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Entrevista a Inti García Santamaría

Francisco Rangel

Entrevista a Inti García Santamaría

 

P ¿Tienes alguna filosofía de composición?

R- En momentos así es cuando lamento haber faltado tanto a mis clases en la universidad. ¿Qué es la filosofía de la composición? ¿Es eso que algunos llaman poética? Escribo muy de vez en cuando, sin mucha disciplina. No tengo ninguna filosofía.

P ¿Cómo construir artefactos verbales? ¿Puedes dar un plano o alguna táctica?

R No comulgo mucho con la idea de que un poema sea una maquinaria de relojería o un juego de lego. Hay quien elige un tema o cierta estructura métrica para escribir una serie de textos uniformes, eso que los jurados premian en los concursos como unidad. La idea de artefacto no es próxima a la idea que tengo de la poesía, siempre un poco accidentada, un paso más adelante que los planos y los planes del escritor. Cada poema debería ser una experiencia distinta, pero hay un montón de libros más monótonos que las planas de palitos y bolitas del kínder. Veinte cuartillas de palitos y veinte cuartillas de bolitas y ya tienes un libro.

P Naturaleza vs. Artificio. ¿Dónde te acomodarías de acuerdo a tu trabajo?

R Si pudiera, me acomodaría gustoso en una hamaca.

P La máscara, persona y personaje. Por alguna razón no alcanzo a diferenciar estos tres elementos cuando veo tus presentaciones: la máscara como intuitu personae, la mascarada más honesta que he presenciado. ¿Cómo llegaste ahí? ¿Cómo construiste este juego de mascaradas, donde late un estado de honestidad?

R La máscara para mí es simplemente un amuleto que me ayuda a estar menos nervioso en las lecturas en público. Hay poetas que usan pashminas o zapatos caros, yo uso una máscara para sentirme menos inseguro. Y bueno, en las películas de terror siempre lucen mejor los asesinos que se cubren el rostro.

P ¿Cómo observas los soportes de la poesía? Trabajas varios, ¿con cuál inicia el proceso para redondear el poema?

R Todo soporte debería ser parte integral de la obra, desde un comienzo. Sin embargo, hay autores que buscan disfrazar su mala calidad utilizando soportes alternativos. ¿El resultado? Poemas visuales que bajo los estándares de las artes visuales resultan obras muy malas, poemas sonoros que musicalmente resultan mediocres, videopoemas que parecen broma. A todos nos convendría ser más exigentes con los otros y con nosotros mismos. Mientras refuerce esa explosividad de ideas, sonidos e imágenes que caracteriza a la poesía, cualquier soporte es bienvenido. Sin embargo, siempre disfrutaré más un buen poema impreso con modestia, que un mal poema multidisciplinario.

P Hay una extraña prosodia en tu trabajo; la intuyo como un mecanismo, pero a veces se complejiza a un grado extraordinario. ¿Qué tan consciente es durante el proceso de composición?

R Nunca sé bien lo que estoy haciendo cuando escribo. Todos los rasgos que pueda tener mi escritura deben ser más una imitación medio inconsciente de los poemas de otros autores que me han gustado.

P El yo poético. ¿Cómo llegaste a ese juego?

R No sé si es por tanta publicidad budista que hay en internet, pero ya no creo mucho en ningún yo. No quiero jugar ese juego. Preferiría comer donas colgadas de un hilo, con los ojos vendados y las manos atadas a la espalda, como dicen que ocurre en los baby showers.

P Para terminar, ¿qué otros poetas jóvenes recomiendas leer?

R Últimamente no he leído a muchos poetas jóvenes. Los que éramos jóvenes hace diez años ya no lo somos. Me gustan Dolores Dorantes, Luis Felipe Fabre y Hugo García Manríquez. José Lezama Lima dice que a los poetas jóvenes hay que descubrirlos y encubrirlos, cuidarlos de la sobreexposición, dejarlos trabajar con tranquilidad. Ya tendremos noticias de ellos.

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