POESÍA
Comedia para una tarde solitaria
Leonardo H. Biente Berman

Un hombre que no es
particularmente apuesto se
encuentra completamente solo y a sus anchas
en una enorme ciudad capital
Se siente feliz, aunque
desea que haya alguien con quien compartir
Aquí, el espectador se enfrentará a una terrible
paradoja, pues ¿cómo puede ser alguien
feliz solo
y,
además,
querer compartir esa felicidad,
siendo esa,
de raíz,
una contradicción
pues el sujeto es feliz
y solo
y sin embargo
se ve en
la necesidad de
compartir
¿y eso significaría que entonces no es feliz solo o tal vez todo lo contrario?
las escenas consecuentes
son ligeras y casi transitorias,
el espectador estará tan enfrascado en
sus pensamientos
acerca de lo que llamamos
la gran paradoja de la obra,
que es lo que le da también ese aire
de
grandeza
que sólo los grandes clásicos tienen
El hombre que no es apuesto
entonces
verá cumplido su deseo de estar con alguien más
cuando millones de personas
salen a las calles a saludarlo
y a desearle un feliz cumpleaños porque,
esto es un
detalle
importante
que habíamos olvidado mencionar,
es el día del onomástico de nuestro
personaje. Pero se siente abrumado por
tanta gente y desea
volver
a
estar solo
O al menos estar con pocas personas
que él aprecia. Así que cuando
llega a su casa se encuentra con
una fiesta de cumpleaños cálida
que termina con un anuncio por parte
del festejado: en un momento dado se levanta a dar su discurso y revela, al fin, su nombre: (¡/&%$#
Aquí termina la obra como la planteamos,
aunque el director puede agregar algún final que le parezca adecuado
(si llama al 9 67 42 00 planteamos algunas sugerencias).
El objetivo de terminar la obra así es
no
defraudar
las expectativas
del público, quien, ¡seguro!, estará
comiéndose los dedos por conocer
el nombre del personaje con quien,
se supone,
debe identificarse a lo largo de la obra.
Esto sirve, además,
como una macabra broma
(eso depende del punto de vista de cada individuo)
pues al dar a conocer el nombre, puede
haber una ruptura en esta mencionada
identificación audiencia-personaje principal.
Como sea, este final también quiere
plantear
la eterna duda existencial
del género
humano: ¿qué pasará después,
en el futuro? ¿Qué sigue después del hoy?
El tiempo, ¿transcurre?
Sin ahondar en más explicaciones
presentamos el texto de la obra llamada
Comedia para una tarde solitaria que
puede ser un alivio para todos
aquellos cuya alma acongojada llora
por tener que pasar una tarde en compañía
de
nadie.
También puede ser montada
y representada en una tarde solitaria
(o sólo leída, según las inclinaciones
artísticas,
estéticas,
prácticas
y existenciales,
además de las posibilidades económicas d
e cada persona que,
de una u otra manera,
se ha acercado a este texto)
ACTO UNO
Una ciudad desolada, tal vez por la guerra, tal vez por un huracán, tal vez por la crisis económica.
Un HOMBRE, nuestro personaje principal, pasea por la ciudad en una bicicleta, o tal vez en un monopatín.
Tararea, o tal vez silba, una canción, que bien podría ser una canción de moda, o tal vez una canción tradicional folclórica (eso depende del país o la región). Se detiene en cierto punto en un extremo del escenario (realmente importa poco si es en el extremo derecho o en el izquierdo) y se baja de su bicicleta o monopatín, según sea el caso. Se recuesta sobre una pila de escombros a tomar el sol (aunque está nublado, o eso debe simular la iluminación, pero nunca, léase jamás, debe el director resolver de una manera tan barata y dañina como el hielo seco) y un rayo de sol cae sobre él (para efectos prácticos puede ser un reflector)
Justo en este momento,
el actor se levantará y
comenzará
a
cantar.
Hemos olvidado mencionar que esta obra
¡es una comedia musical!,
aunque no se advierta en el título
(existió en un principio la posibilidad
de que se llamara Comedia musical
para una tarde solitaria pero
era demasiado largo y rebuscado)
Caerán reflectores sobre él y
habrá juegos de luces. El
actor canta la canción que
exponemos a continuación:
La ciudad es muy solitaria
cuando salgo así
completamente solitario
Es obsceno como
Las lámparas están apagadas
a medio día
Y no hay tráfico ni luces
ni bocinas de auto ni gritos
Ni limosneros
Ni millonarios
Con todo esto desaparecido
solo quedo yo en el mundo
y sólo quedo yo en el mundo.
El sujeto entonces ejecuta
una coreografía pero nadie lo
secunda. Debe dar la impresión de
que en cualquier momento pueden
salir de los escombros
o de los edificios abandonados
miles de bailarines con sombrero de copa
con sus cuerpos muy esbeltos
bien formados.
Por supuesto que no debe de salir nadie,
aunque al director estalle porque
quiere que su cuerpo de baile se luzca.
Ya habrá una escena para ello.
HOMBRE.- Estoy muy solo en esta ciudad.
Es algo que siempre he deseado:
estar solo en esta ciudad. Solo,
completamente solo. Nadie está alrededor.
Mira alrededor.
HOMBRE.- Y cuando digo nadie me refiero a nadie.
(Al público) En realidad están ustedes
pero hay una cuarta pared, el autor
de esta obra lo ha decidido así.
De hecho, si él viese la obra haría una rabieta
porque estoy hablándoles... pero
no debería de hacerlo. Soy un personaje.
Aquí hay una cuarta pared
y ustedes no existen para mi,
aunque yo existo para ustedes. Qué decir: soy TODO
para ustedes en este momento. Han pagado
su boleto para verme. Eso me da una ventaja
sobre ustedes.
Se apagan las luces.
HOMBRE.- (voz) Ahora no pueden verme.
Sin embargo saben que existo, están
seguros. No sólo oyen mi voz, sino que
vieron mi imagen hace unos momentos y saben
(lo saben, tienen el presentimiento al menos) que
sigo aquí, en algún lugar
de la oscuridad.
Se encienden las luces.
HOMBRE.- (escondido tras los escombros) ¿Ven?
¿Estaban muy seguros? Ahora incluso
contradigo su seguridad porque piensan que
no estoy, pero sí estoy (sale de los escombros)
justo detrás de los escombros
de esta ciudad. Oh, por cierto, tengo que
volver a todo este asunto de la ciudad. Para que
la obra no pierda encanto. (Vuelve sobre sus pasos; la luz es tenue)
No hay nadie en la ciudad. Justo como
lo había deseado. Estar solo, aunque sea
unas horas, sin el tráfico diario, sin la tensión,
sin los semáforos, sin el ruido, sin terceras
personas que interrumpan mis pensamientos.
Qué bien se está así.
Se apagan las luces.
HOMBRE.- Aunque cuando...
Se encienden las luces.
HOMBRE.- ...uno desea cosas...
Se apagan las luces.
HOMBRE.- ...se vuelve peligroso...
Se encienden las luces.
HOMBRE.- ...si quiera pensar en las consecuencias.
Música. Telón.
Para el ACTO 2 el director puede inventarse lo que quiera. Yo ya me cansé.
***
Leonardo Biente es escritor y poeta. También es empleado de día.