martes. 16.04.2024
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Guía de Lectura | Paranormal Colombia, de Mario Mendoza | Jaime Panqueva

Paranormal Colombia, Mario Mendoza
Paranormal Colombia, Mario Mendoza
Guía de Lectura | Paranormal Colombia, de Mario Mendoza | Jaime Panqueva

Hace una semana escribía una columna sobre la posibilidad de un apocalipsis financiero global, bajo la sombra de una llamada telefónica que llegó mientras leía este libro inquietante de Mario Mendoza, que traje de una inesperada visita a Bogotá. Pocas veces compro libros piratas, pero ver esta “copia”, como me la ofreció el vendedor, en ese mercadillo al aire libre de Usaquén, en una ciudad que comenzaba a salir de la asfixia del pico y cédula (una refinada variante del toque de queda), me hizo estirar el billete sin pensarlo demasiado. Unos días después apretujaba sus páginas entre libras de café, panelitas, chocorramos y latas de refresco.

Aún no me arrepiento. De Mario Mendoza ya he comentado en este espacio La importancia de morir a tiempo y tangencialmente las novelas Satanás (Premio Seix Barral) y Cobro de sangre. Su prosa es ágil y sus preocupaciones siempre trascienden lo literario; a decir verdad, lo sacrifican de una manera que sus fans sabemos agradecer, porque Mendoza, más allá del fenómeno estético o la floritura insulsa, busca el aspecto humano profundo, los rasgos espirituales de sus personajes, algo que deje una huella indeleble en el interior del lector. Algunos lo llamarán efecto patético, otros quizá lo adornen como catarsis, y sí, a esos niveles llega. En particular con Paranormal Colombia, desciende a la locura engendrada por la violencia hasta discursos marginales del subconsciente que, como en México, entrelazan los ancestros prehispánicos, las demencia de las guerras fratricidas de antaño, y las más recientes del narcotráfico.

Mendoza compone un collage de relatos estremecedores, algunos de ellos apocalípticos –de ahí mi mencion inicial-, que entremezcla con crónicas, entrevistas y notas cultas o inverosímiles, para demostrar lo difícil que es asir la psique contemporánea, y la diversidad de caminos que puede emprender en su búsqueda de sentido.

Al lector queda, igual que al esforzado autor, quien confiesa en varias ocasiones sentirse perplejo, reflexionar sobre el sendero a elegir. Cierro con estas palabras del, prólogo que sirven como manifiesto de intenciones del libro:

[…] nunca he perdido de vista esos otros imaginarios, esos otros modos de percepción, esas otras disciplinas de pensamiento que se mueven en las sombras. Y creo que ha llegado el momento de auscultar en ellas… Quizá en ese tránsito mágico hallemos una imagen de nosotros mismos que complemente de alguna manera el rostro dibujado por la guerra. Quizá si dejamos de hablar tanto sobre la guerra los mismos guerreros se sientan menos protagónicos y cambien de oficio. Quizá negarnos a escribir sobre ellos sea una forma de demostrarles que no tienen el control. Quizá si empezamos a soñar con otros asuntos desarticulemos la guerra y seamos capaces de abrir nuevos espacios para nuestra cotidianidad.”

 

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