Al día siguiente
María José Gómez Castillo
No necesito que me digas la verdad. Sé dónde estaba Heriberto, incluso con quién. Se fue a la fiesta con el sobrino, lo conozco. No quiero esa pastilla. Déjenme sola y cierren la puerta al salir.
La Laura de seguro lo buscó. Le sirvió su mole con pierna y muslo, su doble porción de arroz. Al dejar el plato sobre la mesa, no pudo dejar de agacharse para que se le vieran las chichis. Según ella era mi amiga y yo de ilusa que la dejé entrar a la casa, con el pretexto de ayudarme y que si comadre, que la plática y la radionovela, y todo para echarle el perro a aquél.
Incluso se ofreció para cuidar a Tere, mi chiquita. “Para que yo me diera mis vueltas de vez en cuando y no me aburriera de tanto estar en la casa”. Y yo, que llevaba años sin poder ir siquiera a la matiné, le di las gracias y la dejé aquí con toda la confianza del mundo.
Y así empezó la cosa. Seguro en una de ésas Heriberto llegó temprano, y yo, sin saber, había ido a ver un programa doble en el Cuitláhuac, o sea que tuvo tiempo de hacerse la comedida, ofrecerle algo de cenar. ¿Qué hace usted aquí, Laurita?, habrá dicho aquél, y la mosca muerta contoneándose y diciendo que tanto trabajo que tenía yo en casa: alguna distracción habría de permitirme de vez en cuando.
En un principio, a Heriberto no le pareció. Seguro que le gustaba más la comida que yo le preparaba y por eso me puso como camote la primera vez que no me encontró en la casa cuando llegó en la noche. Le pedí perdón, le dije “tienes razón, amor, no vuelve a suceder”. Y eso debí haber hecho. Debí haber seguido ocupándome de mis obligaciones como siempre, pero la tentación de irme al cine era más grande, y también es que no sospechaba ni tantito de Laura.
Qué rabia de pensar que, como es más joven, poco a poco, semana tras semana lo fue encandilando. De tanto verla por ahí, y haciéndole ojitos, y yo distraída con tanto quehacer y los muchachos, pues cómo no iba a caer aquél. Si al menos hubiera sido un poco más prudente, la cosa pudo haber durado más y ni quien se diera cuenta. Al menos yo no.
Y si antes de ayer le hubiéramos preguntado al viejo con quién le gustaba más, seguro que decía que Laurita: las carnes todavía firmes, pero en mis tiempos no me llegaba ni a los talones. Heriberto no la hubiera mirado siquiera. A él siempre le gustó la fiesta, pero respetaba su casa y –lo que sea de cada quien– era muy cumplidor.
Conociéndolo, debí haberlo protegido, evitarle la tentación. Pero me di cuenta muy tarde, cuando al menos dos veces por semana, Heriberto me empezó a dejar mensajes en la farmacia para avisarme que iba a echarse el turno de la noche en el taxi. Hacía mucho tiempo que no se quedaba hasta la madrugada. Ya no era necesario, y además qué casualidad que a Laurita dejó de vérsele por aquí.
Tantos años de matrimonio, de ir construyendo la casa poco a poco, de sacar adelante a los muchachos. Ahora sólo queda esperar que los dos mayorcitos respondan por mí. Algo me darán de pensión, pero habrá que arreglar los papeles.
Lo que sí no le perdono a Heriberto es que se haya ido a la fiesta cuando sabía que yo lo estaba esperando con la cena hecha. Seguro lo que pasó fue que comió demasiado antes de irse al cuarto con Laura. Me lo figuro, una y otra vez, subiendo la escalera, todo sudado después de bailar, la Laura llevándolo de la mano. Lo veo encima de ella, jadeando de placer, borrachote, y de pronto el espasmo y la mueca de dolor, él dejándose caer en la cama y ella gritando del susto y la impresión.
Les digo que me dejen sola. Su tío se va a encargar de ir a recoger el cuerpo y traerlo para acá en el coche. Mientras, voy preparando su ropa. Tú, Juana, habla a la funeraria para que vengan por él después del velorio. Que Dios lo perdone.
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Maria José Gómez Castillo. Nació en 1976. Estudió Letras Hispánicas en la U.N.A.M, Traducción en El Colegio de México y Museología en la Universidad de Nueva York. Ha sido antologada en Los mejores cuentos mexicanos, edición 2001 y Nuevas voces de la narrativa mexicana (Joaquín Mortiz-Planeta). Recibió la beca Fulbright de 2006 a 2008 y la beca de Jóvenes Creadores del FONCA en 2009. Actualmente prepara un libro de cuentos.