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GUÍA DE LECTURA

La bendita manía de contar

Jaime Panqueva

La bendita manía de contar

El pasado lunes 6 de marzo me reuní con un grupo de amigos en un restaurante de la ciudad para charlar sobre ciencia, tecnología, cine, literatura, entre muchas otras cosas. Es un espacio libre que se crea una vez al mes, donde cada quien comenta temas de su experiencia o interés. Los asistentes, de muy diversas edades, en su mayoría médicos, comparten con gran generosidad sus conocimientos de la materia, además de muchos otros temas que les apasionan.

Mi recomendación de esta semana surgió de uno de ellos. Para celebrar los 90 años del nacimiento de Gabriel García Márquez trajo un libro titulado La bendita manía de contar que hace parte de las transcripciones hechas en la Escuela Internacional de Cine y Televisión, EICTV, fundada por el escritor en San Antonio de los Baños, Cuba. La edición, de 1998, la realizó Ollero & Ramos Editores de Madrid, con tanto acierto que se siente uno trasladado a las aulas donde los alumnos discuten con el maestro sus historias y buscan posibles salidas a los callejones propios de la creación. Como esa misma tarde había salido de mi taller de narrativa, no dudé en hojear algunas páginas; no tuve otra alternativa que pedirlo prestado. A pesar de su inicial reticencia, seguramente mi amigo doctor conocía esa famosa sentencia: “no se sabe quién es más tonto, el que presta un libro o quien lo devuelve...”, logré convencerlo de mi probidad en esa materia.

Al llegar a casa me clavé en los argumentos, entresijos y costuras de las historias que se comentan de participantes de Brasil, México, Colombia, Argentina, España y Panamá; las desventuras de un taxista con un pasajero fantasma; los planes de un grupo de niños para asesinar a Hitler antes del Bogotazo; relatos de boleros, sofás, corrupción política que se tejen y destejen en las cabezas de los participantes que comparten su experiencia y visión de la narrativa, con consejos muy prácticos. Aquí cito a Gabo:

Teniendo la historia limpiecita, de la A a la Z, puedes después hacer lo que te plazca: volverla al revés, introducir flashbacks, lo que prefieras... una vez que tienes el ganado acorralado y sabes que no se puede salir, decides si lo vas a tumbar o lo vas a herrar, y cuándo y cómo... Lo importante es saber qué historia estás contando. Lo demás cae por su propio peso.

No sé si sea un ejemplar fácil de encontrar en las librerías de viejo, pero me parece un buen espacio para recomendarlo, agradecer el préstamo y, por supuesto, comprometer el retorno a su dueño.

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