Es lo Cotidiano

Moratín, entre la Ilustración y lo romántico

Braulio Gamaliel Baltazar Medina

Moratín, entre la Ilustración y lo romántico

Introducción

Leandro Fernández de Moratín, dramaturgo español, escritor de El sí de las niñas, nació el 10 de marzo de 1760 y murió en 1828, tiempo suficiente para ver el surgimiento de las nuevas ideas que se extendieron por Europa a partir de la Revolución Francesa, tiempo para ver como en otros países las ideas de la Ilustración proliferaban, aunque no tanto en España, donde la Inquisición seguía teniendo un gran peso sobre la sociedad, y las sombras de la superstición dominaban el inconsciente colectivo.

Así como vio el triunfo de la Revolución Francesa también vio los crímenes de El Reino del Terror, que irónicamente comete asesinatos repugnantes igual que la inquisición. El gran dramaturgo moderno español, que recibió el conocimiento de las ideas ilustradas por medio de su padre y de sus viajes a Francia, fue también colaborador del régimen francés que se estableció en España en 1808 a partir de la invasión de las tropas napoleónicas y luego autoexiliado tras la derrota de Francia en 1814.

Si bien D. L. Shaw dice que la historia moderna de España es principalmente un relato de su fracaso político,[1] en la obra El sí de las niñas, escrito antes de esos fracasos del siglo XIX, podemos observar lo contrario, es un texto de modernidad contra modernidad, de Ilustración contra Romanticismo, o quizá, mejor dicho lo romántico. En el momento que en El sí de las niñas tiene que fracasar una parte de la Modernidad, es obvio que la otra parte va a ganar. Antes de seguir quiero dejar en claro que es Ilustración, que es Romanticismo y que es lo romántico.

El filósofo racionalista I. Kant, quien como Moratín, veía con buenos ojos las ideas Revolución Francesa, mas no a los crímenes que vinieron después, en su artículo titulado ¿Qué es la Ilustración? expresa que

La ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad[2]. La minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no reside en la carencia de entendimiento, sino en la falta de decisión y valor para servirse por sí mismo de él sin la guía de otro. Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propio entendimiento![3]

Pero, dicho esto, Kant aún no propone cómo superar esa minoría de edad, esa minoría que nos hace subordinarnos a los demás por la pereza que nos da pensar por nosotros mismos. ¿Cómo se logra esta mayoría de edad? A través de la educación moderna, ilustrada. Ya que la escolástica medieval tenía como propósito el crecimiento del alma, no de la razón, y la superstición que creció en Europa durante el Renacimiento, aunque ya hubiera conciencia del individuo, limitaba al racionalismo. Incluso la modernidad hace una crítica al racionalismo cartesiano renacentista, que no sirve de nada al limitar la razón a un solo individuo, o dicho de otra manera que cada individuo tiene su propia razón, por lo tanto no existe una sola razón para todos. He aquí el por qué la importancia de crear la Enciclopedia para todos.

Por otro lado está la forma de pensamiento moderno contraria a la Ilustración, al pensamiento racional, y que está a favor de los sentimientos, el Romanticismo. ¿Cuál es la diferencia entre Romanticismo y lo romántico? En el Romanticismo aparece la idea del individuo por sí mismo, el que siente, el que ve al mundo y lo interpreta; el poeta nace no se hace, tiene una mirada a lo oscuro y lo místico, al pasado (algunos autores de esta corriente ideológica-política, estética-literaria miran a los clásicos griegos y latinos para recordar a los héroes de guerras y formar obras nacionalistas, mientras otros se interesan más por la Edad Media, considerándola como una sociedad oscura y mística, más cerca de la naturaleza que las ciudades modernas). Lo romántico es algo que se puede encontrar en cualquier obra de arte anterior o posterior al Romanticismo, con sus características, pero que no tenga la intención de ser Romántico.[4] Lo que nos compete es analizar si Moratín tuvo la intención de hacer una obra Strum und Drang o simplemente una obra que tiene mucho de lo romántico. Podemos ubicar a El sí de las niñas como una obra neoclásica, de Ilustración, pero también una obra con tintes del Primer Romanticismo, o Strum und Drang, individualismo y personajes que en algún momento tienen el ímpetu de adolecentes.[5] Es una obra con forma neoclásica, pero contenido mezclado entre los temas de la Ilustración y lo romántico. También se encuentran un poco de ideas barrocas, las cuales parecen incluidas para ser criticadas, como intentaré explicar después.

Lo neoclásico

Al principio Don Diego, sin conocer personalmente a Doña Francisca, se enamora de ella conociéndola a través de los ojos de otras personas. D. Diego: Es muy linda, muy graciosa muy humilde… sobre todo, ¡aquel candor, aquella inocencia![6] En esta cita sacada del primer acto no hay una idealización de la mujer, trata de verla con los ojos de la razón, objetivamente. Después Don Diego vuelve a decir: ella es una pobre… Eso sí… Pero yo no he buscado dinero, que dineros tengo; he buscado modestia, recogimiento, virtud.[7] Este diálogo que tiene con Simón lo considero muy moderno, puesto que se transgrede la norma de las nupcias entre personas de diferentes clases sociales. Esta idea antigua de que el héroe se debe casar con alguien de su misma clase social, y tiene que pasar por muchas pruebas antes de acceder a la mujer amada, es algo que sucede en la literatura medieval, en la modernidad se puede acceder a otra clase social. En esta obra la problemática no se origina por una transgresión a una norma moral o cívica. Don Fernando no tiene que pasar ninguna prueba, la problemática se origina por un trío amoroso como sucede comúnmente en el teatro barroco español.

La idea de Ilustración, de llegar a la mayoría de edad, se ve expresada a través de los ojos de los viejos que dicen que los jóvenes no deberían enamorarse. Amores del señor oficial y devaneos que le traen loco… Por ahí en esas ciudades puede que… ¿Quién sabe? Si encuentras un par de ojos negros, ya es hombre perdido.[8] Aquí habla Don Diego refiriéndose a su sobrino Don Carlos, quien está expuesto dejarse engañar por sus sentidos y se somete a lo que siente o pudiera sentir si se enamora, como un romántico.

También existe una crítica a la no libertad que tiene Doña Francisca frente al mundo por culpa de su madre, quien habla por ella, decide por ella. Francisca, quien después de salir de un mundo de ordenamiento[9] en el convento, tiene que enfrentarse a su madre. Si bien en el convento no tenía voz ni voto, tampoco los tiene con su madre, no se atreve a desatarse del encadenamiento,[10] lo único que hace es obedecerla, a pesar de que tiene la voluntad de casarse con Don Carlos y no con Don Diego. Doña Francisca: ¿Pues no he de llorar? Si vieras mi madre… Empeñada está en que he de querer a ese hombre… si ella supiera lo que tú, no me mandaría cosas imposibles…[11]

Si para un hombre es difícil llegar a la mayoría de edad, para una mujer como Doña Francisca que parece que tiene miedo a tomar decisiones por sí misma, es más difícil. Para cumplir la mayoría de edad tiene que dar el sí de las niñas, no de su madre a través de ella, sino de ella por sí misma. Es natural que la chica esté llena de miedo, y no se atreva a decir una palabra que se oponga a lo que su madre quiere que le diga… Pero si esto hubiese, por vida mía que estábamos lúcidos.[12] Así se refiere Don Diego a Doña Francisca, como alguien dependiente.

El hecho de que Doña Irene no le de voz a su hija, Doña Francisca, tiene su ventaja, puesto que quien tiene la función de dale voz es Don Diego cuando se resigna a no casarse con ella y dejar que ame a Don Carlos. Francisca debe expresar lo que siente por él sin escuchar a su madre. Don Diego: Ella, ella debe hablar, y sin apuntador y sin intérprete. Doña Irene: Cuando yo se lo mande. En cuanto a Don Diego, es un militar, que como dice Rousseau, los militares son quienes pierden voluntariamente su libertad para servir a la nación.

Lo romántico

Es sorprendente la relación que tiene una parte de la vida amorosa de Moratín y la de Johann Wolfgang von Goethe. Uno escribió El sí de las niñas y el otro Las cuitas del joven Werther. Ambos tuvieron decepciones amorosas y por lo menos para Goethe su obra fue de consuelo. A Goethe le pasó lo que le pasará a Werther, con la diferencia que él no se suicidó.  Y a Moratín le pasó lo que le pasará a Don Diego, que según dice Julián Marías en su ensayo España y Europa en Moratín que lo único que sacó de la relación con Paquita, que se había casado con un militar, que era hombre de acción, fue convertirla en figura literaria.[13] Paquita fue la decepción amorosa de Moratín.

En el momento en que Don Diego se da cuenta que es imposible que Doña Francisca lo ame, todo el sentido de este personaje se convierte en romántico, como sucede en Werther. Don Diego dice refiriéndose a la gente joven Precisamente en esa edad son las pasiones algo más enérgicas y decisivas que en la nuestra, y por cuanto la razón se halla todavía imperfecta y débil[14] pero cuando se entera que Don Carlos está enamorado de la mujer en cuestión comienza a adoptar esta actitud de adolecente a pesar de su avanzada edad, pero al final de la obra mide sus impulsos y de nuevo es racional.

Don Carlos, quien para empezar es un militar, a quien podemos considerar como un personaje romántico, está limitado por sus obligaciones como oficial del ejército, es teniente coronel. Si bien estos deberes de la guerra que se aproxima lo tienen de tal forma que no puede casarse con Doña Francisca, Don Diego es quien al final no se opone a su amor correspondido, a pesar de que está enamorado de ella, quien por todo este enredo piensa en el suicidio como lo hace Werther, personaje que define el Strum und drang.

Lo dizque barroco

Hay que mencionar que existe permanencia de lo barroco, porque toda la comedia gira en torno a un trío amoroso, como ya he dicho, tema común en este periodo, pero del cual se van desarrollando las ideas del Neoclasicismo y el Romanticismo. Lope de Vega en La comedia nueva dice, entre muchas cosas, que la comedia debe expresar una realidad lingüística. ¿Qué quiere decir esto? Que se respetarán los sociolectos, el habla común de la gente dependiendo de su condición social-económica y geográfica. Curiosamente, Lope habla de una realidad lingüística, pero sigue escribiendo comedias en verso, como si existiera esa forma de habla en la comunicación práctica, que no tiene ningún fin estético. Por otra parte Moratín escribe sus dramas en prosa, esto refleja un interés por expresar una verdadera realidad lingüística, una sintaxis común, sin el recurso del hipérbaton  recurrente en el barroco.

Las patologías del lenguaje son también parte de la realidad lingüística. Al principio de la obra Don Diego y Simón tienen un problema de comunicación porque no queda claro quién es el sujeto del predicado se va a casar con Doña Francisca. Por qué mencionar esto. Porque el barroco busca rebuscar el lenguaje para hacerlo casi inaccesible, cosa que Moratín pone como una especie de burla a este periodo del arte, a su sintaxis rebuscada y problemas del lenguaje conscientemente creados.

Asi como existe una aparente crítica a las formas barrocas, también existe una crítica social. El barroco es visto como un mundo absolutista, y en el cual, gracias al concilio de Trento, el arte debía estar sometido a los intereses de la Santa Iglesia Católica. ¿Cómo se presenta esto? Pensemos en la actitud de Doña Irene, que da órdenes casi arbitrarias a su hija: cómo debe pensar, a quién debe querer, si puede hablar o no. Casi como un monarca absoluto que es capaz de dar cualquier orden, por más absurda que sea.

Conclusión

No siempre la literatura refleja del todo la condición social de los países, tal es como en esta obra que ha sido analizada. Para el tiempo de Moratín, España aun no llega totalmente a la modernidad, o quizá viven una modernidad de segunda, pero hay fuertes indicios de este pensamiento moderno, tanto Ilustrado como Romántico.  El sí de las niñas, al ser una obra de teatro tiene la ventaja de que se difunde con mayor facilidad al pueblo en los rincones de comedia, a los que asiste gente de cualquier condición social, a diferencia de los libros a los cuales no todos tienen acceso.

El final de esta comedia observamos cómo la razón puede liberar al corazón de los personajes de las pasiones que le dañan, como la pasión de Werther por Carlota, por la cual se suicidó; y la pasión de Don Diego por Doña Francisca, que al ver que le haría daño si la obliga a casarse con él y no con quien verdaderamente ama, con Don Carlos, se resigna a morir sólo, pero con la consciencia tranquila de que ella no será infeliz. Sabiendo que el hijo que tengan fue engendrado gracias a él. Esta vez la razón superó a lo romántico. Aunque la razón no logró que Francisca superara la mayoría de edad.

 

[1] D.L.Shaw, Historia de la literatura española 5. El siglo XIX, Ariel, Barcelona, 1973. p. 16.

[2] Unmundigkeit, inmadurez, dependencia, no emancipación

[3] V.V.A.A., ¿Qué es Ilustración?, Tecnos, Madrid, 2007. p. 17.

[4] Idea parafraseada de Romanticismo, una odisea del espíritu alemán, ensayo escrito por Rudiger Safranski, Viena, 2007.

[5] Esta expresión la dijo el maestro Jorg Bierhance en una clase de dirección orquestal refiriéndose a que la actitud de los personajes de la literatura y el carácter de las obras musicales del Strum und drang: son de furia, no tienen restricción, puesto que el mundo neoclásico tiene restricción, y no piensan al actuar, o piensan con el corazón. En esa sesión se estaba discutiendo acerca del problema estilístico que tienen las obras los autores de arte ubicados a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Es difícil ubicar a Goethe, Schiller, Mozart y Beethoven dentro de un solo estilo. Es el caso también de Moratín en España.

[6] Leandro Fernández de Moratín, El sí de las niñas, M.E., Madrid, 1994, p. 25.

[7] Ibid., p. 27.

[8] Ibid., p. 31.

[9] Para la época la vida religiosa y la vida militar pueden ser ese mundo.

[10] Rousseau así se refiere a la sociedad En el Contrato Social, Atalaya, Barcelona, 1993. pp. 2-4: El hombre nace libre pero por todas partes es encadenado. p. 2.  Rousseau ve a la familia como la más antigua de todas las asociaciones y la única natural [...] los hijos no permanecen vinculados al padre sino el tiempo necesario para su conservación. En cuando esta necesidad desaparece, el lazo natural se rompe. Los hijos, al verse libres de la obediencia que deben a su padre, recuperan la independencia.

[11] Fernández de Moratín, op. cit., p. 49.

[12] Ibid., p. 63.

[13] Julián Marías, Los españoles 1, Revista de occidente, Madrid, 1971, p. 101.

[14] Fernández de Moratín, op. cit., p. 62.

Comentarios