CINE COLISEO
Cuerpos invadidos
Gerardo Mares
Resulta un tanto extraño hablar por segunda o tercera vez sobre una trilogía Caracterizada por el gran tiempo transcurrido entre la realización de cada uno de los filmes que la componen y que, aun así, éstos sean tan parecidos, tanto en su estética como en la manifestación de sus temores primarios.
La inventiva visual que exteriorizan las diferentes versiones de La Cosa del Otro Mundo se debe en gran parte a la poderosa premisa del cuento Who Goes There?, de John W. Campbell Jr.: una entidad alienígena puede imitar a la perfección cualquier organismo a través de una especie de fagocitación celular, proceso que se inicia al devorar y digerir a su víctima potencial. Sólo que este mecanismo lo debe realizar en la oscuridad, en los recovecos de una estación ubicada en la Antártica. Tan simple y tan aterrador a la vez.
Una expedición noruega que realiza trabajos científicos en el Ártico descubre por accidente, una falla geológica que los lleva a encontrar una nave extraterrestre oculta en el subsuelo. Además localizan dentro de un bloque de hielo, un organismo alienígena. Los científicos contactan a Kate Lloyd, una paleontóloga estadounidense, para que les auxilie en el rescate de la creatura. Al celebrar el acontecimiento, el monstruo despierta y comienza a absorber a los humanos. Así, a través de un contagio exponencial, el microcosmos social comienza a desconfiar unos de otros, ante la posibilidad de que la cosa haya duplicado a uno o varios miembros del equipo. Destruido casi por completo el campamento, una réplica logra llegar hasta la nave. Kate y Carter parten a su caza. El extraterrestre descubre y asedia a Kate. Carter llega y aniquila a la cosa. En el exterior, Kate chamusca a Carter al descubrir que ha sido asimilado.
Esta precuela tardía de la versión ochentera dirigida por John Carpenter, intenta llevar a cabo un proceso imitativo –similar al de la entidad invasiva- sobre las virtudes de la película que toma como fuente de inspiración. Y en similitud con los personajes clonados, se siente algo artificial sobre las varias situaciones forzadas que delatan la verdadera naturaleza de la obra. En La Cosa 2011 como circula en internet, a pesar de mostrar cierta habilidad por el manejo de la acción y la creación de un clima de temor colectivo, también se manifiesta una especie de hibridación no completa, insatisfactoria en su conjunto, a pesar de la espectacularidad en la presentación de la creatura, distanciada de la sobriedad en el manejo de la tensión, la paranoia, el temor a lo desconocido, la extrema desesperanza e inquietud del grupo retratado por Carpenter, además de un destacado manejo del suspenso por parte del veterano realizador norteamericano.
Pero eso no obstó para que una parte de la crítica norteamericana obviara las virtudes de la propuesta del realizador nacido en Nueva York, y catalogara al filme como pornografía de la violencia, debido en gran parte a la explicitud y visceralidad de los momentos climáticos, donde se muestran las aberraciones sanguinolentas concebidas por Rob Bottin.
En este sentido, la creatura digital de la precuela cumple, a pesar de un diseño más bien inocuo, sin llegar al nivel de las tumoraciones y deformidades cárnicas que ya se habían mostrado en toda su dolorosa decadencia en el anterior filme. Un monstruo a la que le despojan, quizá debido a su construcción CGI, parte de la esencia de la nueva carne, tan en boga por los ochenta, en especial esos chorros de tejido sanguíneo, hemolinfas y fluidos corporales nauseabundos que vuelven a la creatura tan desagradable a la vista, influenciada también por la relectura que hizo John Carpenter a Lovecraft y su En Las Montañas de la Locura, que nos comparten la sensación de que dicho contagio tuvo mucho qué ver con una especie de posesión y violación de la naturaleza humana.
Esto sí es de extrañar en la nueva versión, ya que parte de lo que presenciamos en pantalla debería remitirnos a los tenebrosos pasajes que se sugerían sobre lo acaecido en la estación noruega, como aquellos vestigios humanos cremados que deja a su paso el apocalipsis gore. Eso no ocurre, debido a la decisión de involucrar en la trama a dos personajes femeninos, para recalcar la fragilidad humana y saturar de personajes de relleno la presente cinta, como simples vacas que llevan al matadero.
Lo que sí comparten la saga completa y el filme de Matthijs van Heijningen, es mostrar al espectador ese microcosmos desquiciado al borde del abismo y la destrucción del centro de investigación, en unos personajes más proclives al histerismo que al contagio de emociones genuinas, a través de sentimientos dominados por la desconfianza y el temor a lo desconocido, en un medio ambiente inhóspito para la vida humana.
En el juego cinéfilo implícito de dramatizar los antecedentes del descubrimiento de MacReady (Kurt Russell) y el doctor Cooper (Richard Dysart), el director pierde la oportunidad de contar, a su modo y de manera personal, los sucesos que se replicaron en la base norteamericana. Y sin embargo, el esfuerzo del director logra alcanzar el nivel de un tour de force espeluznante, digna de la imaginación de Campbell Jr.
Goes there? de John Campbell Jr./ F en C: Michel Abramowicz/ E: Peter Boyle, Julian Clarke y Jono Griffith/ M: Marco Beltrami/ Con: Mary Elizabeth Winstead, Joel Edgerton, Ulrich Tomsen, Eric Christian Olsen y Adewale Akinnuoye-Agbaje/ P: Morgan Creek, Strike Entertainment para Universal Pictures. EUA. 2011