, continuaban los gritos, la golpiza era ya más grande, Germán bajó y se movió al lugar del pleito, ahí estaba Adolfo intercambiando golpes con simpatizantes de Pascual. Germán quiso ayudarlo, pero dos segundos después estaba en el suelo, había tierra en su rostro y un poco de sangre salía de sus labios. Quiso incorporarse pero sentía un dolor en el costado izquierdo, unas punzadas terribles le imposibilitaban levantarse y se extendían a todo el cuerpo. Dos veces más intentó incorporarse pero lo logró hasta la cuarta. Estaba de rodillas y el dolor se concentró en su pecho. Sentía frío. Vio como Adolfo caminaba hacia él, su vista se difuminaba y se sentía débil, le dolía el pecho, poco a poco el sueño llegaba a su cuerpo. Adolfo lo ayudó a levantarse “Si no somos peligrosos, ¿por qué nos atacan?” dijo Germán y cerró los ojos.