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Saxofones: despedidas en tiempos de covid / Fernando Cuevas de la Garza

Fernando Cuevas de la Garza

Manu Dibango
Manu Dibango
Saxofones: despedidas en tiempos de covid / Fernando Cuevas de la Garza


Los músicos veteranos, como parte de una de las poblaciones más vulnerables, no han escapado a la pandemia. Entre quienes ya nos dejaron físicamente pero muy bien acompañados por sus maravillosos sonidos, destacan tres saxofonistas que se dedicaron en serio a grabar durante toda su carrera, extendida a varias décadas: el jazzista de Chicago Lee Konitz (1927-2020), relacionado directamente con el movimiento cool; el camerunés Manu Dibango (1933-2020), dotado para combinar música tradicional de su tierra con el soul y afropop, también en territorios jazzeros, y el multiinstrumentista Giuseppi Logan (1935-2020), originario de Filadelfia y enclavado en el free jazz, desapareciendo muchos años pero con un sorprendente regreso a la vida sonora.


Lee Konitz: sax del subconsciente

Hijo de austriaco y rusa de origen judío, ambos motivadores para que sus pequeños tocaran algún instrumento, Lee Konitz (Chicago, 1927- Nueva York, 2020) pasó de la escucha de Benny Goodman a tocar el clarinete y de ahí el saxo tenor, para después abrazar el saxo alto en sus años mozos, ya perfilándose como el gran compositor e intérprete que a la postre sería, fungiendo de líder o formando parte del grupo o banda en turno, así como departiendo con muchos de los grandes nombres en la historia del jazz.

En los 40 tocó con Teddy Powell y Jerry Ward, para después mudarse a Nueva York y entrar en contacto en 1943 con el renovador pianista Lennie Tristano, clave para su desarrollo y amplitud de miras, complementada con su trabajo al lado de Claude Thornhill, Gil Evans y sumándose al cuarteto de Gerry Mulligan para construir una creativa asociación que dio variados frutos. A finales de la década, grabó como parte del conjunto de Miles Davis el clásico Birth of the Cool (1957), que tardó en producirse y algunos años después vería la luz Very Cool (1958), ya firmado por él.

Este intenso proceso de aprendizaje, entre la integración de las vanguardias de la música clásica al jazz y la herencia del bebop, compartiendo tiempo con Charlie Parker y Lester Young, además de ser partícipe directo del origen del llamado Cool Jazz, fue canalizado también en grabaciones propias durante ese periodo como el homónimo Lee Konitz (1949) y el clásico prematuro Subconscious-Lee (1949), estampando su sello característico de prolongados fraseos y melodías que parecían desenrollarse en el momento, sustentadas por una especial precisión que le permitía aventurarse por distintos territorios estilísticos. Participó con Stan Kenton y en Conception (1951) al lado de Davis, Getz y Mulligan y en esos años entregó obras de consolidación como Tranquility (1957) y Lee Konitz Meets Jimmy Giuffre (1959), con el aventurero saxofonista que le ayudó en los arreglos de You and Lee (1960), en el que participaron Bill Evans y Jim Hall.

En formato de trío junto con el energético baterista coltraniano Elvin Jones y el puntilloso bajista Sonny Dallas, se aventó una especie de sesión improvisada para entregar Motion (1961), integrado por puros standars que se volvió un clásico y un buen ejemplo del funcionamiento triangular del jazz. Grabó Lee Konitz Duets (1967) bien contextualizado entre la vanguardia y el free jazz, así como el; entró en contacto con diversos músicos durante los años setenta en Europa, durante los cuales continuó interpretando obras seminales del jazz y proponiendo su propio material, alcanzando el reconocimiento e influyendo en parte el jazz que por allá se producía. Con el pianista Martial Solal entregó Star Eyes: Hamburg 1983 (1983), desafiando patrones y armonías, dándose vuelo con la improvisación.

Durante esos años, además de mantener un gran prestigio reflejado en las múltiples invitaciones recibidas y el reconocimiento de su influencia en el jazz europeo, trabajó con Enrico Pieranunzi, Martial Solal, Michel Petrucciani y con el octeto de sueco Lars Sjösten, entre otras boyantes colaboraciones; integró una productiva asociación con el pianista Harold Danko, junto con quien grabó Dovetail (1984), Ideal Scene (1986) y The New York Album (1987). También formó parte de Jazz Nocturne (1992), con el piano de Kenny Barron, el bajo de James Genus y la batería de Kenny Washington, así como de Haiku (1995), en formato de quinteto exprimiendo las mínimas expresiones.

Mantuvo intacto su talento y espíritu ecléctico hasta el final, como se advierte en Alone Together (1997), su primera obra en la prestigiosa Blue Note, y Another Shade of Blue (1999), formando trío con Charlie Haden y Brad Mehldau, con quienes sonaría aéreo en Live at Birdland (2011), sumando a Paul Motian y, en complicidad con Bill Frisell, Gary Peacock y Joey Baron, se dejaría capturar también en Live at the Blue Note (2012), deramando exquisitez sincopada; le entró al impresionsimo francés en colaboración con The Axis String Quartet y a la Big Band con su colega Ohad Talmor, con quien se volvería a reunir en Old Songs New (2019), bañado de standards que en efecto sonaban a novedad, en tanto participaba en Frescalalto (2017), con la compañía de Kenny Barron y en Decade (2018), junto al pianista Dan Tepfer. Nos dejó a los 92 años por culpa de este virus que lo ha trastocado todo.


Manu Dibango: sax de la fusión

Hijo de padres pertenecientes a grupos étnicos rivales, Dibango descubrió pronto el jazz como una poderosa forma de expresión y además de tocar el piano y el vibráfono, desarrolló una notable habilidad para convertir al saxofón en un instrumento de enlace de tendencias. Empezó a tocar en forma a mediados del siglo pasado y en la década de los sesenta formó parte de la banda de rumba African Jazz en el Congo para después integrar su propia agrupación y mudarse a Francia. Debutó en tono festivo con Saxy-Party (1969), al que le siguió el homónimo Manu Dibango (1971), como para afianzarse en la escena de la diáspora e ir levantando la mano y hacerse presente, de alguna manera anunciando lo que vendría.

Y llegó pronto. Con su obra Soul Makoosa (1972), Dibango amplió los públicos y la influencia del estilo que titula el álbum, cuyos orígenes se remontan a los años cincuenta en los barrios de Douala, y en el que sonidos funk de carácter urbano se entremezclan con influjos latinos y africanos, bailados con soltura y rítmicas palmas mientras las vocales abren los espacios necesarios para dejarse llevar por el conjunto. Africadelic (1972) y Makoosa Man (1973) reafirmaron la irresistible construcción sonora y confirmaron la importante trascendencia que se estaba gestando a través de esta integración musical, ya en definitiva abanderada por el también conocido como African Voodoo.

Además de su influencia en personajes como Kool & The Gang y Michael Jackson, quien usó sin permiso una línea al igual que Rihanna (quien al final compró los derechos), y sus colaboraciones con The Fania All-Stars, Sidney Bechet, Herbie Hancock, Bill Laswell, Don Cherry, Hugh Masekela, Peter Gabriel, Sly and Robbie y Sinéad O’Connor y con varios notables artistas africanos, grabó  cerca de 60 discos de estudio de manera constante y sonante, entre los que destacan Afrovision (1976), Gone Clear (1980), Bao Bao (1992), Mboa’ Su (2000) y su último álbum Balade en saxo (2014), entre muchos otros, dentro de los que aparece su colaboración musical para la cinta Kirikou y las bestias salvajes (Ocelot, 2005). Este gran maestro de la fusión murió el 24 de marzo en París, donde residía a pesar de ser un viajero frecuente para participar en giras por todo el mundo.

Giuseppi Logan: sax libre

Empezó a tocar el piano y la batería de adolescente, para después expandir su abanico a diversos instrumentos de viento, y tras participar con Earl Bostic y estudiar en el conservatorio de Nueva Inglaterra, se lanzó a Nueva York para adentrarse en la escena del jazz que experimentaba en los sesenta de sus múltiples aperturas: ubicado en el free jazz, grabó The Giuseppi Logan Quartet (1964) y More (1965), con el apoyo de Eddie Gomez (bajo), Milford Graves (percusiones) y Dave Burrell (piano), incorporando estructuras de vanguardia cargadas de atonalidad y destilando inventiva en las formas de interpretación, aplicando sus aprendizajes al lado de Archie Shepp, Bill Dixon y Pharoah Sanders.

Tras colaborar con el trombonista Roswell Rudd y la cantante Patty Waters, desapareció del mapa a inicios de los años setenta y no se supo mucho de él, más allá de que padecía problemas mentales, con las drogas y que entraba y salía de instituciones. La documentalista Suzannah Troy realizó varias filmaciones del saxofonista tocando en el Tompins Square Park, cual músico callejero y sobreviviendo apenas, y en el 2009, tras aparecer en un amplio reportaje escrito por Pete Gershon acerca de un concierto que sorpresivamente brindó, volvió a mostrarse públicamente con mayor asiduidad.

Con el apoyo del productor Josh Rosenthal, quien lo escuchaba en el parque, volvió al estudio de grabación y The Giuseppi Logan Quintet (2009), en el que también participó uno de sus hijos, The Giuseppi Logan Project (2011) y ... And They Were Cool (2013), rodeado de jóvenes que se imbuían en sus aventureros recorridos musicales y junto con Dave Burrell, su viejo cómplice convocado por el susodicho productor para que se sumara al particular regreso a la vida de este atípico saxofonista que hizo de las banquetas y los parques su escenario en solitario. Nos dejó en Queens, también por contagiarse mortalmente de COVID.

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