La Vieja Ola Exótica-Lounge Cocktail Club [y II]

Javier Morales i García


El Manhattan es un coctel de alta graduación, 32° de alcohol nada menos. Es el secreto favorito de muchas señoras y señoritas.

La leyenda dice que lo inventó la madre de Winston Churchill mezclando bourbon canadiense con Martini rosso y amargo de angostura.

Jenny Jerome, o Lady Randolph Churchill, nació en Brooklyn, se casó tres veces y se convirtió en la personalidad más influyente de la vida de su hijo Winston; murió después de caerse por una escalera a causa de empeñarse en bajarlas con unos tacones espectaculares. Le dio nombre a la bebida en una celebración de la elección de un gobernador de Nueva York, pero hay otros historiadores de su famoso hijo que la ubican esta efeméride en Escocia.

Y es que nunca se sabe a ciencia cierta en donde puede aparecer esta cultura del hedonismo volcada en la coctelería y en ciertos sonidos. Por ejemplo, en la Bella Isla también hay cierta tradición de todo lo que supone la cultura Tiki. Una vez más, de isla a isla, o la conexión extraña que existe entre todas las islas.

En el norte de la isla, en la ciudad turística llamada Puerto de la Cruz y en particular en alguno de los hoteles de lujo que existen allí desde la década de los 70, había varios locales decorados y exclusivamente dedicados a un Show Hawaiano que se celebraba todos los fines de semana y en mi cabeza se quedaron los bailes y los sonidos y los olores de todo aquello. Una pequeña colonia de hawaianos, junto a varios artistas locales, conseguía llevarte a otros lugares y otras culturas isleñas... Las chicas bailando el hula con collares de flores en el cuello, la sección de percusión, los ukeleles y los timples tocando juntos en una mágica combinación... Y como las olas, todo desapareció. Pero de vez en cuando vuelve como un recuerdo...

El Long Island Tea es otra de esas bebidas femeninas que tienen un alto nivel alcohólico y fue una creación de Robert Buttu, uno de los genios del Ron desde el  Oak Beach Inn, en Babilonia, Long Island, un poco al este de Manhattan. Es una inteligente mezcla de ron tostado o blanco, Cointreau, Vodka, ginebra y tequila con refresco de cola y azúcar.

Al diluirse el refresco con el alcohol, adquiere un color que recuerda al té y, en efecto, es como una especie de Ceremonia del Té, pero occidental.

Mi padre viajó varias veces a Japón por motivos de negocios y siempre venía con discos orquestales japoneses o de folklore, con artistas de nombres imposibles. Fueron toda una fascinación de niño y cuando pasó el tiempo y los escuché, era como si el tiempo se detuviese por un instante maravilloso, extraño, alejado de la vida y realidad diaria.

El Mundo del Coctel ha vivido desiertos, periodos secos en los que nadie se acercaba a ellos y eran vistos como algo de generaciones anteriores que poco tenían que ver con las nuevas, y es que de la elegancia y la sofisticación se había pasado a la multitud y al mal gusto.

Uno de los cocteles favoritos de los intelectuales es el Tom Collins, que debe su nombre a uno de los primeros barman que se hizo famoso en la televisión. John Collins, todo un personaje.

Se trata de un granizado de gin-tonic perfecto para las épocas de calor. Engaña al alcohol y tiene sombras de caipiriña, con algo menos de azúcar y la nobleza de una buena ginebra. John Collins mezclaba la ginebra de marca Tom con el hielo, el limón y las cucharadas de azúcar en un vaso alto y de boca ancha que desde entonces se conoce con su nombre; dicen que Collins también recitaba un pequeño verso mientras la agitaba...

La caipiriña es otro coctel de origen latinoamericano. A la brasileña cachaza, el ron de caña blanca, se le agrega vodka y mucho, mucho limón y azúcar y se sirve en grandes jarras. Se suele beber en vaso corto y es precisamente ese detalle el que le hace aparecer menos peligrosa de lo que es... Recuerdo un verano en A Coruña, en una de las noches del nunca olvidado Lex Luthor International Meeting, en que las caipiriñas fueron la bebida favorita de los mods. ¡Resacón y raxo!

Siguiendo con cocteles latinoamericanos me viene el Pisco Sour, que nunca podrá demostrarse si es chileno o peruano y que incluso descifrar el origen puede ser causa de incidente diplomático, teniendo en cuenta que son países que han vivido sus guerras entre ellos. A los chilenos les gusta decir que un barco británico fondeado en sus aguas tenía en su tripulación a un marinero llamado Elliott Stubb, aficionado al whisky sour, otro coctel que agita el bourbon con un limón especial y de allí el amargo de su sabor. Stubb tenía en su poder un poco de limón de pica y el famoso brandy del Altiplano conocido por pisco. Stubb hizo la mezcla, le añadió algo de azúcar y declaró: "Será mi trago de batalla y lo bautizare Pisco Sour". Lo hizo en aguas chilenas, creando el conflicto sobre su origen, porque los peruanos aceptan que los chilenos sean uno de los principales consumidores del coctel, pero no que se apropien de su originalidad.

El tema llegó al punto que se ha declarado Patrimonio Cultural de La Humanidad en Perú y en algunas partes de Lima se colocan placas que explican como en el Bar Morri, en la Calle Boza 847, los muy peruanos Alfonso Bregoye, Graciano Cabrera y Alberto Mezarina cambiaron el escocés por el pisco en la segunda mitad de los años 20 del siglo XX.

Ya se sabe que Hemingway adoraba los mojitos y es uno de los cocteles más complicados de elaborar por el tiempo que lleva machacar las hojas de hierbabuena que desprenden ese delicioso jugo y que transforma al ron en algo totalmente diferente. Es un coctel que debería ser para gente paciente y sin prisas de ningún tipo, como los cubanos con su ritmo...

El coctel favorito para las resacas es el Bullshot. Esta extraña pero mágica bebida contiene consomé de carne y whisky y su contenido proteínico permite tomarla como desayuno o en el almuerzo. Bebida esencial a partir de los 50 años, ha de servirse en vaso corto, el caldo caliente deslizándose suavemente por el whisky ya nadando en hielo, mucho hielo a discreción.

Por supuesto, no nos olvidamos del Bloody Mary y su mayor valedor, David Niven, aunque el gran Sinatra y sus amigos también eran muy asiduos a este coctel; incluso Ingrid Bergman, quien ya los tomaba en Estocolmo, antes de llegar a Hollywood, con vodka ruso... ¿Y los tomates? El potasio del vegetal unido al vodka siempre ha funcionado como el mejor de los despertadores al resto de sentidos.

La música va llenando el resto de huecos... El Ritmo de La Selva se nos va metiendo muy dentro y un educado camarero llega a nuestra mesa... Va poniendo varios chupitos de vodka, de brandy, de whisky, del mejor tequila y, por supuesto, de ron venezolano de primera calidad... Otro camarero se acerca a la mesa con una bandeja llena de chupitos de licor de menta... ¡Peppermint Frappé! Y eso nos hace recordar una película, y otro coctel que dio nombre a otra película. Medianoche, se llamaba... Un poco de Champagne mezclado con la menta... Entonces volvemos nuestros ojos a la mesa y celebramos los buenos tiempos, y nos los vamos bebiendo uno a uno, disfrutándolos en libertad y hermanamiento, hasta alcanzar ese punto de simpática borrachera, de decirnos las verdades a la cara, como tiene que ser y hasta la próxima noche...

¡Bienvenidos al Club!

¡La Vieja Ola Exotica Lounge Cocktail Club!

 

Este artículo está dedicado a la memoria de mi padre.

Agradecimiento a Luposol. Un pequeño texto suyo me dio la idea.

 

 

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Javier Morales i García
(Tenerife, España) es editor del fanzine Ecos de Sociedad, la publicación mod más longeva en Europa. Desde inicios de los 80, escribe, reseña y edita; hoy, Ecos puede leerse en ecos-de-sociedad.blogspot.com.es. Es obseso de la música y el cine.

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