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Carta a Parménides García Saldaña

Esteban Cisneros

Carta a Parménides García Saldaña

Parme, te escribo porque hace mucho que no sé de ti. Te escribo porque hace falta. ¿Cómo van las cosas por allá? ¿Ya conociste a John Lee Hooker y a Brian Jones? ¿Vale la pena?

Aquí las cosas siguen igual. Es decir, peor. Pero no te desanimo. Mejor te cuento.

¿Te acuerdas cuando creías en que todo, Todo, iba a arreglarse? No quiero desanimarte, pero no ha sucedido. Hay cosas muy buenas, mejores; hoy, un moco de catorce inviernos puede conocerte si quiere con teclear tu nombre. Te lo juro. A lo Huxley. Pero a lo Huxley, los mocos no tienen ganas. No tienen ganas. No tienen ganas.

Pero quedamos algunos, creeme. Y, como decía Pep, persistirem. Persistiremos.

Parme, temo decirte que ya no escuchamos a Led Zeppelin. Casi nunca. Si nos topamos con un disco viejo de ellos en un bazar o con el viejito del tianguis que los vende al mismo precio que a Piporro y a los éxitos de los 80 (esos 80 que no alcanzaste a vivir; dicen unos que así mejor pero yo creo que, como nosotros, habrías amado muchos aspectos de una década tan locuaz) o en una de las estaciones de radio de mierda que tenemos hoy, entonces que viva Led Zeppelin. Pero si no, preferimos sacudir las melenas con Beat Happening. Tus héroes son dinosaurios ahora. No sé, tal vez los nuestros también lo serán, quién sabe. Ya no escuchamos ni a los Doors ni a Janis, nunca nos gustaron, tal vez habría que vivir como tú lo hiciste para entenderlos; pero, venga, que incluso el Howl, Thegirlfromfrance, las Lucrecias, Pepcoke Gin, el Barón, Humpert Trumpet (todos conocemos a uno como ese) y tú mismo, Parme, tú mismo, tú que jugabas a Rómulo (o Remo) en tus excursiones infantiles o que hasta con bigote y barba seguías hablando del Pato Lucas como de los héroes y que querías abrazar autobuses aunque te lastimaran, tú también te desmelenarías con los Television Personalities o con los Gories o con Dexys.

Te habrían fascinado los Libertines.

Hoy LOSCUATESQUERUEDAN ruedan aún con Lightnin' Hopkins y Muddy Waters, no te alarmes, no hemos perdido ni un ápice de negritud, de latinismo, de sabor; al menos no nosotros. ¿Ellos? Tú lo sabes, ellos, ellos, siempre estuvieron perdidos. Parme, después de cuarenta años no se van a salvar. Entiendo tu frustración. Pero si vieras cómo lo pasamos cuando hacemos girar a ? y los Misteriosos con sus 96 lágrimas, tantas tantas tantas lágrimas una por una que las contamos, seguro que creerías que todo TODO valió la pena.

La Chica It sigue sin entender, Parme. Nunca lo hará. Ya han pasado muchos años, pero esa chica sigue clavada con el maldito wokandwoe, el de a de veras, el de siempre; no como Sofía, Parme. Sofía, Parme. Todos tenemos tuvimos tendremos nuestra Sofía. Y no importa cuánto tiempo pase, ella sigue teniéndole miedo al ritmo. Al Ritmo. A La Vida. Allá ellas. Todos tenemos tuvimos tendremos ese momento beodo de gritarle ya te olvidé y vete al carajo mira he venido aquí a verte para decirte que ya te olvidé y, carajo, hay tantas Sofías en el mundo sólo que se llaman Penny Hardwick o se apellidan Pérez o tienen nombres cutres italianos o esos nombres nuevos y muy cursis como Brenda o Camila o Jennifer o Ivette (¡carajo, Parme, hay chicas que realmente se llaman así! ¿Qué diría George Carlin?)

Borrachos y todo seguimos siendo muy lúcidos. Demasiado. Seguimos atragantándonos de Sádicos y benedictinos, de espíritus, de historias de barra.

Seguimos creyendo en nuestros héroes. Seguimos dudando de los muñecos de vitrina. Seguimos apelando a ese streamofconsciousness en checoslovaco 'cos hey, it's the only way, 'cos then I don't care anymore 'bout all the jimjims in this town and all the politicians doin' crazy sounds and everybody puttin' everybody else down and I guess that I just don't know.

Hoy, Parme, ya no hay hoyos fonqui. Te cagarías sobre los festivales con nombre de marca corporativa que tenemos hoy. En ese sentido, qué bueno que no los viviste.

Pero quiero creer que no todo está perdido.

Seguimos leyendo a Fitz, Parme. De hecho no respetamos a quien no se haya dado unas vueltas por El gran Gatsby. ¿Cómo podríamos? También nos compramos cada copia del Catcher porque todos somos Holden Caulfield y todos somos Pànic Orfila y todos somos Belano y Lima y todos somos Rusty James. Todavía, carajo, leemos a Kerouac (bicos Kerouac got ahead) y a Ginsberg y a Burroughs y a William Carlos Williams y a Joyce Johnson y a Hettie Jones y a Rexroth y a Ferlinghetti y a Whitman y a Thoreau y a Debord y a Tzara y a Melville y a Breton y a Padgett y a Rimbaud y a Baudelaire y a Brecht y a von Sacher-Masoch y a Radiguet y a Huysmans y a Sartre y Camus y a Mishima y a Kennedy Toole y a Vonnegut, poo-tee-weet, y a Ese Thompson y a Cesárea Tinajero y a Monsi (¿o no, Benjamín, a Monsi?) y a Papasquiaro y a Ariel Muniz pero también hacemos caso a Billy Bragg y a Kevin Rowland y a Paul Weller cuando era joven y lúcido joven lúcido joven lúcido y a Alex Díez, que sí, que sí, que sí, digas lo que digas, que sí, y a Gainsbourg y a Albert Neri y a Javier Morales, porque aún se escuchan en la ciudad Ecos de Sociedad.

¿Alguna vez leíste a Caicedo, Parme? Habrían sido grandísimos amigos.

A veces te he buscado por la Narvarte, pero no encuentro rastros tuyos. Así es esta puta vida. Así son las ciudades, crueles, por eso hablamos de ellas en femenino.

Encuentro más de ti, de tu ingenuidad y ansia, de tu lujuria y de tu amor profundo, de tu filia por la clase trabajadora y por los placeres mundanos aquí, en una ciudad que no se encuentra, que se cree muy alzada pero sigue siendo un pueblo gigante, pero con más humo y más camiones y más imbéciles por metro cuadrado. Veo más de ti aquí. Espero que no me equivoque, porque si hay más de ti aquí, algo sucederá. Algo grande. Algo grande para los que no están nublados por su necedad. Espero que sea pronto.

Me duele que ya no escribimos en Underwood, pero seguro te habría retwitteado si hubieses decidido entrar a este juego. Habría seguido tu blog.

Pero este mundo no es para ti.

Gracias por todo. Muchos te han olvidado, no te puedo mentir. Pero algunos otros creemos que comenzaste a cantar una canción que debemos rescatar. Es fácil de cantar. No veo por qué no.

14 de marzo de 2012

C/S.

 

***

Esteban Cisneros (León, Guanajuato) es panza verde, músico de tres acordes, lector, escritor, dandi entre basura. Cuanto sabe lo aprendió entre surcos de vinilo y vermú. Cree con fervor que la felicidad son los 37 minutos que dura el primer disco de Dexys Midnight Runners. Procura llevar una toalla a todos lados por si hay que hacer autoestop intergaláctico.

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