FLOR BOSCO
Clavo
Flor Bosco
El clavo se introduce hasta el cuello en las superficies varias dejando fuera su lunar metálico. En ejército acerado sostiene, une y levanta estructuras. Su pequeñez, en la discreta sombra de la contigüidad y la subordinación, lo hace invisible; pero su ausencia en el lugar adecuado nos recuerda la importancia de su estar.
La genealogía de este pincho incluye clavos santos venerados como reliquia por haber atravesado la carne de los mártires de la fe. La personalidad más enigmática es la de los cómplices deicidas, paradójicamente, elevados a santos, era para que los refundieran en el fuego eterno. Está metido en la leyenda del reino que se perdió por una herradura mal colocada; asimismo es protagonista del refrán: Un clavo saca a otro clavo (consuelo de corazones rotos), en muchedumbre patas arriba es la confortable cama de los ascetas.
Este acólito de los oficios nos da otros favores, tiene valores expresivos que suscitan nuevos discursos sin cariz agresivo como: evocar los rayos luminosos del aura de las vírgenes y bordear, como pestañas de trazo infantil, unos ojos azules. Colocando el acento en su aguda parte formal, puede alcanzar el estatus de metáfora en el campo de la estética.
(De Objetuario)