sábado. 20.04.2024
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Las puertas de la percepción, de Aldous Huxley

Jaime Panqueva

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Las puertas de la percepción, de Aldous Huxley
Las puertas de la percepción, de Aldous Huxley

Instalado por largo tiempo en Los Ángeles, el escritor inglés Aldous Huxley leyó a comienzos de 1952 un ensayo del doctor Humphry Osmond, un compatriota suyo que residía en Canadá, sobre el uso de mescalina para el tratamiento de la esquizofrenia. Impresionado, Huxley, que por entonces se acercaba a los sesenta años, le envía una carta el 10 de abril, donde expresa su interés en los experimentos y se ofrece como conejillo de indias para futuras investigaciones. El interés del escritor yacía en la búsqueda de experiencias trascendentales de orden espiritual, y estaba muy bien documentado respecto al uso ritual que los indios americanos daban al peyote y otras sustancias, así como a la larga historia de alucinógenos utilizados sistemáticamente, todos sin excepción, por los seres humanos desde tiempo inmemorial.

Tras hacer amistad e intercambiar varias cartas y visitas, el 3 de mayo de 1953, en la casa del matrimonio Huxley, realizan un experimento con la aplicación 4 decigramos de mescalina al autor, quien fue supervisado por Osmond y Marie, la esposa de Huxley, durante las más de ocho horas que duró el efecto.

El resultado es uno de los ensayos más influyentes que se han escrito en torno al uso de las drogas, y sería publicado a año siguiente bajo el título Las puertas de la percepción, en honor a William Blake. En éste, Huxley describe de forma vívida la capacidad de la sustancia de alterar los sentidos para facilitar el acceso a la esencia misma de las cosas y para permitir una comunión con el universo, en búsqueda de “un «oscuro conocimiento» de que Todo está en todo, de que Todo es realmente cada cosa. Yo supongo que esto es lo más que una inteligencia finita puede acercarse a «percibir cuanto esté sucediendo en todas las partes del universo».”

La capacidad de la mescalina para ampliar la función de nuestros sentidos al atenuar o eliminar los filtros de la razón y el ego, constituía para Huxley una experiencia mística muy superior a lo que las religiones y otras sustancias ofrecían, sin los riesgos de adicción y capacidad destructiva de drogas legales como el alcohol y el tabaco.

“Ser arrancados de raíz de la percepción ordinaria y ver durante unas horas sin tiempo el mundo exterior e interior, no como aparece a un animal obsesionado por la supervivencia o a un ser humano obsesionado por palabras y nociones, sino como es percibido, directa e incondicionalmente, por la Inteligencia Libre, es una experiencia de inestimable valor para cualquiera y especialmente para el intelectual.”

Huxley ensayaría luego con otras sustancias y complementaría sus opiniones con otro ensayo publicado dos años más tarde, también en homenaje a Blake, como Cielo e Infierno.

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