Vuelta al inicio, a la soledad del laberinto: Testigo de piedra, de Margaret Randall
Juan Francisco Camacho Aguilar
Los cuentos describen nuestras vidas. Aquellos que
Habitan el mapa de nuestro vivir hablan alto o guardan
Silencio mientras exploran relación, costumbre, necesidad.
No es Babel lo que tememos, sino el verbo detenido, la
Expresión tirada por las alcantarillas de la modernización.
La globalización de la voz humana, manipulada criminalmente
Para borrar o enterrar el lenguaje de nuestra
Sangre.
Hay algo que nos determina, un principio ineludible que nos recuerda lo que somos a pesar de que en un momento dejamos de ser lo que fuimos. Pienso que lo más valioso de este libro es la búsqueda no del pasado, sino de ese principio determinante. Con una poeta de alta calidad, Margaret Randall,[1] como guía, vamos buscando los trocitos de esa antigüedad que nos constituye como individuos y como conjunto. No con nostalgia, sino con el interés sesudo de una historiadora que desde muy niña se enamoró de los museos y el legado que los ancestros fueron dejando para la posteridad.
El libro nació de un viaje a Kiet Seel, una ruina ubicada cerca de la frontera con Utah. Comenzó siendo una meditación sobre este sitio, pero pronto se extendió a otros lugares importantes en la memoria de la autora y, como lo señala ella, “finalmente a esa cosa que se llama tierra, que debemos salvar si no queremos perecer con ella”.
Así pues, entendemos que más allá de ser una mirada de escrutinio hacia los orígenes, es un retorno a lo sagrado, una búsqueda casi órfica: la autora se sumerge en la esencia y profundidad del tiempo porque la Eurídice a rescatar es la espiritualidad que ha sido arrebatada por los excesos. La poesía de Randall es la representación de la unidad del ser con el todo que se busca desde el principio para lograr una depuración del abuso y el desorden.
Todo esto desde la subjetividad de una mujer aguda que ha buscado no sólo en su país, sino en toda Latinoamérica y en el conocimiento de las antiguas culturas occidentales, una mirada que universalice los valores particulares de este calidoscopio de ideas que, aunque parecieran distanciarse, no están muy lejos unas de otras. Con esto, nos sugiere la autora, encontraríamos un modo de conservar este hermoso planeta que nos contiene. Todos somos uno.
[1] Nacida en New York en 1936. Poeta, historiadora oral, ensayista, fotógrafa, maestra y activista social. Entre sus más de 100 títulos se encuentran: Sandino’s Daughters, This is about Incest, Hunger’s table: Women, food & politics, The price you pay: The hidden cost of women’s relationship to Money, Into another time: Grand Canyon reflections, entre muchos otros. Traducida al español por María Vázquez Valdez.