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CUENTO

Un dolor de estómago

Macaria España

Macaria España
Imagen de Mateo Ramírez España
Un dolor de estómago


Poco o nada me importaba que el país estuviera en llamas. Con un salario raquítico pero seguro cada quincena, era más que suficiente para mí. Las marchas y protestas continuas contra el “sistema” me resultaban por demás absurdas y ociosas. Huevones, pónganse a trabajar, era mi lema cuando los veía estorbando en la calle.

Pizza, cervezas, gastar mi sueldo en los centros comerciales, eran antojos que nacían en mi panza. Parecía que mi cerebro radicara en esa parte del cuerpo.

Todo nació con un dolor de estómago, filoso y duro que me cercenaba el tórax por la mitad. Acudí al médico, quien a base de inyecciones calmó el dolor de manera momentánea, porque al llegar a mi casa de nuevo el malestar me venció tirándome en el suelo junto a la cama. Podía sentir mi piel escurriendo de sudor, pequeños espasmos involuntarios crispaban los músculos de piernas y brazos.

Amanecí como un sobreviviente de guerra, había fluidos junto a mí, aparentemente me había orinado del dolor en algún momento de la noche. Me bañé para desincrustar el ácido olor que salía de mi entrepierna.

Rumbo al trabajo descubrí que todas las calles alrededor de la oficina estaban bloqueadas por granaderos que impedían el paso a una comitiva de protestantes. Traté de pasar por encima de la valla humana pero fue imposible. Ambos bandos se oponían a que alguien cruzara por ahí. Un día de trabajo perdido, parecía, un descuento a mi nómina, parecía. Maldije a los policías, a los manifestantes, al mundo entero.

La maldición se vino contra mí en cuestión de segundos, otra vez ese estrujante dolor naciente bajo mi pecho, inflamaba todo a su paso; estómago, intestinos, hígado, vesícula. Sentí arder en vida, como si dientes de fuego mordisquearan mis entrañas. Me desmayé en medio de la gente.

Abrí los ojos y estaba recostado bajo un árbol de la calle, escuchaba las protestas y a cada una de ellas mi cuerpo respondía con arcadas. Una tras otra se intensificaban, no comprendía la razón pero un agujero comenzaba a formarse en mi vientre, sentía algo que se movía presuroso hacía mi garganta. El vómito se vino, revuelto entre los residuos de pizza del día anterior estaba una lombriz gigante. Un parásito de color grisáceo que había estado viviendo en mi estómago. Aún no podía incorporarme por el esfuerzo físico realizado para arrojar ese animal, el cual corrió y se perdió entre las piernas de la gente sin que pudiera evitarlo.

Me levanté, caminé unos cuantos pasos hacia donde estaban los manifestantes, comencé a lanzar consignas apoyándolos porque, después de todo, sentí que era lo justo.




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Macaria España. Licenciada en Periodismo, Maestra en Artes. Fundadora de Letróxico (2017). Becaria del IEC, FONCA y FIC. Ha publicado textos en más de una docena de antologías, así como los libros individuales La Generación del Desencanto (Pictographia/INBA 2013), Las esquinas del mundo (Ficticia/La Rana, 2018) y 23 centímetros y otros cuentos (BUAP, 2018). Obtuvo diferentes reconocimientos y considerada por el proyecto Cultura Colectiva/FONCA como una de las 30 Promesas del Arte y la Creatividad en México (2016). Ha realizado charlas, presentaciones editoriales y talleres literarios en diferentes ferias y foros, tanto a nivel nacional como internacional.

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