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Discos cincuentones 1967: Debutantes [II]

Fernando Cuevas

Beyond the Valley of the Dolls, fotograma de la cinta
Beyond the Valley of the Dolls, fotograma de la cinta
Discos cincuentones 1967: Debutantes [II]

Segunda entrega de los discos que celebran sus cincuenta años con la vigencia intacta. Ahora, el complemento de los grandes debuts que plagaron aquel año mágico y misterioso.

Cantautores, progres, y carnales

Planes en solitario. Inmediatamente después de la ruptura de Them, Van Morrison inició su carrera solista con Blowin’ Your Mind!, a partir del sentido de urgencia necesario para extraviar la cabeza. El ex Byrd Gene Clark presentó el continuista Gen Clark with the Gosdin Brothers, integrando con astucia y sensibiliad el folk, el country y el pop; conformando la Abnuceals Emuukha Electric Symphony Orchestra, Frank Zappa concibió y condujo Lumpy Gravy, considerado su debut solista (sin las madres de la invención) con el respectivo acento experimental basado en la música concreta. Y desde Australia, los Bee Gees, antes de alcanzar la fama por sus discos setenteros, entregaron Bee Gees’1st, armónicamente aromatizado con flores y melancólicos aires pastorales, si bien los hermanos Gibb ya habían realizado algunas grabaciones en su tierra natal.

El poeta quebequense Leonard Cohen irrumpió en el mundo de las grabaciones con el indicativo Songs of Leonard Cohen, regalando diez canciones de fino tejido en clave folk, empapadas de sensualidad y sentido de la pérdida; en tanto, Scott Walker levantó la mano con Scott, obra de carácter orquestal en modalidad sufrida con disfraz de crooner en inicial decadencia, muy a tono con los tiempos que corrían entre amores pequeños con sus consecuentes padecimientos y esperanzas no del todo cumplidas, acaso olvidadas en un recorrido por Ámsterdam. Pronto se revelaría el artista de voz profunda de alcance experimental. Con canciones posteriormente vueltas famosas por otros artistas, la cantautora neoyorquina Laura Nyro entregó el sensible More Than New Discovery, amalgama de folk, soul y pop de delicada factura.

Desde Londres, The Nice incursionó en la fusión de la música clásica con el rock en The Thoughts of Emerlist Davjack, cual primera intentona para consolidar un estilo guiado por los sonidos del órgano del posteriormente afamado Keith Emerson. Los neoyorquinos de Vanilla Fudge se presentaron con algunas versiones de The Beatles, Curtis Mayfield y Sonny Bono, entre otros, con el ídem Vanilla Fudge, aderezado con sonidos entre hardroqueros y protoprogresivos, tapizados por el inconfundible órgano Hammond.

Procol Harum, quinteto comandado por Gary Brooker que se había dado a conocer con la bachiana de aliento progresivo A Whiter Shade of Pale (incluida en reimpresiones de su debut), entregó el homónimo Procol Harum, conducido por un órgano travieso, las letras del más allá de Keith Reid y por sonidos prestados del soul, la música de carnaval, el blues y un poco de tonadas clásicas cocinadas a fuego roquero.

El virtuoso cuarteto conocido como Traffic, formado en su primera y más brillante encarnación por Winwood, Capaldi, Mason y Wood, entregó el versátil Mr. Fantasy, que igual integraba estéticas teatrales de aliento pastoral que folkpoperas y bluseras con influjos provenientes del naciente rock progresivo y del jazz. Art, otro cuarteto inglés que primero fue The V.I.P.s y después Spooky Tooth, grabó el ecléctico Superantural Fairy Tales, su único álbum bajo este apelativo, adornado con chispas de colores que apuntaban hacia la progresión.

Un par de ejemplos de la prolífica relación entre el rock y el blues con sendas obras ídem: Ten Years After, banda originaria de Nottingham con una clara orientación hacia el rockblues, dio un paso al frente comandada por Alvin Lee, vía el prometedor homónimo Ten Years After; por esos mismos derroteros, los angelinos de Canned Heat propusieron algunas sólidas versiones de bluseros clásicos, complementadas con un corte propio, en su igual llamado Canned Heat.

Jazzeros, bluseros y experimentadores

Peter Brötzmann, el perpetuo y genial saxofonista freejazzero teutón, realizó el intrincado y frenético For Adolphe Sax, originalmente conformado por tres cortes y con una pieza más en su versión en CD. La parodia de Bonzo Dog Doo-Dah Band quedó plasmada en Gorilla, álbum en el que juegan y exageran, sátira de por medio, con sonidos propios de las grandes bandas de jazz, la sicodelia y la beatlemanía generada por el sargento pimienta.

El angelino Morton Subotnick retomó un poema de Yeats para nombrar a su esencial álbum inicial: Silver Apples of the Moon se convirtió en un pilar del desarrollo de la música electrónica, a partir de sus dos cortes por los que se deslizaban los sonidos del sintetizador creado por la innovadora compañía Buchla, así llamada en honor a su fundador. Avance tecnológico, poesía y música en aventurero viaje directo a las zonas oscuras de la luna, para cosechar manzanas de inesperadas texturas y sabores.

Bar-Kays también le entró sin pudor al eclecticismo y obsequió el dinámico Soul Fingers, infectado de funk hasta el tuétano y abriendo la puerta a otras manifestaciones para extraviarse en una pista de colores y texturas cambiantes. Menos conocido que otros souleros, James Carr regaló un clásico del género titulado You Got My Mind Messed Up, integrado por sentidas interpretaciones de piezas de otros compositores y una propia, como para confirmar que el alma se alimenta de amor, aunque el inidentificable exceso haga daño.

Quizá los blancos no saben saltar, pero algunos vaya que saben desplazarse por los terrenos del blues: ahí está el ejemplo del oriundo de Mississippi Charlie Musselwhite, quien con su Stand Back! Here Comes Charley Musselwhite's Southside Band, cayó de pie en el exigente ambiente de Chicago gracias a esos sonidos de armónica que sorprendieron a locales y visitantes. Por esos lares, Muhal Richard Abrams, completo hombre de jazz que igual le entraba a la docencia, presentó Levels and Degrees of Light con la presencia de Anthony Braxton y una nutrida cantidad de músicos; el disco se integró por tres largos cortes, incluyendo lances poéticos y síncopa para internarnos por los misterios de la luz, acaso más recónditos que los de la oscuridad misma.

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