jueves. 06.02.2025
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Disfrutes Cotidianos • Discos 2021 [III] • Fernando Cuevas

Fernando Cuevas

the never the fountain more pure the stream flows (2021)
The never the fountain more pure the stream flows (2021)
Disfrutes Cotidianos • Discos 2021 [III] • Fernando Cuevas

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Todavía prestando atención a ciertos discos que se produjeron en el año que recién concluyó.

Veteranos

En el regreso del año, ABBA volvió después de 40 años para estampar Voyage, sonando como el encuentro con los viejos amigos que hace mucho no ves y parece que estuviste con ellos ayer. Por primera vez sin participación de los miembros originales, aunque sí con viejos lobos de mar de la segunda y brillante etapa, Yes volvió a las andadas en formato de sexteto para invitarnos a The Quest, reconocible de inmediato por esos juegos instrumentales y una clara disposición para seguir en la búsqueda, a pesar del paso del tiempo. Paul Weller, en tanto, continuó con su incansable producción individual y entregó Fat Pop, directo, adiposo y efusivo con la calidad compositiva acostumbrada. El venerable folkie Michael Hurley preparó The Time of the Foxgloves, después de 16 años de silencio, conservando intacto su espíritu juguetón y contestatario.

Jackson Browne produjo su decimoquinto álbum, el íntimo e iluminado Downhill From Everywhere, en el que deja claro desde el inicio que sigue buscando algo,  Con el apoyo de su hijo en la producción y la compañía de viejos colegas, David Crosby firmó For Free, entre sutiles apuntes jazzeros y un folkpop reposado como se advierte incluso en el cover de Joni Mitchell. Steve Earle & The Dukes le hizo un homenaje a su hijo fallecido en J. T. Entre problemas matrimoniales, Lindsey Buckingham compuso en casa su séptimo disco en solitario después de diez años, acaso su más cercano a la estética Fleetwood Mac, titulado simplemente Lindsey Buckingham, para mayor sello de identidad.

Ochenteros/Noventeros

As the Love Continues fue la entrega de los escoceses de Mogwai, cumpliendo 25 años de darle duro al postrock de altos vuelos, ahora dándose un respiro con todo y canción cercana, mientras que sus compatriotas de Arab Strap propusieron después de 16 años de silencio As Days Get Dark, con todo y una mirada sobre los cambios en torno a la masculinidad en estos días, además de una visible inspiración para mantenerse con cierta luz. The Golden Casket, ecléctico y venturoso, fue la colaboración de Modest Mouse, tras seis años de silencio, en tanto The Stranglers firmaron su decimoctavo disco, rockeando en territorios poco iluminados a través de Dark Matters, y Dinosaur Jr. siguió estando ahí con Sweep It Into Space.

Saint Etienne revisó la etapa pre-11 de septiembre en I’ve Been Trying to Tell You, opus 10 en el que utilizan algunos sampleos de canciones de finales de los noventa y principios del 2000, época inmediata anterior a la pérdida definitiva de la inocencia. The Ultra Vivid Lament es el decimocuarto disco de Manic Street Preachers, jugando con el rock y el pop en planos complementarios, bajándose de la banqueta para lograr que sus mensajes y lamentos puedan ser escuchados por más transeúntes. James McMurtry, por su parte, continuó presentando personajes y situaciones cotidianas en The Horses and the Hounds, deslizando un rock folk de alcance descriptivo, tal como Damien Jurado y sus referencias televisivas en The Monster Who Hated Pennsylvania, integrando recursos mínimos a su folk de pronto mutante.

El irlandés Cathal Coughlan regresó en plan solitario después de once años con Song of Co-Aklan, energética propuesta sustentada en los consabidos apuntes rockeros y la vocal enfática, con momentos de emoción rozando la teatralidad. El galés Gruff Rhys (Super Furry Animals) elevó la mirada al cielo y compuso con optimismo reparador Seeking New Gods, en tanto que Damon Albarn produjo su segundo disco personal, el reflexivo The Never the Fountain, More Pure The Stream Flows, entre poesía decimonónica, alientos islandeses y un homenaje a Tony Allen, su colaborador fallecido. Por su parte, Dean Wareham (Galaxie 500, Luna) entregó I Have Nothing To Say To the Mayor Of LA, lleno de canciones reposadas con letrística versátil.

Con casi 30 años de funcionamiento, el matrimonio de Duluth conocido como Low, entregó HEY WHAT, décimo tercer disco en el que siguen ahondado en un noise de impecable factura como lo han hecho con el productor BJ Burton, lo suficientemente apagado como para desconcertarnos y ponernos a vivir días entre desapariciones y caballos blancos en estampida recurrente: de los discos del año. Earth Man Blues es el trigésimo tercer álbum de Guided By Voices, manteniendo sus roqueras vueltas de tuerca y ahora con enfoque conceptual, narrando la historia del crecimiento de un joven. The Mountain Goats elaboraron su vigésimo disco en estudio, Dark in Here, anunciado los nubarrones desde lo alto de las colinas entre un folkpop que de pronto se envuelve en digresiones jazzeras.

Milenarios

Con predominancia de los medios tiempos, Flying Dream 1 es el noveno disco de Elbow, ahora grabado con varios invitados en un teatro vacío, justo para dar esa sensación de intimidad que atraviesa las canciones, mirando hacia juventudes perdidas y sueños aún gravitando en el terreno de la posibilidad, mientras que The War on Drugs volvió en plena forma con I Don’t Live Here Anymore, quinto disco ahora poniendo su folkcountry jazzeado al servicio de la sentencia clave de buscar otros horizontes, más allá del extravío. The Hold Steady tejió su octavo largo, Open Door Policy, abriendo narrativas pausadas con salpicadas de humor y astucia descriptiva sobre gente común, que transcurren sobre instrumentaciones precisas de un rock en combustión lenta.

Desde Irlanda, Villagers propuso Fever Dreams, soñando entre un pop orquestal y un altfolk que también plantean The Antlers en el álbum Green to Gold, su sexto en clave lo-fi. Por su parte, The Coral llegó a la decena de discos en estudio con Coral Island, salpicado de melódico oleaje, desbordando placidez con iluminada y discreta sicodelia interviniendo su fluido pop que se expande hacia los contornos de las instrumentaciones; también Teenage Fanclub entregó su décima obra, Endless Arcade, manteniendo el nivel a pesar de la partida de Gerry Love, denotando ese optimismo entre las cada vez más recurrentes dificultades emocionales. The Felice Brothers nos llevaron From Dreams to Dust a través de un sentido folkcountry que alcanzó las mayores cuotas que la hermana asociación ha producido.

Django Django continuó con su artpop en Glowing in the Dark, adornado con ciertos lances progre y Clap Your Hands Say Yeah expresó la ruptura afectiva y la adicción en New Fragility, opus seis con momentos de emotiva languidez entre cuerdas que buscan crecer para sostenerse. His Golden Messenger cantó al amor y a la pérdida por partida doble: Quietly Blowing It y O Come All Ye Faithful transcurren a través de un country por momentos alebrestado que busca refugio en las montañas para entender épocas difusas. John Grant se sumergió por más de una hora en el Estados Unidos profundo, de mentalidad trumpiana, masculinidades tóxicas y juventudes extraviadas a través de Boy From Michigan, su quinto disco en solitario, apoyándose por capas de electrónica para sustentar sus agudas observaciones.

El proyecto de Jack Cooper conocido como Modern Nature, generó Island of Noise de aliento shakespereano, disco en el que caben múltiples referencias insertadas en el espíritu indie que permea las composiciones, como el postfolk que invade las canciones de Course In Fable, firmadas por Ryley Walker con letrística que invita a ser releída al compás de las cuerdas; en los mismos parajes, Steve Gunn hizo gala de destreza técnica para la interpretación guitarrera en Other You, transportándonos a los inmensos parajes donde podemos dejar de ser nosotros mismos. En su tercer disco, John Murry reflexiona alrededor del dolor que parece invadir la existencia y romper el manto celestial, aprovechando su capacidad vocal y ciertos ganchos electrónicos distribuidos en The Stars Are God’s Bullet Holes.

My Morning Jacket, el afamado quinteto de Kentucky, regresó con su poderosa y sideral americana en el homónimo My Morning Jacket. Los canadienses The Besnard Lakes se destaparon con el pinkfloydesco a ratos The Besnard Lakes Are the Last of the Great Thunderstorm, integrado por largas canciones de sensibles estructuras que se pasean por los alrededores de la atmósfera, justo a donde lleva su country Israel Nash en Topaz, su sexto disco. Por su parte, el colectivo de Massachusetts Sunburned Hand of the Man volvió después de 10 años de silencio con Pick a Day To Die, freefolk intensificado para sobrevivir a una peligrosa jornada que parece predestinada a cobrarnos factura, en tanto Sturgill Simpson nos sumerge en una historia de amor en la Guerra Civil vía The Ballad of Dood & Juanita.

En el terreno del pop, The Killers presentaron el consistente y evocador de barrios infantiles Pressure Machine, con los acostumbrados ganchos melódicos y crestas armónicas envolviendo cierto intimismo (ahí está la colaboración de Phoebe Bridgers), ya ocupando el podio entre las bandas del mainstream, en tanto que el trío conocido como London Grammar entregó Californian Soil, tercer disco en el que la vocalista Hannah Reid desdobla el canto sobre una folktrónica que muta en un dreampop con atrayente soltura y emotividad. Con los influjos ecuatorianos en la confección de las canciones, Roberto Carlos Lange, Helado Negro aquí entre nos, contribuyó con Far In, respirando ambientes con discreto aroma funkie de frescura cercana, tesitura por la que pasó Sam Fender y su Seventeen Going Under, indie pop de absoluto convencimiento.

En su octavo disco, Field Music siguen moldeando su base pop con elementos múltiples que van del progresivo al funk, como se advierte en Flat White Moon, álbum de disfrutable recorrido por el que se pueden ir reconociendo las influencias, como por el pop guitarrero de Maxïmo Park, ahora en Nature Always Win. Bleachers hicieron lo propio con Take the Sadness Out of Saturday Night, entre cuerdas y algún saxofón efusivo, además de contar con Bruce Springsteen y Lana del Rey como invitados, tal como Robert Smith se dejó escuchar en el disco de Chvrches, titulado memoriosamente Screen Violence llevando su dreampop hacia terrenos un poco menos iluminados, cual reflejo del mundo dominado por pantallas, en tanto Wolf Alice relató un par de días en el narrativo Blue Weekend, entre amistades, encuentros con extraños, fiestas y rupturas.


 

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