Es lo Cotidiano

Estudio Q o el drama mismo de la voluntad y de la libertad humanas

 Raúl Bravo Ferrer

Estudio Q o el drama mismo de la voluntad y de la libertad humanas

In memoriam

Narrar es contar, referir lo sucedido o una historia o un hecho ficticio; imprimir acción y vida, dar movimiento. Qué importa que lo que se relata sea fingido, si la historia es sobre hechos reales, o sobre hazañas y aventuras increíbles de seres fantásticos; sobre sucesos o personajes imaginarios o históricos. Este pacto ficcional entre el texto y el lector, permite no sólo aceptar los mundos imaginarios que el lector puede tener enfrente, sino hasta poder realizar juicios acerca de la verdad o falsedad de los propios enunciados ficcionales. Aristóteles lo define en su Poética de manera más precisa: “No es el oficio del poeta (creador o autor) contar las cosas como sucedieron, sino como deberían haber sucedido.”

De lo que se trata, entonces, es de encadenar secuencias de tal modo que el relato fluya y que el interés progrese. Es por eso que el lector está expectante, aunque lo intuya, desea saber lo que va a ocurrir.

En el Manual de Periodismo (Editorial Grijalbo, 1986) que Vicente Leñero escribió con Carlos Marín se lee que el reportaje narrativo se parece a una película. Se asemeja también al cuento, es decir, cuenta algo, muestra los momentos en que sucede un cambio, una transformación en la vida de uno o de varios personajes. Cuando leemos un cuento siempre percibimos acción, movimiento. La misma acción, el mismo movimiento que debe percibirse en un reportaje narrativo.

Leñero fue un hombre que verdaderamente creyó que el periodismo y la literatura contribuyen a cambiar la realidad. Era, se podría decir, un realista mas no un costumbrista. Un polígrafo que trabajó cuento, novela, teatro, crónicas, entrevistas, reportajes y testimonios. Siempre en el filo entre la literatura y el periodismo, entre la no-ficción y la ficción, así como las maneras de trabajar la realidad a través del discurso.

Poco antes del anuncio de su fallecimiento, conseguí en La Librería, de San Fernando, en la ciudad capital de Guanajuato, un ejemplar de Estudio Q, editado por Joaquín Mortiz en el 2008. Ésta, su pieza más experimental, nos adentra sin tapujos ni concesiones, a lo que sucede en el interior de un estudio de televisión comercial, durante la elaboración de una inverosímil telenovela. En ese marco, explora las vicisitudes de un actor para ilustrar su vida más allá de los libretos donde ha participado. Un tour de forcé bajo la premisa de teatro dentro del teatro –en este caso un set de televisión- se levanta un laberinto en el que no se logra distinguir cuando el personaje protagónico está actuando y cuando está viviendo su realidad. En su momento, vivió el desaliento de la crítica frente a estructuras más propositivas: el manejo de los géneros, de los tiempos, del espacio, del punto de vista, de la identidad de los personajes, de la historia dentro de la historia, etcétera.

Leñero siempre lamentó que su obsesión por la forma hubiera complejizado su narrativa. El manejo de estructuras arriesgadas revela una gran imaginación para descomponer la realidad. Si bien los temas a tratar no fueron siempre de grandes pretensiones: el asesinato real o imaginario de un albañil (Los albañiles, 1963), el golpe de Estado de un presidente de la República en contra de un periódico (Excelsior) en Los periodistas, el parricidio en tierras tapatías de un político local, La gota de agua, sobre la escasez de agua en su propio domicilio, es impecable en el tratamiento de la información que registra e implacable en término morales en cuanto a imparcialidad al evitar la emoción que la reconstrucción de una historia nos produce.

Testigo y protagonista de los cambios en las décadas de los sesenta y setenta, Leñero sabe que de nada sirve tener una buena historia si no sabe uno escribirla. Como bien lo señala su propia hija Estela Leñero Franco, su padre siempre fue un ejemplo a seguir por alguien “siempre investigando, siempre leyendo, siempre escribiendo, siempre queriendo conocer más, aprendiendo un poco más de la vida y siempre enseñándonos, con su ejemplo, una forma de ver la realidad y de ser congruente con ella”.

Estudio Q, Vicente Leñero, Joaquín Mortiz, México, 1965.

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Raúl Bravo Ferrer. Nacido en México, D.F. (1965) es lector, poeta, ensayista y promotor cultural. Reside en Guanajuato, donde ha desarrollado proyectos culturales independientes y gubernamentales. Textos de su autoría forman parte de la antología Primer Concurso Universitario de Poesía (UNAM, 1989) y Poetas de Tierra Adentro III (Conaculta 1997). Es autor de los poemarios Quebrantamientos (1992) y A la orilla de los días (2007). También escribió el libro de minificción La otra cara del cielo (2001) y ha publicado el ensayo "Apuntes sobre un cocodrilo revestido" en Efraín Huerta. El alba en llamas (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2002), y varios ensayos sobre la promoción y difusión de hábitos lectores en el Primer Coloquio de Salas de Lectura, Espacios para la libertad (Conaculta, 2006), y en el Séptimo Congreso Nacional de Bibliotecas (Conaculta, 2008).