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Los Cronistas Deportivos, arquitectos de la imaginación

Pablo E. Montes Palomares

Los Cronistas Deportivos, arquitectos de la imaginación

El “Mago” Septién en plena narración radiofónica en la XEQ

 

 

En los partidos de mi infancia, el hecho fundamental fue que los narró Ángel Fernández, capaz de transformar un juego sin gloria en una trifulca legendaria. Las crónicas de fut comprometen tanto a la imaginación que algunos de los grandes rapsodas han contado partidos que no vieron; casi ciego, Cristino Lorenzo fabulaba desde el Café Tupinamba; elMago Septién y otros pocos lograron inventar gestas de beisbol, box o futbol, a partir de los escuetos datos que llegaban por telegrama a la estación de radio.”
Luis Villoro

En el mundillo del futbol se cuenta con diversos actores que hoy día son fundamentales para su desarrollo. Actores vivos e inanimados que con el paso del tiempo han ido adquiriendo diferentes formas o han actuado según las circunstancias del momento. Los estilos de juego, la afición, los futbolistas, la arquitectura en los estadios, el césped, las ropas, el calzado… todo ha ido cambiando. Una figura hasta hace tiempo fundamental, y que debido a las nuevas tecnologías ha requerido de una evolución, es la del cronista deportivo.

La tarea del cronista deportivo en los tiempos de la radio era convertir la realidad en fantasía, relatar un “algo” para que la gente lo pudiera  ver desde sus oídos, y así los cronistas cumplían con la doble tarea de informar y ser verdaderos arquitectos de la imaginación. No cualquiera podría llegar a serlo, por lo que los pocos que lo lograron, hoy son recordados como verdaderos titanes. 

Luis Villoro, en más de uno de sus escritos sobre el panorama del futbol, ha instalado a los cronistas mexicanos como Ángel Fernández o El “Mago” Septién al nivel de los poetas épicos griegos. Y la comparación no es exagerada, ya que la información no fluía tan fácilmente como ahora, situación que originó diversos escenarios, como aquél en el que supuestamente don Pedro Septién se ganó su célebre apodo de “Mago”.

Corría el año de 1951 y se jugaba un partido de béisbol de los Yankees de N.Y. Al parecer, después de un avance considerable en el partido la señal comienza a fallar, por lo que Don Pedro, sin inmutarse, siguió narrando con base en sus anotaciones y en los escasos cables informativos que le llegaban sobre el encuentro. Luego del juego, varios testigos dan cuenta de que lo que se relató no estuvo muy alejado de lo ocurrido en el estadio, hecho que se logró como por arte de magia, y desde entonces se le conoció como el “Mago” Septién.

El “Mago” fue el creador de toda una escuela en cuanto a la narración deportiva, especialmente en relación al beisbol, deporte que elevó sus pasiones. Don Pedro solía decir: "Las estrellas que se retiran no desaparecen, ellos florecen en las nuevas generaciones de aspirantes que asumen el compromiso de superar sus récords. Ellos son los hombres nuevos que arriban a la luz y recogen la antorcha dejada por los estrellas que se diluyeron en el crepúsculo". Seguimos a la espera de ese hombre que asuma el compromiso de recoger su antorcha.

La improvisación es fundamental en el cronista deportivo; si agregamos una pizca de ingenio, obtenemos a Ángel Fernández, un verdadero artista épico. El futbol en México se debe medir en antes y después de Ángel Fernández. Muchos de los apodos producto de su agudeza lirica se mantienen y son referencia obligada a equipos o jugadores. Mucho puedo decir de Don Ángel, pero nunca será mejor descrito que en las líneas de Luis Villoro:

“Ángel vivió un momento decisivo en la cultura de masas, el paso de la radio a la televisión. Formado en la escuela radiofónica, donde había que precisar el rumbo de la pelota, entendió que la televisión comportaba otros desafíos. De poco sirve explicarle al espectador lo que está viendo. El rapsoda del estadio Azteca se desentendió del discurso objetivo y convirtió la cancha en un pretexto para la metáfora. Enemigo de la mesura, creó un tejido narrativo en el que intervenían poemas, canciones, anécdotas y epigramas que delataban el eléctrico estado de su mente. Cuando Cristóbal Ortega debutó con el América dijo en forma inolvidable: «Señoras y señores, hemos vivido en el error: ¡América descubrió a Cristóbal!» Sus alardes fueron legión... Un lateral alemán avanzaba con enjundia: «Ahí viene Hans Peter Briegel, que en alemán quiere decir 'Ferrocarriles Nacionales de Alemania'». Un jugador se encaraba con otro: «'El Alacrán Jiménez', echando mano a sus fierros como queriendo pelear». Enrique Borja, de célebre nariz, se convirtió en el «Gran Cirano», y Cabinho, delantero que se reía al fallar goles, en el «Hombre de la Sonrisa Fácil». El bautizador universal apodó equipos enteros: el Cruz Azul de la gran época («la máquina que pita y pita») se transformó en «La Máquina Celeste», imagen que desbancó al fabril mote de «Cementeros». En plan humorístico, Ángel ofrecía falsas explicaciones de lo real. Cuando la cámara se acercaba a las siglas en el pecho de los soviéticos (CCCP), comentaba: « ¿Saben qué significa eso? ¡Cucurrucucú Paloma!»”

Ángel Fernández construía desde la retórica y circunstancia sus recursos narrativos, nunca de lo vulgar o de la burla como es tan cotidiano hacerlo hoy día, en la época del “Homo Videns”. Tanto don Ángel como el “Mago” Septién lograron trasladar su particular estilo de la radio a la televisión, tarea difícil, pero con ello enriquecieron el imaginario de leyenda que ahora se cuenta como hazaña, por pequeño que haya sido el suceso,  y que ya hizo surgir héroes deportivos recordados hasta nuestros días.

Con la irrupción de la televisión la labor del cronista ha ido en decadencia. Pocos son los que conservan ese estilo de la “vieja escuela”, logrando trasladarnos con ciertos dejos de nostalgia a esos tiempos en los que el periodismo deportivo se tomaba en serio. A través de la emotividad, la fluidez, el estilo  recatado y un bagaje cultural amplio, narradores como Emilio Fernando Alonso o Heriberto Murrieta se encargan de recordarnos los chispazos literarios que se requieren para hacer del oficio del cronista una experiencia agradable al oído o la lectura.

Quizá una obra maestra de la narración o crónica deportiva, en cuanto al futbol, nos la regaló Víctor Hugo Morales, periodista uruguayo, quien tuvo la oportunidad de narrar el llamado “Gol del Siglo”, el que Diego Armando Maradona osó anotar a los ingleses en los cuartos de final del mundial México 86, y que aún hoy sigue poniendo los pelos de punta a quien la escucha. Con la trascripción y el enlace para su escucha, ponemos punto final a este artículo-homenaje para quienes hicieron de este oficio algo grande:

"La va a tocar para Diego: ahí la tiene Maradona; lo marcan dos, pisa la pelota Maradona. Arranca por la derecha el genio de futbol mundial, y deja el tercero ¡y va a tocar para Burruchaga! Siempre Maradona... ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio! Ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta... ¡Goooooolll!! ¡Goooooolll! ¡Quiero llorar! ¡Dios santo! ¡Viva el fútbol! ¡Golaazo! ¡Diegooooo! ¡Maradooona! ¡Es para llorar, perdóneme! Maradona, en una corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos, barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste? Para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado, gritando por Argentina... Argentina dos; Inglaterra cero. ¡Diegol, Diegol, Diego Armando Maradona! Gracias Dios, por el futbol, por Maradona, por estas lágrimas, por este... Argentina dos; Inglaterra cero." 
 

Fuentes:

 http://www.lainsignia.org/2006/mayo/cul_024.htm

http://www.search-document.com/pdf/1/el-mago-septi%C3%A9n.html

 http://www.letraslibres.com/revista/convivio/el-balon-y-la-cabeza

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