VIBORERO
En la cima de su carrera y después de años de negativas, Julio Cortázar acepta dar un curso universitario de dos meses en los Estados Unidos. Como cabía esperar, no se tratará de conferencias magistrales sino de una serie de charlas sobre literatura, y sobre todo acerca de su experiencia de escritor y la génesis de sus obras. Las clases tratan gran variedad de temas: aspectos del cuento fantástico; la musicalidad, el humor, el erotismo y lo lúdico en la literatura; la imaginación y el realismo, la literatura social y las trampas del lenguaje, todos ellos encarnados en lecturas y ejemplos tomados de la cultura universal. Las clases llegan a su punto máximo de interés cuando Cortázar, ya en la edad de los balances, se refiere a su evolución de escritor y analiza su obra: cómo nacieron los cronopios y cuentos insuperables como “La noche boca arriba” o “Continuidad de los parques”; el sentido de Rayuela y su proceso de escritura; el desafío de Libro de Manuel. El Cortázar que nos quedaba por conocer, éste que ya entra en el aula y sonríe.
Todas las obras de arte contemporáneas —sean las de la alta cultura y el modernismo o de la cultura de masas y la cultura comercial— tienen como impulso subyacente —si bien en lo que es a menudo una forma inconsciente deformada y reprimida— nuestras más profundas fantasías acerca de la naturaleza de la vida social, tanto como actualmente la vivimos y como presentimos que más bien debería ser vivida. Volver a despertar, en medio de una sociedad privatizada y psicologizante, obsesionada con las mercancías y bombardeada por los slogans ideológicos de los negocios, cierto sentido de la corriente imparable hacia la colectividad que pueda detectarse, no importa cuán sutil y débilmente, en las obras más degradadas de la cultura de las masas con tanta certeza como en los clásicos del modernismo, es seguramente un indispensable prerrequisito para cualquier significativa intervención marxista en la cultura contemporánea.
Desde la primera vez que vi una película de Guillermo del Toro, me atrapó la historia de Cronos. La forma como está contada, la combinación de lo real y lo fantástico, de los problemas y sensaciones humanas frente a lo anormal. Me llamó la atención el manejo que hace de lo fantástico –entonces no sabía que había todo un género-, aun ahora que soy un iniciado en el tema. La manera en como presentó el vampirismo y la inmortalidad me intrigó, al igual que la mirada de la niña ante esta situación. Estas inquietudes fueron sólo el comienzo de mi viaje a través de la filmografía de del Toro.