jueves. 18.04.2024
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Estadio La Martinica, el ocaso de un coloso

Pablo E. Montes Palomares

Estadio La Martinica, el ocaso de un coloso

Recuerdo sobre todo aquellos niños que iban a
la tribunita y eran porras y se divertían, yo
platicaba durante los partidos con ellos, te
estoy hablando de niños, tengo 87 años, ellos
tendrán 70 y recordarán a La Martinica con
mucho cariño, era un futbol toda entrega,
lucha, determinación.

Antonio “Tota” Carbajal

Un estadio de futbol pasa a ser tan importante para los aficionados que muchas veces se convierten en su segunda casa, los muros de aquellos recintos se vuelven testigos silenciosos de éxitos y fracasos. Los estadios de futbol son tan importantes en las ciudades que en ocasiones llegan a ser más conocidos que las mismísimas catedrales.  El estadio la Martinica, asentado en ciudad de León, Guanajuato, México, data de los años 40s del siglo pasado y hoy puede estar viviendo sus últimos días.

Recuerdos destellantes llegaron a la mente de los aficionados leoneses al futbol una vez que se enteraron de la inminente demolición del recinto del Malecón. Decía el siempre recurrido Eduardo Galeano:

¿Ha entrado usted, alguna vez, a un estadio vacío? Haga la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada menos mudo que las gradas sin nadie.

Y en efecto, no había nada más silencioso en toda la Ciudad de León que la Martinica, pero su silencio no era mudo, se trataba de un silencio que quería ser escuchado.

No había que hacer mucho para lograr percibir lo que la Martinica quería comunicar. Únicamente hacía falta pasar por fuera de esos muros para que la piel se enchinara, sólo de imaginar la cantidad de batallas que se libraron en ese coliseo. Y si eso sucedía en el exterior, cuando se ingresaba al recinto se respiraba nostalgia, te impregnabas de historia. Originalmente fue construido para albergar al Club San Sebastián, equipo que surgió en el año de 1945, por obra del señor Alfonso Guerra. Se sabe que posteriormente, en terrenos de una granja propiedad de la familia Guerra, se jugó un primer duelo frente al Club América de la Ciudad de México, el día 20 de enero de 1945, en ocasión del aniversario de la ciudad, fue este sitio donde se construiría la Martinica.

De manera gradual desde 1945 se fue finiquitando la construcción del estadio, tal y como lo conocimos hasta hace algunos días. Se puede decir que la conclusión total del mismo fue en el año 1950. En primera instancia el estadio se llamó San Sebastián, pero de  manera gradual la gente lo empezó a denominar “el estadio de la Martinica”, ya que cuando se fraccionó la propiedad de la familia Guerra, para convertirse en zona urbana, el espacio se convirtió en la colonia Martinica; de ahí que la costumbre popular haya decidido llamarlo “La Martinica”.

Los mártires o santos harían honor a su apodo. Luego de un sinuoso y tortuoso camino por el profesionalismo al que ingresaron en el mismo año 1945, se convertirían el primer cuadro descendido en la historia del futbol mexicano, en 1951. Lucharían incansablemente para conseguir el anhelado regreso la primera división, objetivo que no se cumpliría, de manera que se decidió su desaparición por parte de los dueños en el año de 1958. Aun a pesar de eso, los leoneses más longevos hoy día los recuerdan como uno de los clubes pilares del futbol en la ciudad de los Aldama. Sólo basta escuchar las voces de nuestros padres o abuelos cuando nos hablaban, por ejemplo, del “Tico” Rivas, del “King Kong” Aguirre o del “Chumino” Martínez.

Muros silenciosos pero de gran valía, indefensos ante los marros destructores que con cada ladrillo derribado se llevarán un recuerdo del otrora San Sebastián. El siglo XX leonés maduró con este estadio; mientras la industria crecía, el futbol se arraigaba en la ciudad y los clubes alcanzaban la adultez. Luego de la creación del club León, Unión de Curtidores se sintió traicionado, ya que en principio se denominó Unión León al quipo que participó en la primera división en 1944, denominación que sólo duró un torneo. Dirigentes y aficionados lo consideraron una afrenta y se negaron a entrenar o jugar en el mismo espacio que los esmeraldas. Así fue que fue que el equipo de la franja recurrió a los a los santos para compartir los terrenos de la Martinica.

Y fue ahí donde Unión de Curtidores se hizo grande. De la mano del “Capi” Morales, su padre fundador, participó primero en el ámbito amateur, luego en la segunda división e intermitentemente en primera, siempre teniendo como sede al mítico Martinica. Luego Hugo Dávila, Oribe Maciel o “Chavicos” Enriquez forjaron como el acero la historia del equipo de la franja. Equipo auténticamente del pueblo, de estirpe obrera, luego de las largas jornadas de trabajo se arremolinaban en las gradas para presenciar el partido que casi siempre se jugaba durante los días lunes. Hoy día, aún era común ver a los viejos que llegaban montados en sus bicicletas por la calle Olimpo (hoy Tota Carbajal) e ingresaban a las casi ruinas de lugar, para reunirse con sus añejos conocidos en las tribunas donde seguramente presenciaron encuentros míticos.

San Sebastián y Unión de Curtidores labrarían el camino para que el Club León los acompañase a construir la leyenda del futbol en el Valle de Señora. Hazañas de colosos, goles fantasmas, ascensos y descensos, campeonatos gloriosos, harían de estos equipos bravíos antagonistas, pero hoy este recinto moribundo ante los ojos de la historia los ha hermanado. Gentileshombres del balompié vivirían en tal lugar sus más destacadas proezas. “Tota” Carbajal, Marcos Aurelio o Jorge Marik  fueron sacados en hombros luego de gestas heroicas,  honrando así en vida a quienes por menos que nada, defendían los colores verde esmeralda.

Curtidores y León se vieron obligados a limar asperezas y compartirían junto con San Sebastián las instalaciones durante gran parte de la década de 1950. Teniendo como escenario local la Martinica, el León consiguió su segundo campeonato frente al Asturias. Aquí mismo jugaron equipos como Atlético Independiente de Ernesto Grillo y José Varacka, o el Botafogo de Garrincha y Didí. Aquí mismo se gestaron los clásicos aguerridos entre los tres equipos de la ciudad.

Aun con el paso de los años y a pesar su inminente desaparición, permanecerán sobre las calles del Malecón sus derruidos muros, su maltratada cancha donde quedarán marcadas por siempre las pisadas de los hombres que forjaron a sangre y sudor la historia que hasta hoy día se escribe. Quedarán por siempre cincelados los gritos de gol, los cánticos y campeonatos. Adalberto “Dumbo” López, el máximo goleador panzaverde, decidió hacer de ese su nicho de descanso. En su lecho de muerte pidió ser incinerado y esparcir sus cenizas en el lugar donde vivió sus mayores hazañas, esa cancha que muy pronto ya no estará y que se diluirá poco a poco, como el color verde que le caracterizó durante todas estas décadas.  

Contacto: [email protected], twitter: @PaulinMendiak

Fuentes

-Entrevista del El Heraldo de León a Alfonso Montemayor, agosto de 2010.
-El Heraldo de León- 12 de enero de 1962 y 14 de mayo de 1964.
-El Sol de León, OEM- 9 de diciembre de 2012
-Periódico Armonía Social – Circulo Leonés Mutualista

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